Primero se llamó El Refugio, en alusión al Colegio de Huérfanas que representaba el núcleo del barrio en el siglo XVII; luego, Maravillas. Desde los 80, para madrileños y foráneos es simplemente Malasaña. Popular, joven, diverso, vivo… Malasaña es mucho más que ocio. Es parte de la historia de Madrid y, muy especialmente, de las mujeres. De hecho, a una de ellas, Manuela Malasaña, le debe el nombre.
Gracias al mapa cultural ilustrado Malasaña y otras mujeres, publicado por el Ayuntamiento de Madrid, a través de Madrid Destino, con textos de la escritora Ana Rossetti e ilustraciones de Carmen García Huerta, podrás seguir la huella de nombres como el de la heroína del dos de mayo, Rosalía de Castro, Rosa Chacel, Emilia Pardo Bazán o María Lejárraga. En total, 16 paradas obligatorias en esa cuadrícula de calles enclavada en el centro de Madrid; 16 edificios plagados de anécdotas en los que estas mujeres trabajaron, vivieron o se casaron.
Primera parada, la iglesia de San Antonio de los Alemanes, (Puebla, 22). Construida en el siglo XVII, pertenece todavía a la Hermandad del Refugio. Allí se fundaría el Colegio de la Purísima Concepción para niñas abandonadas y allí se empezaría a vertebrar el barrio. Las huérfanas encontraron un lugar donde aprender un oficio y una oportunidad para cambiar sus vidas. El barrio encontró su nombre primitivo.
Las heroínas populares de la resistencia madrileña
Si hay fecha grabada en el calendario madrileño es el 2 de mayo. Y el corazón de ese día está aquí, en la plaza del mismo nombre, donde estuvo el cuartel de Monteleón en cuya defensa resistieron 60 militares capitaneados por Luis Daoíz y Pedro Velarde y 150 civiles. Clara del Rey, Benita Pastrana y Manuela Malasaña son tres de las 58 mujeres que perdieron la vida en esa jornada. Clara del Rey vivía muy cerca, en el número 29 de la calle de Velarde. Manuela y Benita eran adolescentes, apenas 17 años llenos de coraje. Manuela es de sobra conocida. Pastrana luchó en el cuartel “defendiendo el cañón del teniente Ruiz hasta ser herida de muerte”. Así consta en la placa del Plan de Memoria de Madrid.
Un motín y varias bodas
San Ildefonso, plaza e iglesia, testigos de la vida cotidiana y de otros hechos que saltaron a la historia. En la plaza estuvo el primer mercado cubierto de Madrid donde, de nuevo mujeres, en este caso las verduleras, protagonizaron los motines de 1885 y 1892. El primero, por la llegada de una epidemia de cólera a la ciudad; el segundo, por la pretensión municipal de subir las tasas de la venta ambulante.
Además de revueltas, hechos románticos. En la iglesia se casó Rosalía de Castro en 1858 con el crítico Manuel Murguía. En 1884, lo haría Concepción Arenal con el abogado Fernando García Carrasco.
Fue en Malasaña donde la considerada madre de las letras gallega compuso su primer poemario, La flor. Lo hizo en la planta baja del número 13 de la calle de la Ballesta, donde residiría desde 1856 a 1858. No muy lejos de allí, en Madera Baja, 6, vivió antes de casarse Concepción Arenal, otra gallega internacional a quien debemos ensayos como La mujer y el porvenir o La mujer de su casa, textos imprescindibles para comprender el camino recorrido hacia la igualdad.
Cantera de pioneras
Echar la vista atrás es descubrir que este barrio es una cantera de muchas de las pioneras españolas. En el siglo XVIII, en el Palacio de Parcent, San Bernardo, 66, residió una mujer que rompía los límites de género, María de Guzmán. Doctora por la Universidad de Alcalá a los 16 años, la primera del país en conseguir ese grado, fundadora de la rama femenina de la Sociedad Matritense y precursora de nuevos métodos pedagógicos, haciendo suyo el lema de la Ilustración ‘Socorre enseñando’.
Otra malasañera con surco profundo en la memoria madrileña fue Clara Campoamor, principal artífice del sufragio femenino español. Aunque su huella en la ciudad es visible -centros culturales, premios literarios y monumentos- su vida parte de la calle del Marqués de Santa Ana, 4, la casa en que nació.
Primera periodista en plantilla del país, corresponsal de guerra y organizadora de la primera manifestación feminista en España. Se llamaba Carmen de Burgos (1867-1932) y en San Bernardo, 76, organizó Los miércoles de Colombine, seudónimo con el que firmaba a petición de Augusto Figueroa, su jefe y director del Diario Universal. Allí consiguió lo que le vetaban en sitios como el Ateneo, donde no se admitían señoritas: reunir a personalidades de las artes y las letras y elevar el debate intelectual.
Fábrica literaria
Malasaña parecía alentar la literatura. Además de Rosalía o Concepción Arenal, allí crearon Emilia Pardo Bazán, Rosa Chacel o María Lejárraga. Doña Emilia, otra gallega internacional, poseía el edificio de San Bernardo, 35, en el que residió entre 1880 y 1915. Catedrática de Lenguas Neolatinas en la Universidad Central, primera mujer en pronunciar una conferencia en La Sorbona, Pardo Bazán escribió en ese edificio madrileño la mayor parte de su obra. Y en la iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, (Dos de Mayo, 11), mantendría sus legendarios encuentros con Benito Pérez Galdós. Un templo testigo también de la boda de la escritora María Lejárraga y el dramaturgo y empresario teatral, Gregorio Martínez Sierra. Lejárraga antes de sumergirse de lleno en la literatura ejerció de maestra en la escuela para niñas del Dos de Mayo y se hospedó durante ese tiempo en una casa de la calle de Manuela Malasaña, 18.
Rosa Chacel, vallisoletana de nacimiento, pasó su adolescencia en San Vicente Ferrer, 32. De esa casa daría cuenta en sus memorias, Desde el amanecer, y de este barrio cogería el nombre una de sus novelas más conocidas, Barrio Maravillas, escrita a la vuelta de su exilio brasileño.
Rezumando arte en cada esquina
Chacel, antes de la literatura, tuvo otra pasión, la escultura. Fue en una escuela del barrio, la de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos (Palma, 46), donde inició su formación en las artes plásticas. Es otra de las paradas del mapa.
Muy cerca, en la calle del Pez, un fotógrafo, Paco Gómez, encontró en la basura una inquietante colección de fotografías que dio pie a su libro, Los Modlin, el relato de la familia de la pintora estadounidense Margaret Modlin, nacida en 1927 e instalada en Madrid desde 1970, al parecer siguiendo el consejo del escritor Henry Miller. Aquí, la conocida como la gran pintora del Apocalipsis desarrolló gran parte de su obra.
De la pintura al teatro y a la música. En la calle de la Madera Alta, 20, nació en 1863 la actriz Loreto Prado, que se subió con 14 años a las tablas por pura necesidad económica y se convertiría en una de las actrices más populares y queridas de la época.
Y en Libreros, 5 tenía su casa la soprano Julia Espín, conocida como Guilietta Colbrant, y, según los rumores, el amor de Gustavo Adolfo Bécquer y la inspiración de sus famosas Rimas.
Heroísmo, feminismo, literatura, arte, romanticismo. Todo converge en Malasaña. Lo verás en el mapa.