San Isidro es pradera y romería, es verbena, es chotis y zarzuela, y rosquillas y agua del santo. Y, sobre todo, fiesta al aire libre. La pandemia ha trastocado la celebración de la fiesta de nuestro patrón, aunque la imagen de la ermita y de la pradera del parque de San Isidro siguen estando en el imaginario de los madrileños con la esperanza de recuperarlas muy pronto.

Mientras tanto, el Ayuntamiento, a través del Área de Medio Ambiente y Movilidad, ha aprobado ya la reforma del parque, un espacio natural, situado en pleno Carabanchel, el segundo más grande del distrito después del de Emperatriz María de Austria.

El parque se encuentra descendiendo desde la Vía Carpetana hasta el paseo del Quince de Mayo, junto al margen oeste del río Manzanares, y entre el paseo de la Ermita del Santo y la calle de Carlos Dabán. Un extenso espacio verde con grandes praderas arboladas, caminos terrizos, y hasta un jardín de palmeras conformado por sendas botánicas y fuentes ornamentales.

Sus praderas cobran especial relevancia cada 15 de mayo, la fiesta del patrón madrileño ya que, históricamente, ha sido lugar de celebración y esparcimiento popular, asociados a la romería que anualmente se realizaba a la Ermita de San Isidro, en memoria de uno de los milagros que se le atribuyen al santo.

Esto ha supuesto, sobre todo en los últimos años, una gran presión para este pulmón de Carabanchel por la excesiva afluencia de gente en esta ‘estación de fiestas’. Eso ha acelerado su deterioro, ya que las actuaciones de mejoras puntuales que se han llevado a cabo a lo largo de los años no han sido suficientes para subsanar graves deficiencias como la de su red de drenaje, que provoca que las escorrentías y recogidas de agua generen daños considerables y erosiones en pavimentos y áreas estanciales de algunas zonas.

Once meses de ejecución y más de tres millones de inversión

Con el proyecto de rehabilitación, aprobado por la Junta de Gobierno del Ayuntamiento, se van a invertir 3,2 millones de euros para dar respuesta a la necesidad de renovar el aspecto y la calidad estética y ambiental del parque, lo que se traducirá en una mejora funcional para los usuarios.

Las obras, que tendrán una duración prevista de 11 meses, abarcarán diferentes aspectos de mejora y remodelación. En primer lugar, se acondicionarán los accesos existentes adecuándose a la normativa vigente en materia de accesibilidad. También se crearán otros nuevos desde el paseo del Quince de Mayo.

Después, para la mejora de la red de drenaje, se implantarán sistemas urbanos de drenaje sostenible (SUDS), que contribuirán a la optimización de la recogida de aguas pluviales, y se remodelarán los pavimentos y encintados en algunas zonas de este gran espacio verde.

La rehabilitación paisajística consistirá en plantaciones arbóreas y arbustivas, instalación de una red de riego, alumbrado y pavimentación de nuevos caminos o mejora de los existentes. Además, habrá una nueva zona canina con una fuente con bebedero exclusiva para los animales, y se mejorará una de las zonas infantiles con nuevos elementos de recreo.

La historia detrás de San Isidro

Estas obras aseguran el futuro de un parque que tiene un pasado cargado de historia. A pesar de ser catalogado como tal hace poco más de 40 años, en 1975, esta pradera ya poseía carácter de fiesta y esparcimiento dentro de la tradición popular de Madrid. Actualmente, las fiestas de San Isidro son el pico de actividad y ocupación del parque, al igual que en las fiestas que se han celebrado en esta ubicación durante cientos de años.

La historia y la leyenda se entremezclan en el relato de San Isidro, el santo humilde, labrador de las tierras en las que hoy se sitúa la ermita que lleva su nombre, y en cuyas proximidades, según la leyenda, logró hacer brotar agua de una fuente durante una sequía. El agua proviene de un manantial cercano, que nace a la izquierda de la ermita, y desde entonces, se le han atribuido poderes curativos.

Por eso, la fuente y la Ermita del Santo (construida en 1528 en su honor) han sido un lugar de peregrinación, desde que en 1575 se celebraran allí las primeras romerías en memoria de este milagro que se le atribuye. Posteriormente, en 1725 se reformó la ermita, y en 1811, se construyó el Cementerio de San Isidro.

En los años sucesivos, el parque se fue configurando de distintas formas, ampliándose, amoldándose a la orografía existente, construyendo paseos, etcétera. En el siglo XX se comenzaron a urbanizar los alrededores, lo que integró al parque en el casco urbano, tal y como lo conocemos hoy en día.

Pasado, presente y futuro se alían en el parque de San Isidro./