El 9 de junio es el Día Internacional de los Archivos y la comunidad archivística une sus voces en todo el mundo para acercar los archivos y sus profesionales, porque, aunque tienen mucha historia, es poco conocida por la mayoría de las personas.

El Archivo de Villa es la institución más antigua del Ayuntamiento de Madrid. Sus fondos documentales, que abarcan más de 800 años de historia, están distribuidos en dos plantas bajo tierra, en el antiguo cuartel del Conde Duque. Allí se custodian 22 depósitos repletos de papeles de Madrid que son el reflejo político, administrativo, social, cultural y económico de la vida madrileña desde la Edad Media hasta nuestros días. Por lo que, en cierta manera, como dice la consigna de este año, todos #SomosArchivo.

Estamos hablando de más de dos millones y medio de documentos, que ocupan 21 kilómetros lineales de estanterías, que van desde privilegios reales, libros de actas o bandos de alcaldía hasta padrones, licencias municipales, mapas y planos, dibujos o carteles y que tocan diferentes temáticas como gobierno y administración local, obras públicas y privadas, servicios a la población, fiestas religiosas y diversiones públicas o tributos.

Los orígenes

Pero empecemos por el principio. Madrid, un asentamiento fundado en época musulmana en el siglo IX, quedó bajo el poderío cristiano en 1085 y desde 1123 tenía el título de villa. En 1152 recibe el Privilegio de Alfonso VII confirmando a Madrid su territorio, que le otorga los montes, sierras y términos entre la villa y Segovia, desde el puerto del Berrueco hasta el de Lozoya. La historia del archivo de la villa comienza cuando Madrid tuvo la necesidad de guardar documentos valiosos para poder mantener su estatus y privilegios. Aunque pudieron existir otros anteriores, este pergamino en letra carolina es el más antiguo que se conserva.

El Archivo de Villa custodia, además, su joya más preciada, el Fuero de Madrid de 1202, uno de los más antiguos de Europa, redactado por el concejo, la asamblea general de vecinos reunidos en la plaza de la Villa, con el consentimiento del rey Alfonso VIII. Contiene las primeras normas escritas para regular la vida de los madrileños y estuvo vigente hasta 1346, cuando se pasó del concejo abierto al regimiento, órgano municipal precedente del Ayuntamiento de Madrid. Como curiosidad, contiene penas para juegos populares como el chito, normas para las corridas de toros y regula gremios y oficios. El nombre de la villa aparece como Magerit, Magirto, Madrit, Madride y Madrid.

El arca y el Archivo de Villa

También en el Fuero de Madrid se menciona la iglesia de San Salvador, lugar donde se reunía el concejo, frente a la plaza de la Villa, y donde se guardaba el archivo de pergaminos. En época medieval, se conocía como el arca de los privilegios o de las tres llaves porque se abría por tres miembros del concejo para evitar corrupciones. En el siglo XVII, el Archivo de Villa fijará su primera sede en la Casa de la Villa, en la misma plaza, donde estará hasta 1868, año en el que se trasladó a la Casa de Panadería en la plaza Mayor y donde permanecería hasta 1987.

Si bien el arca de las tres llaves se cita repetidamente en los libros de acuerdos municipales desde el siglo XV, la denominación Archivo de Villa se puede leer por primera vez en una carta de Carlos I, del 10 de mayo de 1525, en la que solicita que se devuelvan al archivo los documentos originales: “(…) y que los dichos libros tornasen al Archivo de Villa, pues que todas las vezes que los quisiesedes, los hallariais a recabdo”.

Felipe II establece la corte en Madrid en 1561 y el ritmo de vida se verá alterado por el crecimiento de la población. Desde el siglo XVII, los documentos se multiplican sin control.

Lo que sí se seguirá su curso son los libros de acuerdos del concejo, otro tesoro documental que nos permite asomarnos a los hechos acontecidos en la vida administrativa y cotidiana de Madrid. El Archivo de Villa conserva, semana tras semana, los libros de actas del Pleno desde 1464 hasta ahora.

El Archivo de Villa con vistas al patio del Centro Cultural Conde Duque

Oficina pública abierta desde el siglo XVIII

Será con la llegada de los Borbones y, en especial de Carlos III, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se implante una organización definitiva en el Archivo de Villa. Se nombrará el primer archivero profesional y llegarán los reglamentos e instrucciones para su funcionamiento.

Además, en 1777, el Archivo de Villa abrirá como oficina pública en los bajos de la Casa de la Villa para recibir directamente demandas de información y copia de documentos. Son los cimientos de una nueva institución que, en el siglo XIX, establecerá un sistema de organización y clasificación que sigue funcionando actualmente. También será clave la apertura a la investigación en 1844.

Hoy, el Archivo de Villa sigue funcionando como oficina pública en Conde Duque, como archivo histórico y administrativo con las puertas abiertas a la investigación y al servicio de la ciudadanía y del propio Ayuntamiento de Madrid. Destaca su servicio de atención especializada para trámites administrativos en lo referente a búsqueda de antecedentes urbanísticos y emisión de informes sobre los datos de los padrones de habitantes.

