El Madrid actual no tendría cabida sin una figura que llegó a la Corte española del siglo XVIII con el ascenso al trono de Carlos III. Nació en Sicilia, Italia, pero desarrolló la mayor parte de su carrera en nuestra ciudad. Gracias a este arquitecto italiano de la Casa Real, la capital de España no tenía nada que envidiar a otras ciudades europeas. ¿Necesitas alguna pista más? Se llamaba Francisco Sabatini y a él le debemos muchos de los monumentos de nuestra ciudad.
Te invitamos a disfrutar del recorrido arqueológico por tres de sus proyectos descubiertos por las obras de la plaza de España: el palacio de Godoy, las Caballerizas Reales y el Cuartel de San Gil.
El más importante de ellos se lo encargó Carlos III para su secretario de Estado en los aledaños del Palacio Real. El palacio del Marqués de Grimaldi, posteriormente denominado como palacio de Godoy, se construyó entre 1776 y 1782 con piedra y ladrillo, materiales que, a la postre, han marcado el estilo de Madrid. Parte de este inmueble todavía se puede visitar entre la plaza de la Marina Española y la calle de Bailén.
Sin embargo, durante los años 30 del siglo XX, la otra parte se demolió y quedó sepultada bajo el asfalto de la calle de Bailén. Con la remodelación de la plaza de España salieron a la luz los restos de la planta baja y el sótano de un tercio. Entre los hallazgos aparecieron un horno de pan del siglo XV, cerámicas y botellas, suelos de granito, enlucidos en las paredes, techos abovedados o escaleras de acceso, todo ello en muy buen estado de conservación. Tras su limpieza y consolidación, se construyó una cubierta para proteger los restos y, a su vez, permitir que sean visitables para turistas y madrileños.
El siglo XVIII es conocido como el Siglo de la Razón o de las Luces donde lo que, de verdad importaba, era la razón, una razón que aportaba luz. Como homenaje a esa idea, este descubrimiento cuenta con lucernarios que aportan luz natural a los restos. Ese mismo lucernario sirve para que, desde el exterior, también se puede apreciar el Palacio de Godoy desde un punto de observación. A este acto de musealización y conservación hay que añadir la construcción de un pabellón como espacio versátil multiusos.
Cuartel de San Gil o de Leganitos
Al siglo XX tampoco sobrevivió el Cuartel de San Gil o Cuartel de Leganitos, proyectado por el arquitecto siciliano. El inmueble comenzó a construirse en 1789 en una zona que era fundamentalmente agrícola. Su función, pese a que de inicio se pensó para convento, era clara: defender el Palacio Real y su diseño era bastante similar al Cuartel del Conde Duque. Los restos encontrados son una serie de muros de planta semicircular con arcos de medio punto de cuatro metros de altura, que conformaban el camino de ronda.
Su traslado a su emplazamiento actual, en la calle Ferraz, fue artesano, al más puro estilo egipcio. Los muros, de 120 toneladas, fueron cortados en cuatro partes con hilo de diamante y, posteriormente, los envolvieron en un armazón de metal, fabricado al milímetro, para evitar que sufrieran daños durante el transporte. A diferencia de lo que se decidió hacer con el palacio de Godoy, estos restos fueron trasladados, por partes, para instalarlos en la superficie porque se descubrieron durante la construcción del túnel de Ferraz. Ya en tierra, fueron restaurados y consolidados en su posición final.
‘Serpentina’ de setos
Por último, pero no menos importante, están las Caballerizas Reales o, mejor dicho, unos contrafuertes de estas que formaban parte del muro de contención. Al igual que para el resto de las obras de Sabatini que se han encontrado, el siglo XX resultó fatal. En este caso, su demolición fue un guiño al propio arquitecto. Sobre ellas se construyeron los actuales Jardines de Sabatini que, aunque lleven su nombre, no fueron diseño suyo.
Para la contemplación de los contrafuertes, una vez restaurados, se construyó un forjado que los protege y permite dar continuidad al itinerario peatonal de la calle de Bailen. Los ciudadanos y visitantes pueden observar los restos desde un punto de observación de 45 cm de altura.
Los tres descubrimientos cuentan con placas explicativas de con sus historias. En los del palacio de Godoy y de las Caballerizas se incorporó en el pavimento un mapa en relieve y con los contrafuertes del Cuartel de San Gil se optó por una banda metálica. También se han incluido en el pavimento relieves con la situación urbana en 1821 y de la actualidad.
Este paseo arqueológico permite a todos aquellos que quieran disfrutar de la plaza de España sumergirse en el tiempo y sentirse como los burgueses de antaño sin necesidad de llevar polonesa de muselina, que dejaban los tobillos de la mujer al aire, o, en el caso de los caballeros, casaca, chupa y calzón de seda. /