Nuevas emociones, diversiones y sorpresas nos esperan en la Ronda de Atocha, 35. Allí se ubica el Teatro Circo Price que este fin de semana ha reabierto sus puertas con todas las garantías sanitarias y con más ganas que nunca de atraer a los espectadores más exigentes.

Espectáculos como Flig, Suspensión y Gran Reserva nos esperan en las próximas semanas, además de la producción propia Mil Novecientos Setenta Sombreros, que será un homenaje al antiguo Price del que el espacio toma su nombre. Y es que la historia de este teatro madrileño va aparejada irremediablemente a la de nuestra ciudad.

Sus inicios datan del siglo XIX, de la mano del domador de caballos irlandés Thomas Price, quien llegó a la capital en 1847 cuando entre el público madrileño las artes circenses suscitaban gran pasión. De entonces destacan el Circo Rivas, el Circo Nuevo, el Teatro Circo Príncipe Alfonso o el Circo Colón.

Precisamente, la buena acogida de este tipo de espectáculos llevó a Price a crear su propio circo. Perteneciente a una antigua estirpe de acróbatas, en 1868 ve su sueño hecho realidad cuando nace el primer Circo de Price en el paseo de Recoletos, cuyo gran éxito se vio plasmado en 1879 en un nuevo proyecto mejor dotado y capaz de acoger números mucho más espectaculares de la mano de su yerno, el también domador William Parish, tras el fallecimiento de Price. El 5 de diciembre de 1880 el edificio diseñado al efecto por Agustín Ortiz de Villajos se inaugura en la plaza del Rey, donde ahora encontramos la sede del Ministerio de Cultura.

La llegada del siglo XX, esplendor del Price

Cuando comienza el siglo XX, en el Price se podían ver espectáculos tan diversos como números de revista, lotería, combates de lucha libre y boxeo, conciertos de música clásica o los propios del circo. Todos ellos cesan con la Guerra Civil y con el bombardeo que un día destruye las instalaciones.

Pero el Price renace una vez más en 1940 cuando es reconstruido. Los años que transcurren entre 1940 y 1970 serán los de mayor esplendor y lo convertirán en la ’catedral del circo español’. Las actuaciones de magníficos artistas así lo atestiguan: legendarios conciertos; recitales de flamenco de Antonio Molina, Juanito Valderrama o Rafael Farina y rock los domingos por la mañana con Miguel (Mike) Ríos a la cabeza. También se hacen famosos los espectáculos de revista con Mary Santpere, Ángel de Andrés o Luis Sánchez Polack, ‘Tip’.

A pesar de estos éxitos, el 12 de abril de 1970 es la última función del llamado segundo Price, pero pronto se vería que este centro artístico debía renacer una vez más y ser recuperado. En los años 80 y 90 un grupo de expertos en artes circenses, asociaciones y artistas del mundo trabajaron conjuntamente para que su vuelta fuese una realidad. Entre ellos, Arturo Castilla, director del antiguo Price que puso todo su esfuerzo en el objetivo de que Madrid contara con un teatro circo nuevo.

El Price actual

En 1999 el Ayuntamiento de Madrid retoma el proyecto, que se hace realidad gracias a la colaboración de las administraciones públicas y adquiere una finca situada en el 35 de la Ronda de Atocha, donde estuvo la fábrica de galletas Pacisa, con el compromiso de construir un circo estable.

Con una inversión de más de 25 millones de euros, se inician las obras en 2002 bajo las órdenes del arquitecto Mariano Bayón. Con este centro cultural, Madrid se sumaba a otras capitales europeas como Paris, Bruselas, Londres, Viena, Lisboa o Budapest que poseen espacios similares.

Tras cuatro años de obras, llegaron las navidades de 2006 y con ellas la reapertura que se completaría con su inauguración oficial en marzo del año siguiente. Desde entonces, el Price ha crecido convirtiéndose en gran referencia de la escena y el espectáculo madrileño.

La historia del Price es la del constante renacimiento, su incesante fuerza para seguir avanzando a pesar de las dificultades. En esta temporada y tras las restricciones que la pandemia ha provocado, el Price sigue dando una lección de resurgimiento, de vida y fuerza. Y nos espera con todas las medidas sanitarias de seguridad.

¡Señoras, señores, arriba el telón!