La custodia de los documentos no se ha interrumpido en ningún momento a lo largo de estos siglos. Tras el tránsito a la digitalización iniciada con la llegada del siglo XXI, está centrado en automatizar el acceso a los fondos y en seguir digitalizando documentos para preservarlos y facilitar su consulta desde el catálogo en línea del Archivo de Villa.

#SomosArchivo

Siempre que tienen oportunidad, el equipo del Archivo de Villa de Madrid, aprovecha para transmitir su pasión por la labor que desempeñan que es, ni más ni menos, la de recoger la información que genera el Ayuntamiento de Madrid, conservar, organizar y difundir el patrimonio documental municipal, y ponerlo a disposición de la ciudadanía y del propio ayuntamiento cuando lo necesiten. Para celebrar el Día Internacional de los Archivos, han preparado una jornada de puertas abiertas donde el personal que ha formado parte de la institución en los últimos 50 años se hará cargo del programa de actividades.

Además, han retomado las visitas guiadas donde se hace un recorrido por los documentos que habitan el Archivo de Villa y la evolución de los métodos de trabajo. Otra alternativa que no tiene horario es seguir las mil historias curiosas que nos descubren desde las cuentas de Instagram y facebook y despiertan las ganas de saber más…

Curioso ¿verdad?

El plano de la Plaza Mayor con lengüetas abatibles (1636) de Juan Gómez de Mora, con su estructura rectangular pero todavía abierta por las esquinas y con dos plantas más. Detrás de cada vivienda, lleva los nombres de los dueños de los balcones, miembros de la Corte que ocupaban su ‘palco preferente’ en autos de fe, corridas de toros, procesiones y demás eventos públicos.

La procesión del Corpus Christi era todo un acontecimiento social con presencia de la Corte en el siglo XVII y XVIII. Desfilaba la Tarasca, una carroza mecánica de madera y cartón, con forma de dragona, que simbolizaba el pecado. Entre las figuras decorativas, destacaba la gigantona, que cada año marcaba la tendencia de moda a las madrileñas. Desaparecieron en el reinado de Carlos III por considerarlas “indecentes”.

Y para plena tendencia, los jardines recreativos del siglo XIX, al estilo de los de París. En 1821 la compañía Perret solicitó al ayuntamiento la concesión de unos terrenos en el paseo del Prado, donde hoy se levanta el Ritz, para poner música, baile y “otras diversiones honestas”. El Jardín del Tívoli se concibió como una actividad estacional de mayo a noviembre y con estructuras desmontables, precedentes de las terrazas. También es curioso el fugaz proyecto de Campos Elíseos de Madrid, unos jardines al inicio de la actual calle Velázquez que abrieron en 1864 con salón de baile, teatro, pista de patinaje, montaña rusa, ría navegable y hasta plaza de toros y en 1868 empezó su declive. El Archivo de Villa cuenta por supuesto con una excepcional documentación de El Retiro, incluidos proyectos que no llegaron a ver la luz como el de Álvarez Capra y su teatro en los Jardines del Retiro (1880), que es una pequeña gran obra de arte.

Otro de los expedientes más preciados es el de los rótulos de Tío Pepe, el emblemático neón de la Puerta del Sol. El Archivo de Villa contribuyó a que siguiera luciendo en la plaza al aportar una petición de renovación de fluorescentes que probaba que tenía más de 50 años de antigüedad y era, por tanto, patrimonio de la ciudad.

¿Más curiosidades? Un proyecto de evacuatorios en el subsuelo en la Puerta del Sol (1906), o un proyecto de alcantarilla tubular de 1911 para alimentar farolas ecológicas con el gas que producían los viajes de aguas sucias de Madrid, en Meléndez Valdés.

Entre los bandos para el pueblo, encontramos el del alcalde corregidor de la Villa y Corte, José Osorio Silva, duque de Sesto, quien, en 1863, prohibía orinar en la vía pública.

Además, podemos ver cómo se concibió el Matadero General y Mercado de Ganados de Madrid (1908), obra del arquitecto municipal Luis Bellido, o el maravilloso edificio de la calle Peligros (1919) conocido como la Casa de los Portugueses.

Y para planos impresionantes, los catastrones, llamados así por su tamaño y el gran volumen de hojas, un total de 1446 documentos de 150 x 110 cm en papel entelado coloreado a mano. El plano parcelario de la villa de 1940 muestra datos sobre la numeración de portales, altura de los edificios, líneas de tranvía, zonas verdes y arbolado… Accesible en línea a través del geoportal del Ayuntamiento.

Y no podemos terminar sin hacer mención a los padrones. El Archivo de Villa es también el lugar donde podemos rastrear la huella documental de nuestros antepasados y recrear historias familiares con los curiosos datos que arrojan padrones de habitantes. Fondos de gran interés histórico y genealógico que se están digitalizando con transcripción automática para facilitar su acceso.

¡Celebremos el Archivo de Villa!