Regulaban el tráfico con un uniforme de falda pantalón “incómoda y mal confeccionada”, zapatos de tacón “con los que era difícil correr”, y tenían que escuchar los comentarios de algunos hombres que las mandaban a casa “a fregar o a cuidar de nuestros maridos”. Así fueron los inicios de Bonifacia Blázquez, Agustina Crespo y Mercedes Payol cuando comenzaron a trabajar en el Cuerpo de la Policía Municipal de Madrid, el 2 de octubre de 1971.

Ellas, junto a otras 49 compañeras, componían la primera promoción de mujeres policía de la capital. “Un año antes -explica Payol- se habían incorporado las compañeras de Córdoba, pero nosotras fuimos pionera en regular el tráfico. Se creó especialmente la Quinta Agrupación Mixta de Circulación, y nos pusieron a controlar el tráfico desde Colón hasta la Glorieta de Bilbao”.

Dos mujeres policía regulando el tráfico y la Academia de Policía, en 1971

Boni recuerda aquellos primeros días de trabajo en que “la gente se quedaba sorprendida al vernos porque éramos las primeras mujeres policía que veían” y su primer uniforme. “Era una falda pantalón que estaba mal confeccionada, y se subía para arriba todo el rato, y arriba una camisa gris de manga larga, que como nos dieron solo una pues en verano nos remangábamos y en invierno la estirábamos”, explica. En su memoria, recuerdo especial de los zapatos: “Eran un horror. Eran unos zapatos de salón de la firma Segarra, con tacón, así que menos mal que no teníamos que salir corriendo detrás de nadie”, bromea.

Algunas fotografías que atesora Boni Blázquez de sus inicios en el Cuerpo de la Policía Municipal

Inicios difíciles: machismo, discriminación…  

Mercedes recuerda de aquellos días los comentarios machistas que tuvieron que soportar. “Había hombres que nos gritaban que nos fuéramos a nuestras casas, a barrer, a fregar, y a cuidar de nuestros hijos y nuestros maridos”. Boni añade que los comportamientos machistas que sufrieron en la calle “también los vivíamos en nuestro puesto de trabajo, donde algunos compañeros, más que machistas -que también los había- nos trababan con paternalismo”.

En la imagen central, Agustina Crespo, en sus inicios en el Cuerpo de la Policía Municipal

Y es que, en aquella época, además de haber elegido una profesión totalmente masculinizada, también tuvieron que hacer frente a las leyes discriminatorias hacia la mujer. Por ejemplo, tenían prohibido casarse, o la mayoría de edad para ellas era a los 21 años, y no a los 18 como los hombres. Payol explica que algunas compañeras tenían 18 años o 19 años cuando entraron, “así que, si por alguna diligencia tenían que acudir a los juzgados, estaban obligadas a ir acompañadas por su padre”. Tampoco se podían casar. “Luego ya cambiaron las cosas -explica Soledad- y nos podíamos casar y tener hijos, pero las cosas eran muy diferentes de ahora. Recuerdos que nos daban 40 días de permiso antes de dar a luz y 40 después. Si por lo que fuera se te adelantaba o se te retrasaba el parto, perdías los días”.

Actos de conmemoración durante todo el año

Para conmemorar estos 50 años de la incorporación de la mujer al Cuerpo de la Policía Municipal, el Ayuntamiento de Madrid ha organizado diversos actos. Entre ellos, una exposición fotográfica itinerante recorrerá distintos centros culturales de la ciudad hasta final de año, para mostrar la importancia del papel de la mujer en el Cuerpo de Policía Municipal y cómo ha sido su proceso de integración desde 1971 hasta hoy.

Además, las mujeres fueron las protagonistas de los actos por San Juan Bautista, patrón del Cuerpo, que se celebró el pasado 24 de junio en los jardines de El Retiro y que contó, de forma excepcional, con la presencia de Su Majestad la Reina Letizia, que quiso apoyar así el aniversario de este hito histórico.

Fue un día especial para Agustina, Mercedes y Boni, que recibieron una metopa de reconocimiento por pertenecer a la primera promoción de mujeres y por su “valor, perseverancia y dedicación profesional”. Ellas se muestran orgullosas de la decisión que tomaron y a la que llegaron casi por azar, y no por tradición familiar, como suele ser bastante habitual en las profesiones de los cuerpos de seguridad.

En la imagen central, Soledad, Agustina y Boni con tres compañeras de la segunda promoción

En el caso de Mercedes, su padre trabajaba de jardinero en el Escuadrón de Caballería de la Policía Municipal y la animó a hacer las pruebas. El caso de Boni, nacida en Crespos, un pequeño pueblo de Ávila, es aún más curioso. “Yo tenía un familiar en un hospital de Madrid y lo visitaba con frecuencia. Un día pasó el neurólogo con un periódico y leí el titular: ‘Madrid quiere estrenar policía municipal femenina’. Yo apenas conocía la capital, pero en el hospital me informaron de cómo llegar al Ayuntamiento”. Aquel mismo día fue a informarse de en qué consistían las pruebas. “Solo puedo decir que me alegro infinitamente de la decisión que tomé”, resume.

Igual que se alegra de que ahora dos sobrinas suyas sean policías. “Yo no he tenido hijos y que mis sobrinas hayan querido seguir mi profesión es un motivo de orgullo. Además, es que es auténticamente vocacional, como tiene que ser esta profesión”, afirma. Para Sonia y Eva Blázquez, sus sobrinas, las cosas habrán sido más fáciles, sin duda. Pero seguro que no olvidan el camino abierto por aquellas mujeres que, hace medio siglo, rompieron barreras en el Cuerpo de la Policía Municipal de Madrid. /