En 1846 el banquero y segundo marqués de la Casa de Gaviria y conde de Buena Esperanza, Manuel Gaviria Alcoba, mandó construir un palacio sobre los cimientos del antiguo Palacio del Duque de Arcos, situado en la zona de moda de la época, la céntrica calle del Arenal de Madrid, entre la Puerta del Sol, el Palacio Real y el Teatro Real.

Años después, en 1851, con un baile al que asistió la reina Isabel II, se inauguraba el edificio que había sido diseñado por el arquitecto Aníbal Álvarez Bourquel. Un palacio que ya fue descrito por los periódicos de la época como lujoso, magnífico, suntuoso y de buen gusto.

Sin duda se trataba de un majestuoso edificio, construido al estilo italiano de la época, con un cuerpo bajo de aspecto almohadillado y plantas altas construidas en ladrillo, donde destacaba en su fachada lateral un balcón cerrado hecho de piedra. Desde el vestíbulo de entrada una imponente escalera de mármol recibía a sus visitantes, invitándoles a contemplar los frescos que adornaban sus techos. Además, el palacio estaba organizado en torno a dos patios, uno de los cuales se planificó con una clara inspiración en el mudéjar andaluz.

Si bien este edificio se utilizó en sus primeros años como residencia particular, el devenir de la historia ha ido provocado su reconversión parcial, dándole diferentes usos a lo largo del tiempo.

Las salas de la planta noble han sido utilizadas para diversas funciones. Durante la Guerra Civil fue cuartel republicano, pasando posteriormente a ser en los años 40 del pasado siglo Comisaría de Abastecimientos y Transportes. Además, en los años 50 sufrió una ampliación elevando una planta la estructura original.

Ya en los años 70, debido a los múltiples usos que había tenido desde su construcción, se iniciaron los trámites por parte de la Comunidad de Madrid, para declararlo Bien de Interés Cultural (BIC) y así proteger el inmueble. Pese a todo, el palacio siguió albergando diferentes actividades: así, en los años 80 acogió el Centro Asturiano y, en los 90, se convirtió en una de las discotecas más famosas de la capital, haciendo directa competencia a su vecina de calle, la Joy Eslava.

Eso, sin contar con el centro comercial Arenal 9, situado en su planta baja, conocido entre los madrileños por albergar diversas tiendas de decomisos, y los diferentes negocios que han ido abriendo y cerrando a pie de calle.

En 2017 se renovó parcialmente la planta noble para albergar exposiciones, uso que mantuvo hasta que la COVID-19 obligó a su cierre temporal.

De todo el conjunto, actualmente se conserva la entrada, la escalera, el patio, así como los salones del piso principal, entre ellos, el de baile y el antiguo tocador de señoras, que cuentan con la decoración original, así como las pinturas que Joaquín Espalter y Rull realizó en los techos.

Protección a través de un Plan Especial

La Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid ha aprobado inicialmente un plan especial para este inmueble con la finalidad de protegerlo y ponerlo en valor, mejorando sus condiciones de habitabilidad y uso.

Con una superficie total edificada de más de 4.700m2, este plan especial del Área de Desarrollo Urbano afectará parcialmente a las plantas sótano, baja y entreplanta, y en su totalidad al resto del edificio, es decir, a las plantas primera; a la principal, también conocida como noble; así como a la segunda, a la tercera y la cubierta. Una vez que se hayan desarrollado las obras de restauración, conservación, consolidación y rehabilitación, se prevé que esta zona renovada del palacio se pueda utilizar para exposiciones, entre otros usos.

Una obra de mejora que será desarrollada por parte de la iniciativa privada, sin que suponga coste para el Ayuntamiento, y que cumplirá con la normativa sobre Calidad del Aire y Sostenibilidad. Además, reunirá los requisitos básicos de funcionalidad, seguridad, salubridad y accesibilidad universal con la supresión de barreras arquitectónicas, y que prestará, asimismo, especial atención a la perspectiva de género.

El plan pretende, asimismo, crear un lugar que contribuya a atender las necesidades de los más jóvenes, mejorando la oferta cultural de la capital en este nuevo espacio, convirtiéndose en un centro de encuentro, convivencia e integración de la juventud.

Por otra parte, la actuación sobre el inmueble generará empleo tanto directo, como indirectos.

Un plan especial que, en definitiva, devolverá a este histórico edificio el esplendor que nunca debió dejar de tener.