La foto más importante de la estancia principal de su casa es una instantánea en la que él aparece junto a sus hijos, Daniel y Eduardo, de 26 y 28 años respectivamente. Los tres lucen la camiseta del equipo de Chamartín en el que Eduardo (padre), de 59, lleva 39 jugando al fútbol sala. ‘Los Gayolas’ es uno los equipos más veteranos que participan en los Juegos Deportivos Municipales de Madrid, una competición que lleva en marcha cuatro décadas.
Eduardo es, si no el que más, uno de los más veteranos participantes de los Juegos Deportivos Municipales. Exceptuando la primera edición (temporada 1979-80), no se ha perdido ninguna. “Tengo todas las ediciones jugadas”, reconoce. Ahora se preparan ya para encarar la nueva temporada de los juegos que, para los equipos senior comenzará el 14 de noviembre. El plazo de inscripción termina el próximo día 9.
Fue con Enrique Tierno Galván como alcalde de Madrid cuando los Juegos Deportivos Municipales iniciaron su andadura y fueron consolidándose con el paso de los años. “Era la época de la ‘movida madrileña’ y los Juegos Deportivos Municipales también eran una movida”, explica con humor Eduardo. “La gente se entusiasmaba con todo aquello que significara participación. Eran unas competiciones muy básicas. Para apuntarnos, teníamos que rellenar unas fichas, hacer todo presencial en el propio Ayuntamiento”.
Se ríe también el veterano cuando recuerda cómo antes las equipaciones “eran de aquella manera, pues cada uno iba a su aire. Si nos tocaba ir de blanco, pues más o menos todos llevábamos una camiseta blanca, pero ninguna era igual que la de tus compañeros de equipo y no llevábamos ni número en la espalda… Algunos árbitros, que tampoco iban uniformados, no conocían bien las reglas del juego. Era todo muy ochentero”, sentencia. “Igualito que ahora –dice con ironía-, por ejemplo, este año, hemos ido como el Ajax, y las equipaciones no tienen nada que envidiar a las oficiales de ese equipo, todo al detalle”, explica. Y añade: “Vamos a los partidos hechos un pincel, nos saludamos como en la Champions y solo falta la música y los niños agitando la bandera” (risas).
De campo de cemento a campos profesionales
Aunque Eduardo compaginó durante algunos años el baloncesto con el fútbol sala, al final fue este último deporte el que le acabó atrapando. Primero, como jugador, después y hasta ahora, como portero. “Era un deporte muy nuevo y poca gente empezaba a conocer el fútbol sala entonces. No había muchos campos donde practicarlo”. Poco a poco, los recursos económicos fueron incrementándose y con ellos, llegaron nuevos espacios donde practicar deporte, “ahora hay muchos más campos e infraestructuras mejoradas”, señala.
Transmite asombro Eduardo cuando relata también cómo han evolucionado los Juegos Deportivos Municipales. “Antes jugábamos los amigos de la adolescencia que nos apuntábamos a esta competición, en lugar de jugar en la calle… Poníamos 500 pesetas para hacer las fichas y con eso cubríamos toda la temporada… Ahora todo es mucho más profesional, empezando por los árbitros”.
Chamartín era entonces un distrito “de salida de Madrid, era un barrio periférico, la M-30 había nacido un poco antes, en el 74, y no llegaba, como ahora, la línea 9 de metro. Había algún campo de cemento con una valla, y poco más”, recuerda. “Ahora llegas a encontrarte con jugadores que han estado en primera división, incluso alguno que ha ganado hasta un mundial”. Fue el año pasado cuando su equipo acabó “echándose” unos penaltis contra otro cuyo portero, de renombre internacional, tenía en sus espaldas dos títulos mundiales.
Un equipo que abarca dos generaciones
“Me gustaba pensar que algún día pudiera llegar a jugar con mis hijos”, dice Eduardo. “Y ahora, no solo juego con mis hijos, también con mis sobrinos”. A través del deporte se han estrechado más vínculos y lazos familiares y de amistades cercanas. “En el equipo también están varios amigos de la infancia de mis hijos, amigos desde los cuatro años. Yo llevé a esos niños a entrenamientos y partidos y ahora que ya son mayores, todos son parte del equipo sénior”.
“Jugué con mis amigos durante 10 o 12 años, después cada uno hizo su vida y debido al trabajo, los hijos, etc. algunos se fueron descolgando. Luego llegaron mis sobrinos mayores y después se sumaron Eduardo y Daniel, mis hijos, que a su vez trajeron a algunos amigos. Es un equipo familiar y de amistades”, reconoce y explica la importancia que para ellos y para otros muchos equipos tienen los Juegos Deportivos Municipales. “Es una competición muy importante para mucha gente, es una manera de hacer algo con familiares o con amigos que no haríamos si estos juegos no existiesen. Esto nos une, permite vernos y compartir muchas vivencias. Te mantienen vivo, en tensión… es bueno competir con deportividad”. Eso sí, Eduardo tiene claro quién es el que manda: “Yo soy El Capi, pago las fichas, escribo algunas crónicas de los encuentros y también invito a las cañas después de los partidos”, concluye con humor.