Conocer a Yu-Hsein Hsueh es descubrir una vida llena de amor y pasión por el baile. Pero también de humildad y de agradecimiento al trabajo y apoyo que ha recibido a lo largo de su joven y, a la vez prometedora, carrera como bailarina. La artista taiwanesa, integrante del Ballet Nacional de España y ganadora el pasado año del Certamen de Danza Española y Flamenco, dentro del Festival Flamenco Madrid, nos cuenta las claves de su trayectoria profesional que le han traído de nuevo a España tras siete años de creación en el país asiático.
Nacida en Taiwán en 1995, desde muy niña tuvo claro que quería ser bailarina. De hecho, su recuerdo más temprano de sí misma bailando es a los tres años y sus primeros referentes en el baile fueron su madre, también bailarina, y sus amigos. “Verlos bailar me ha influido mucho. Es cuando tomé conciencia de que quería ser artista”, comenta.
Su madre, Lien Hua Ho, bailarina de danza española, le introdujo en el baile. “Aunque ella quería que me dedicase a otra cosa, ya que la profesión de bailarina es muy sacrificada y demanda muchas horas de ensayo, me abrió las puertas a este mundo”, confiesa. Su sueño de ser bailarina ya nunca le abandonará. “Desde que tengo memoria me gustó bailar. Bailaba en la cocina de casa, en la calle, en los andenes de las estaciones de tren… hasta ahora”, comenta riendo. Ante el deseo de su hija de convertirse en bailarina de danza clásica, la madre decide que Yu-Hsein aprenda flamenco. “Con nueve años me lleva a Madrid a tomar clases en Amor de Dios y mi primer profesor fue Paco Romero quien me enseñó a tocar castañuelas y la danza española. También tomé clase con ‘La Truco’. Esos grandes maestros fueron mis profesores”, nos explica.
Sola en España
Con 12 años realiza la prueba de acceso al Real Conservatorio Profesional de Danza ‘Mariemma’ de Madrid. “Entrar fue una sorpresa porque no sabía hablar bien español, ni tocar bien las castañuelas ni sabía los pasos de la escuela bolera. Pero tuve la suerte de que los maestros del conservatorio vieran mi talento y me cogieran”, confiesa. La alegría de la sorpresa se enturbió con el problema que suponía a una niña de 12 años vivir sola, fuera de la familia y a miles de kilómetros de distancia. Ahí planea la figura de su abuelo materno y su seguridad en el futuro de Yu-Hsein: “Mi nieta tiene que vivir en España y cumplir su sueño, aunque tenga que dejar todo lo que sea para alcanzarlo”, recuerda con cariño sus palabras.
“Desde que tengo memoria me gustó bailar. Bailaba en la cocina de casa, en la calle, en los andenes… hasta ahora”
Entró en la escuela como se entra en un buen sueño, sin miedo, solo con ganas de bailar. Nada mellaba su vocación, ni siquiera expresarse y estudiar en otro idioma ni vivir tan lejos de la familia. El compañerismo de los demás estudiantes y de los profesores y la felicidad por poder bailar lo inundaba todo y hacía olvidar los malos momentos. “Estaba muy agradecida por todo lo que me aportaba el conservatorio y la oportunidad de bailar danza española y flamenco. Si no fuera por los profesores que me han cuidado desde que entré en el conservatorio no podría tener lo que tengo hoy en día”, comenta Yu-Hsein.
A los 19 años se graduó en el conservatorio. Y, aun así, no se considera especialista en danza clásica española y flamenco, ni mucho menos bailaora. Es, dice, “una enamorada” no solo del baile, sino de la cultura española. “La cultura asiática es más conservadora, educativa, mientras que la española es totalmente al revés y eso me apasionó muchísimo al bailarlo y sentirlo”, afirma emocionada.
De vuelta a Taiwán
El fin de sus estudios en el conservatorio supone el fin de su residencia de estudiante y, de nuevo, otra elección: seguir en España o volver a Taiwán. Ante la dificultad de poder conseguir un visado de trabajo en una compañía de danza, Yu-Hsein decidió volver a su país. “Todo al contrario de lo que yo imaginaba, de lo que podría llegar a ser y poder conseguir mi sueño”, declara. Volvía, eso sí, con la mochila cargada de experiencias vividas y el recuerdo de los compañeros que dejaba.
