La pantalla, bien sea la de un ordenador o la de un móvil, hace tiempo que ganó la batalla al papel como soporte para difundir ideas o saberes. Sin embargo, esto no ha traído la desaparición del libro y su inconfundible olor a tinta, papel o el cuero de una lujosa encuadernación en un ejemplar recién impreso. Sigue viva en la memoria de muchos, aquellos que vivieron el antes de la actual era digital y sabían lo que era leer negro sobre blanco sólo sujetando lo leído con las manos, sin necesidad de un cable o una batería. A los que guardan la memoria de lo impreso, y quieran transmitírsela a aquellos que apenas cuentan con ella, seguramente les gustará saber que hay un museo consagrado a ello. Se trata de la Imprenta Municipal-Artes del Libro.
Su objetivo es la conservación y divulgación de las técnicas tradicionales de impresión y encuadernación del libro. Para ello, dispone de una sala de exposición permanente, donde el visitante puede contemplar las piezas y técnicas históricas de la fabricación del libro y el manejo de las artes gráficas.
El centro cuenta para ello con una rica colección de bienes culturales procedente de las artes gráficas de los últimos quinientos años, tanto en su aspecto material -con más de 68.000 piezas-, como inmaterial, con el mantenimiento de una serie de técnicas vivas en sus talleres. Además, en los últimos 25 años, ha realizado una importante labor de acrecentamiento de su colección.
Así, este museo repasa la historia de la imprenta desde su primer funcionamiento manual, cuando fue inventada por Gutemberg en el siglo XVI, hasta el desarrollo de las voluminosas máquinas de impresión mecánica, necesarias para imprimir ejemplares de boletines oficiales y otras publicaciones necesarias para la actividad de la institución municipal. A esto suma el conocimiento de procesos de artes gráficas como el grabado, la litografía o el huecograbado, que hicieron posible sumar imágenes a un texto, o la encuadernación, que permite dar cuerpo a un libro.
A su exposición permanente suelen sumarse muestras temporales. Hasta el 15 de octubre puede contemplarse una de ellas, Trazos de Oriente: imágenes, objetos y caligrafías de Asia. En esta muestra, pueden contemplarse vistosos elementos de culturas escritas diferentes a la occidental, como las de China, Corea, Japón, Birmania, India, Nepal, Tíbet, Arabia, Turquía y el Magreb.
Esta labor de memoria de la imprenta es compatible con el mantenimiento de los talleres profesionales de impresión tipográfica, encuadernación artesanal, encuadernación artística y restauración en su sede, que cubren la demanda que generan los servicios culturales e institucionales del Ayuntamiento de Madrid. Una labor que se remonta a 1853.
La actual sede de la Imprenta Municipal y su museo fue inaugurada en 1934, tras su construcción en base al diseño de los arquitectos Francisco Javier Ferrero Llusiá y Luis Bellido. Fue ampliada en 1955 tras un planeamiento efectuado por Lucio Oñoro, quien mantuvo las trazas de la construcción inicial.
El inmueble se levantó en la época en la que la impresión tipográfica estaba en pleno apogeo como técnica gráfica. El inmueble, de carácter racionalista, presenta una estructura de hormigón armado, mientras que la fachada se construye con ladrillo visto. El diseño se revela como muy eficaz en la solución para iluminar los espacios interiores, algo de agradecer en un edificio pensado para un uso industrial.
La luz se abre paso a través de grandes ventanales hacia un patio cerrado por un tragaluz, lo que confiere una especial luminosidad a las tres plantas del edificio. La alineación de los vanos, que acentúa su horizontalidad, así como los elementos decorativos de los remates de la cornisa, las embocaduras de las ventanas, la farola tubular y la forja de la puerta, responden a la corriente estética Art Decó. En esta misma línea, el rótulo de la fachada es un claro homenaje a la tipografía, elemento consustancial de las artes gráficas.
Este peculiar museo de la letra y la página está situado en el número 15 de la calle Concepción Jerónima. Abre de martes a domingos y festivos de 10 a 20 horas (19 horas, en la semana de fiestas de San Isidro y del 15 de junio al 15 de septiembre). Cierra todos los lunes y los festivos 1 y 6 de enero, 1 de mayo y 24, 25 y 31 de diciembre. Y como suele ocurrir en la red de museos municipales, la entrada es gratuita.