Ha pasado más de un siglo desde que la pelota golpease por última vez en sus paredes de piedra, pero el Beti Jai, el único frontón centenario que existe en Madrid, vuelve a abrir sus puertas para que los ciudadanos puedan disfrutar de un espacio emblemático que guarda historias deportivas y sociales de toda una época.
Desde el 1 de septiembre, el Beti Jai es uno de los nuevos enclaves que forman parte del Programa de Visitas Guiadas Pasea Madrid que pone en marcha el Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento a través de la dirección general de Patrimonio Cultural. La iniciativa, totalmente gratuita, busca acercar a madrileños y visitantes a las riquezas patrimoniales que salpican la geografía de la capital como el búnker del jardín de El Capricho o el mirador del monumento a Alfonso XII, entre otras. El programa ha sido muy bien acogido por los ciudadanos: las entradas disponibles para las visitas, que requerían de reserva previa, se han agotado en apenas unas horas.
Este año, uno de los espacios más demandados para visitar ha sido el frontón Beti Jai. Si te has quedado sin plaza, no te preocupes, desde Diario Madrid hemos ‘paseado’ por sus instalaciones para que conozcas su historia y contarte cómo se encuentran las instalaciones de este tesoro patrimonial que ha permanecido escondido y en silencio durante muchos años.
Más que un equipamiento deportivo
El Beti Jai (‘siempre fiesta’ en euskera) es uno de los 30 frontones que se levantaron en el Madrid de finales del siglo XIX, en unos años en los que el juego de la pelota vasca se hizo muy popular en la ciudad. Pero no era uno más. Su estilo ecléctico y neomudéjar, construido con técnicas y materiales innovadores para la época, hicieron de este equipamiento deportivo toda una joya arquitectónica. Tal es así, que en 1991 fue declarado Monumento Nacional y en 2011 se catalogó como Bien de Interés Cultural y Monumento del Conjunto Histórico de la Villa de Madrid.
Con 125 años de historia
El frontón, obra del arquitecto Joaquín de Rucoba y Octavio de Toledo, se encuentra en el número 7 de la calle Marqués de Riscal, en el distrito de Chamberí. Se inauguró en 1894 y durante más de dos décadas acogió numerosas competiciones de pelota vasca, además de otras pruebas deportivas y espectáculos de diferente naturaleza. A partir de 1918 comenzó a tener otros usos que poco tenían que ver con su actividad original: taller de coches, comisaría de policía, almacén, incluso cárcel.
Una visita que impresiona
En una parcela de 3.600 metros cuadrados, el edificio del Beti Jai cuenta con una superficie construida de 10.800 metros cuadrados distribuidos en varias alturas. Desde fuera, el único elemento visible es su fachada principal de estilo ecléctico, pero una vez en su interior la vista es sobrecogedora. Nadie puede imaginar que esa sencilla portada de la calle Marqués de Riscal, que bien podría albergar un edificio residencial o de oficinas de los que existen en la zona, oculte en su interior una fascinante instalación deportiva que llama la atención tanto por su tamaño como por el aire mágico que deprende.
Desde la pista de planta elíptica impresiona la monumentalidad del edificio levantado en cuatro plantas cerradas al interior con balconadas corridas. Destaca la fachada curva lateral de estilo neomudéjar y el entramado de columnas y vigas de hierro de fundición que sirven de apoyo a la gradería, algunas de las cuales están curvadas para que desde cualquier punto de las gradas, con capacidad para 4.000 espectadores, se pudiese ver lo que sucedía en la cancha de juego.
Máximo respeto a la construcción original
En el año 2015 comenzaron los trabajos de rehabilitación del Beti Jai para que el frontón recuperarse el esplendor de sus grandes días de juego de pelota, respetando al máximo la originalidad del edificio. Para ello, fue necesario realizar un exhaustivo trabajo de investigación en el que se tomaron de referencia periódicos de la época, documentos y planos guardaos en bibliotecas y conversaciones con expertos.
Además, el Beti Jai conserva gran parte de su belleza y esencia primigenia gracias a algún sorprendente y agradable hallazgo durante las obras. Para sorpresa de los equipos que trabajaban en su restauración, detrás de un tabique se encontró un arco neomudéjar en buen estado y en una esquina se amontonaban tejas planas que eran originales y que han servido de modelo para las tejas empleadas en la cubierta.
Uso de las técnicas más modernas
El proceso de rehabilitación del Beti Jai, que finalizó el pasado año, ha sido largo, laborioso y complicado, ya que nada se podía dejar al azar. Antes de comenzar los trabajos, se realizó un levantamiento con escáner láser del edificio, que también se modeló en 3D. De este modo se pudo conocer la dimensión de cualquier elemento de la instalación con una precisión milimétrica y garantizar que todos los elementos que se desmotaban se podían recuperar tal y como eran.
Durante toda la reforma, el objetivo ha sido mantener la mayor parte de los elementos existentes, sustituyendo solo aquellos que debido al deterioro por el paso de los años y el desuso no se podían recuperar. Así, solo se ha tenido que fabricar una barandilla; el 95 % de las vigas se han recuperado y reforzado y todos los elementos originales como escudos, capiteles, cornisas, azulejos, letras, etc., se han restaurado para crear moldes y reproducirlos tal y como eran.
Además, se ha recuperado la verticalidad de los muros, la balaustrada superior, que estaba desaparecida, así como la disposición original de las fachadas. Otro de los trabajos más significativos es el realizado en las cubiertas, totalmente reestablecidas, incluyendo los lambrequines o elementos de madera que las remataban por el interior de las gradas.
Ahora, finalizadas las obras de restauración y consolidación estructural del edificio, el siguiente paso será recuperar la decoración interior, los elementos de carpintería, las pinturas murales y todas las actuaciones necesarias para ponerlo en uso de acuerdo a la normativa actual sobre accesibilidad, seguridad, etc.
Futuro uso deportivo y cultural
Ya falta menos para que el Beti Jai vuelva a ocupar un lugar destacado en la vida deportiva, social y cultural de la ciudad. Pero aún quedan actuaciones que realizar y decidir la utilización final de la instalación.
En la actualidad, el antiguo plan que contemplaba los usos futuribles del frontón está paralizado por los tribunales por un defecto formal, aunque el objetivo del Ayuntamiento es elaborar un nuevo programa de rehabilitación y dotación de uso para “ponerlo en marcha cuanto antes y que este frontón pueda volver a tener un uso adecuado y recuperar la dignidad que merece este espacio patrimonial de gran valor”, según ha asegurado el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, en una visita reciente a sus instalaciones.
¿Cuál será el fin del Beti Jai? El Consistorio lo tiene claro: tiene que estar a la altura del valor patrimonial e histórico del espacio, por lo que el uso de la instalación tendrá un carácter deportivo pero también cultural, albergando teatro o cine de verano, y cívico.