Los Veranos de la Villa llegan al ecuador de su programación con Pitingo, un artista único que ha hecho de la soulería una de sus señas de identidad. En diario.madrid.es charlamos con él de su trayectoria y de sus rincones favoritos de Madrid antes del estreno de su nuevo espectáculo en homenaje a la gran dama de la canción peruana, Chabuca Granda.

Antonio Manuel Álvarez Vélez, conocido en todo el mundo como Pitingo, nació en Ayamonte, en la provincia de Huelva, pero muy pequeño se vino a vivir a Madrid cuando trasladaron a su padre, guardia civil, a la capital. Con apenas 18 años, empezó a trabajar en el aeropuerto descargando maletas, trabajo que compaginaba cantando por las noches en los tablaos de la ciudad: Café Chinitas, Torres Bermejas y también la Soleá, que era un colmao flamenco que había en la Cava Baja.

Pitingo puede presumir -lo lleva en su nombre heredado de su abuelo, que significa presumido en caló- de haberle dado un giro de tuerca a canciones muy conocidas y llevarlas a su terreno. Títulos como Killing me softly with his song, She works hard for the money o Te llamo para decirte que te quiero en él suenan de una forma singular, con un ritmo propio y único.

Cuenta Pitingo que con nueve años escuchó cantar a Aretha Franklin y cambió su vida. “Desde ese momento empecé a interesarme por la música afroamericana y la música negra en general, el soul, el gospel, el rythmn and blues y, al mismo tiempo, no dejaba de escuchar lo tradicional de mi casa, Caracol, la Niña de los Peines, Paco Toronjo, Enrique Morente…”.

Sin darse cuenta y de una forma natural empezó a unir todos estos ritmos y, sin buscarlo, nació la soulería, soul a ritmo de bulería, un género en el que se hermana el soul, el gospel y el flamenco, creando una unión de sonidos afroamericanos, latinos y gitanos, “algo de mi piel y de mi alma que ahora está por todo el mundo y hay países en los que se me conoce como el cantante de la soulería no por mi nombre”.

Tras más de veinte años en los escenarios, las cifras de su carrera hablan por sí solas: siete grandes álbumes, más de 500.000 discos vendidos, doble disco de platino, cinco discos de oro, más de 1.500 conciertos y más de cuatro millones de espectadores en giras que le han llevado por todo el mundo…

Nos confiesa que, al principio, el éxito le daba vértigo. “Cogí una especie de depresión, no quería salir de mi casa, todo el mundo me miraba y me paraba por la calle y yo me peguntaba qué estaba pasando, pero al poco tiempo pensé, pero Dios mío, si esto es lo que yo estaba soñando desde que tenía nueve años. Entonces, decidí disfrutarlo. Por eso ahora cuando alguien me pregunta ¿te molesta que te pida una foto? Le contesto: lo que me molestaría es que no me la pidieras”.

Desde esa humildad y con el arte de los grandes, Pitingo ha compartido escenario con artistas como Sam Moore, Roger Waters, Eric Clapton, Juan Gabriel, Sara Baras. Luis Eduardo Aute, Alejandro Sanz, Paco de Lucía, Alicia Keys, Luis Fonsi, Phil Collins, Marc Anthony, Gloria Gaynor, Julio Iglesias, Carmen Linares… la lista está llena de estrellas.

Chabuca a ritmo de soulería en los Veranos de la Villa

Para este artista innovador, participar en los Veranos de la Villa con un homenaje a Chabuca Granda en el bicentenario de la independencia del Perú es un reto que acepta como un honor y “dejándose el alma y la garganta”.

María Isabel Granda y Larco (1920-1983), conocida mundialmente como Chabuca Granda, fue una cantautora peruana de valses criollos y ritmos afroperuanos. Entre sus composiciones más conocidas figuran La flor de la canela, El puente de los suspiros Fina estampa.

En el escenario de los Veranos de la Villa, Pitingo actuará como maestro de ceremonias, y estará acompañado en este viaje por Lucho González, arreglista y guitarrista de Chabuca, quien le ha contado las historias personales que esconden cada una de las canciones que podremos escuchar en el Condeduque.

Un trabajo de investigación apasionante y agotador porque Pitingo se implica en cuerpo y alma en cada uno de los proyectos que emprende. “Este trabajo es un reto que estoy disfrutando mucho, es un trabajo muy cuidado porque las letras son muy especiales, muy intensas, hay toda una vida detrás de ellas, los ritmos afroperuanos son muy parecidos a los ritmos flamencos y hay que tratarlo todo respetando la pureza de su música, pero dándole ese punto de vista propio mío, sin desvirtuar las canciones, que sean reconocibles pero llevadas a mi estilo”.

Realmente Pitingo no está haciendo otra cosa que lo que decía Chabuca: “Yo quiero que los jóvenes, el día de mañana, canten mis canciones pero que no las hagan igual que yo, quiero que las hagan diferentes”.

El resultado podremos disfrutarlo el domingo, 25 de julio, en el patio del Conde Duque. Una noche de homenaje en la que Pitingo recorrerá las canciones más destacadas de la compositora e intérprete peruana. Una velada para disfrutar del arte por partida doble en la que se darán cita el duende, la magia y la maestría.

 

En breve

Su rincón favorito de Madrid. Lo tengo claro, la zona de la Latina, lo que es la Cava Baja porque he vivido allí muchísimo, cosas maravillosas, en los tablaos. Siempre que voy por allí me vienen muchos recuerdos.

 

Un atardecer. Me encantan los atardeceres de los Jardines de Sabatini, del Palacio Real, la terraza del Círculo de Bellas Artes…

 

A qué suena Madrid. A diferentes acentos, a diferentes músicas, a diferentes melodías…a multiculturalidad.

 

De qué puede presumir Madrid. De buena anfitriona, de tratar bien a la gente, de hospitalidad y por supuesto, de oportunidades. Madrid abraza a todo el que llega y una vez que vienes, no te quieres ir. Madrid es especial.