Ya en Taiwán, comenzó a trabajar en la compañía de danza que su madre había creado en 2000, Genio Dance Group. “Además de hacer trabajo administrativo, facturas, papeleo … era la profesora de danza”, comenta. En la compañía, además de ofrecer formación profesional de baile, también imparten cursos gratuitos en escuelas. Duros comienzos, que se agravaron al ver en redes sociales cómo sus amigos y compañeros alcanzaban sus sueños como bailarines. Pero su experiencia en Taiwán le dio otro significado, le aporta otras miradas a su sueño. “Hemos bailado en sitios muy pobres, muy difíciles, para un público no iniciado y eso me ha enriquecido mucho”, rememora. “Ser educadora, profesora, bailar delante de abuelos y gente de pueblo me ha cambiado todo”.
Como profesora, Yu-Hsein aprendió otras formas de bailar, a conocerse más a sí misma y a encontrarse con la creatividad, esa que nace de la soledad, de la introspección y genera ese arte propio que hace a los artistas únicos. Así, entre 2015-2016 y gracias al retorno a sus orígenes y al apoyo de su madre, Yu-Hsein comenzó a crear sus propias coreografías. “Con el conocimiento que tenía en danza española, flamenco y danza contemporánea, fui mezclando ideas. Recuerdo mi crecimiento personal a través de la danza. La creación es muy del momento, aunque lo haya pensado con anterioridad”, reflexiona.
“Ser educadora, profesora, bailar delante de abuelos y gente de pueblo me ha cambiado todo”
A partir de entonces llegaron los premios: en 2015, el tercero del Concurso Internacional de Danza de Almería y Premio del Concurso Internacional de Danza de Japón; en 2017, el segundo y tercer premio del Concurso Internacional de Danza de Japón; y en 2021, ganó el Concurso del Festival Internacional de Arte de Taiwán, por Jambattle. “Soy una persona que bailo de verdad. Da igual donde baile, concurso, espectáculo, función para ancianos, etc., bailar es una oportunidad de comunicar con esta sociedad y este mundo”, considera.
El sueño sale del cajón
Durante los siete años de estancia en Taiwán, dejó encerrado el sueño de ser bailarina en España, “lo dejé olvidado en un cajón bajo llave” confiesa. Pero la sucesión de reconocimientos prosiguió y 2022 se convirtió en un año “de sorpresa y cambio radical para mi vida”. Ella, que pensaba que no iba a tener la posibilidad de volver a España, presentó su coreografía Eterno Retorno al 31º Certamen Coreográfico de Danza Española y Flamenco, dentro del Festival Flamenco Madrid. Y lo hizo con la compañía Genio Dance Group. “Tenía miedo de si se iba a aceptar mi baile. La compañía de Taiwán había trabajado mucho en un período muy corto, habían sacrificado mucho para demostrar lo mucho que tienen”, reflexiona. “Me gusta pensar que mi creación no es una fusión de culturas sino mi propia vida, mis vivencias en España y Taiwán. Las dos culturas las llevo en las venas y pienso cómo puedo aunar esos dos lenguajes”.
Consiguieron el primer premio. Fue el detonante inesperado para su retorno a España. “Sin esos siete años en Taiwán no hubiera ganado el certamen del año pasado. Fue un proceso largo, duro, pero muy bonito”, señala Yu-Hsein. Por eso este año ha vuelto al festival madrileño, a la gala dedicada a los ganadores de años pasados.
“Da igual donde baile, bailar es una oportunidad de comunicar con esta sociedad y este mundo”
El regalo que le hizo más feliz fue ingresar en septiembre en el Ballet Nacional de España, como cuerpo de baile, bajo la dirección de Rubén Olmo. “Ha sido cumplir, a los 27 años, un sueño que tenía desde pequeña. Mi madre cuando era niña me llevó a ver el Ballet Nacional y yo le dije que quería estar algún día ahí, ser bailarina profesional”, recuerda. Lo ha conseguido, gracias a sus “ángeles”, que no son otros que su madre, el jurado del certamen y Rubén Olmo.
Aunque sea su momento soñado, no cree que esté viviendo una edad dorada. Considera que es otro camino de aprendizaje más en su carrera profesional. “Antes en Taiwán era muy difícil crear porque no tenía a nadie que me pudiera guiar. Pero ahora tengo referencias, a personas que me orientan y ello hace que me sienta con más motivación para alcanzar mi mundo de creación”, nos desvela con esa humildad que le caracteriza. Su meta es “dejar una huella en este mundo”.