Recientemente, el Ayuntamiento de Madrid ha dado un homenaje a unas mujeres que, de la cantera madrileña, han subido a lo más alto del podio deportivo internacional. De distintas disciplinas, las medallistas olímpicas madrileñas son ejemplo vivo de los valores del deporte: tesón, sacrificio, superación, compañerismo… También son el orgullo de una ciudad como Madrid, en cuya hoja de ruta está lograr que niñas y jóvenes sigan enganchadas al deporte al llegar a la adolescencia. La campaña ¡Chicas, el deporte os hace poderosas!, que desarrolla el Ayuntamiento, es una buena muestra. Conoce un poco más de cerca su historia.
El palmarés deportivo olímpico madrileño en femenino arranca en 1992, año en el que España por primera vez acogía una cita olímpica, en la que el deporte nacional rubricó una de sus mejores páginas. Y el madrileño también: seis mujeres en el podio, todas jugadoras de hockey, se colgaron el oro. A ellas, en la cita olímpica de invierno de Albertville (Francia), se les sumó otra madrileña, miembro de una familia cuyo nombre es sinónimo de esquí, Blanca Fernández Ochoa. El palmarés de la esquiadora de Cercedilla, fallecida en 2019, es de sobra conocido: además del bronce olímpico, y sus diplomas olímpicos en Sarajevo o Cálgary, (quinta y a punto de conseguir un oro, frustrado por una caída), su participación en distintos mundiales enriqueció su medallero particular con cuatro oros, seis platas y nueve bronces.
Blanca Fernández Ochoa
Las chicas del oro
Menos conocidas, el hockey no deja de ser un deporte más minoritario, son las chicas del oro: Mercedes Coghen, Sonia Barrio, Natalia Dorado, Victoria González Laguillo, Isabel Martínez de Murguía y Virgina Ramírez Merino.
Las seis con formación académica distinta -desde Derecho (Coghen) a Veterinaria (González Laguillo), pasando, por las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (Barrio y Dorado) o Pedagogía (Martínez de Murguía)-, tras colgar botas y palos siguieron vinculadas al deporte. Algunas, alentando con su trabajo las aspiraciones madrileñas a la sede olímpica, como Coghen o Ramírez Merino; otras, desde la enseñanza como Natalia Dorado, o desde la gestión deportiva como González Laguillo, presidenta de la Comisión ‘Mujer y Hockey’ y entrenadora y directora técnica de la escuela del Club de Campo, una institución totalmente vinculada al Ayuntamiento.
Su compromiso con el deporte quedó claro en la comparecencia de Isabel Martínez de Murguía ante el Senado en 2001 para la creación de una “Comisión especial sobre la situación de los deportistas al finalizar su carrera deportiva”. Esta jugadora ha recogido recientemente, en nombre del equipo olímpico de Barcelona 92, el Premio Edelmira Calvetó, que distingue a aquellas personas o colectivos que han trabajado por la igualdad de la mujer.
Gimnasia rítmica y judo en el podio
De Europa a América y de España a Atlanta. Nueva cita en 1996 y más medallas para las madrileñas, en este caso en dos disciplinas tampoco mayoritarias: gimnasia rítmica y judo. En la primera, Estela Giménez Cid fue oro en el concurso completo por conjuntos. Esta madrileña, nacida en 1979, llegaba a Atlanta con dos oros mundiales y un subcampeonato de Europa. Tras este oro olímpico, una prolongada lesión la obligó a retirarse en 1997. Después ha ejercido de entrenadora, modelo publicitaria y presentadora de televisión.
Yolanda Soler abrió una página en el judo femenino español con el bronce de Atlanta. Esta mostoleña ya había saboreado el triunfo. Venía con un diploma olímpico en Barcelona y atesoraba un bronce (1991), una plata (1992) y tres oros de los europeos de 1993, 1994 y 1995. Se retiró en 1999 para seguir ligada al judo como entrenadora y seleccionadora nacional para las categorías infantil, cadete y sub-23. En 2009, fue nombrada seleccionadora absoluta, cargo que desempeñó en los Juegos de 2012.
En Atenas volvieron las medallas
Tras la sequía de Sidney 2000, en Atenas volvieron las medallas en 2004 para las deportistas madrileñas. Dos nombres -Virginia Ruano y Patricia Moreno-, en dos disciplinas, tenis y gimnasia artística, modalidad suelo, respectivamente.
