Chotis, verbenas, organillos y ‘limoná’ son algunos de los elementos que van conformando la identidad cultural madrileña desde finales del siglo XVIII. A partir de entonces tanto la literatura como el teatro recogen este acervo ‘castizo’ donde tipos y tradiciones son los protagonistas y fuente de inspiración de sainetes y zarzuelas como La verbena de la Paloma, La revoltosa, Agua, azucarillos y aguardiente y La Gran Vía. Hoy, víspera del día de la Virgen de la Paloma, hablamos de modelos y costumbres madrileñas a través de la obra homónima del género chico.
Una obra muy madrileña
La archiconocida zarzuela La verbena de la Paloma es un escaparate para conocer el Madrid más castizo. Sus gentes, sus costumbres, sus canciones y sus bailes muestran un ambiente muy colorido y animando durante la verbena en la que se desarrolla la trama de este sainete lírico. Con libreto escrito por Ricardo de la Vega y música creada por Tomás Bretón, fue estrenada el 17 de febrero de 1894 en el Teatro Apolo con gran éxito.
Tal y como nos descubre su subtítulo, El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos, en la noche del 14 de agosto, víspera del día de La Paloma, el amor y los celos son el aderezo del enredo en el que se ven involucrados sus protagonistas: Julián (cajista de imprenta y enamorado de Susana), la Susana (novia de Julián), la Casta (hermana de Susana), la Maja de Lavapiés, Don Hilarión (el boticario), o la Señá Rita (mujer del tabernero, madrina y protectora de Julián). Personajes que se mantienen en el ideario colectivo madrileño ya que todos los años se elige una representación de ellos al inicio de las Fiestas de San Cayetano. Nos han acompañado durante esta quincena de fiestas. Seguro que habéis coincidido con ellos en algún evento.
Chulapos, expresiones y canciones
En la zarzuela ambientada en la verbena de La Paloma, los chulapos y chulapas protagonistas se inspiran en tipos reales de los barrios populares del Madrid de finales del siglo XIX. Y para ser un ‘buen castizo’, hay que acertar con la vestimenta. Ellas, ataviadas con vestido chiné y mantón ‘de la China’ (de Manila), tocadas con pañuelo y clavel. Ellos, con pantalones negros ajustados, camisa blanca bajo el chopín (chaleco) y la chupa o chaqueta. Sus complementos son la parpusa (gorrilla) y el safo (pañuelo blanco).
El tono chulesco en el que se expresan los personajes, propio del Madrid más popular de entonces, se hace patente en sus diálogos, unas veces cantados otras musicalizados, ciertos ‘dejes’ que aún hoy se siguen escuchando. Expresiones como ‘ni chicha ni limoná’ al desaprobar el brebaje purgante que se puso de moda en aquel momento y se vendía en boticas al tildarlo de simple refresco de limón; o la locución ‘de buten’, utilizada para describir el buen cante de la cantaora flamenca de la soleá; o bien, la fórmula ‘una morena y una rubia, hijas del pueblo de Madrid’ pueden ser muletillas que aún hoy se pueden escuchar en muchas conversaciones….
Además, en la famosa obra del género chico, el baile, la música y el cante animan la noche de verbena. Los protagonistas cantan y bailan al son de mazurcas, soleás o esta conocida seguidilla, que seguro sabes entonar:
Por ser la Virgen de la Paloma,
Un mantón de la China-na, China-na
Me vas a regalar.
Venga el regalo, si no es de broma,
Y llévame en berlina-na, li-naná
Al Prado a pasear.
Y como no podía ser de otra manera, no podía faltar el baile madrileño por excelencia, el chotis, bailado bien agarrados en pareja de chulapos sin salirse de una baldosa al son del organillo. Es uno, junto a los ya nombrados, de los sesenta y dos bailes que don Hilarión el boticario indica que se conocen en el distrito.
Así que, ya sólo queda animarte a disfrutar de la verbena más castiza entonando la famosa habanera que cantan los novios de la obra y seguro tarareas:
¿Dónde vas con mantón de Manila?
¿Dónde vas con vestido chiné?
A lucirme y a ver la verbena,
Y a meterme en la cama después.
¿Y si a mí no me diera la gana
de que fueras del brazo con él?
Pues me iría con él de verbena.
Y a los toros de Carabanchel.