Ruano consiguió la plata en dobles femeninos, un título que revalidaría cuatro años más tarde en las olimpiadas de Pekín. En Atenas, con Conchita Martínez de pareja. En Pekín, con Anabel Medina. En 2003 sería número 1 del ranking mundial de dobles.
Entre sus títulos, 10 Grand Slam: un abierto de Australia y tres en Estados Unidos; seis Roland Garros y un WTA Tour Championship. Tras su retirada en 2010, sigue vinculada al tenis, organizando torneos.
Moreno entrenó en las categorías inferiores en un mítico centro deportivo municipal, el Moscardó, sede de la selección española, y a los 12 años ingresó en el CAR de Madrid como miembro del equipo nacional. Junto a su medalla de bronce en el ejercicio de suelo, se trajo de Atenas también el diploma olímpico por equipos. Su extenso palmarés deportivo se complementa con premios como el Siete Estrellas del Deporte de la Comunidad de Madrid (2005), la Medalla de Plata de la Real Orden del Mérito Deportivo del CSD (2006) y la Medalla al Mérito Gimnástico de la RFE de Gimnasia (2006). Ahora es entrenadora en categorías base y gestora deportiva.
2008, la hora de la natación sincronizada
En Pekín llegó el triunfo de dos madrileñas en una disciplina pujante, la natación sincronizada. Alba Cabello y Raquel Corral se colgaron la plata por equipos y la primera, Cabello, repetiría podio en Londres 2012, con un bronce también por equipos.
Alba Cabello logró varios campeonatos nacionales con la AD Sincro Retiro. Luego empezó a sumar trofeos: un bronce en equipos y combo en los mundiales del 2005, una plata en ejercicio libre por equipos en 2007, otro oro en combo y una plata en equipo libre en 2009. Son solo unos ejemplos. Actualmente, forma parte del cuerpo técnico de la Federación Catalana de Natación.
Raquel Corral aterrizó en Pekín con el diploma olímpico de Atenas, una plata en combo en los mundiales de 2003, otro bronce en los de 2005 y, tras Pekín, llegó la plata en los mundiales de 2009. Tras retirarse en 2010, compagina su trabajo en la Fundación Madrid Olímpico con el de entrenadora en el Canoe. Desde 2016 preside la Asociación de Deportistas del Agua.
El waterpolo irrumpe en 2012
En Londres, el medallero madrileño tiene un deporte, el waterpolo, y dos nombres: Laura López Ventosa y Pilar Peña, plata olímpica ese año. De nuevo una disciplina minoritaria nos subía al podio.
A Londres Laura llegó con el aval del subcampeonato del mundo de 2008. Después vendría el oro en los europeos del 2013 y 2014. Por su carrera deportiva, el CSD le otorgó la Medalla de Bronce (2013) y de Plata (2014), de la Real Orden del Mérito Deportivo. Hoy ejerce como fisioterapeuta y colabora con la RFE de Natación.
Pilar Peña atesora muchas ligas –dos con el CN Ondarreta, ocho con el CN Sabadell-, siete Copas de la Reina, ocho Supercopas de España, cuatro de Europa y tres Supercopas de Europa. Sigue en activo. Es capitana de la selección española y juega en la División de Honor femenina con el CN Terrassa.
En Río se estrenó el baloncesto
Y en la última cita olímpica, Río 2016, de nuevo la gimnasia rítmica -concurso completo por conjuntos- da a España la plata. En la selección, una madrileña: Sandra Aguilar, campeona nacional en categoría alevín, primero en individual, dos años más tarde en conjuntos. Sandra es, junto con Alejandra Quereda, la gimnasta de rítmica que posee más medallas en competiciones internacionales, 42. Graduada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, durante más de tres años trabajó como secretaria técnica en la federación y, en marzo de 2018, debutó como jueza. Tiene el Premio 7 Estrellas de la Comunidad de Madrid como mejor deportista femenina en 2014 y 2015.
Y también en Río, el baloncesto nos dio podio con la plata que consiguió el equipo español. En él estaba Laura Quevedo, madrileña, dos veces subcampeona de España y campeona de Europa, en las categorías sub-16, sub-18 y, en dos ocasiones, sub-20. Fue designada ‘jugadora más valiosa’ en 2011 (en categoría cadete) y en 2013 (júnior). /