Concha Velasco se enamoraba de un conductor de la EMT en ‘El día de los enamorados’; José Luis López Vázquez fue el conductor ficticio y real de un Pegaso 5022 en ‘No somos ni Romeo ni Julieta’, y Penélope Cruz dio a luz en un autobús de los años 70 en ‘Carne trémula’. Son algunos ejemplos de que la pasión por contar historias urbanas en Madrid han convertido a autobuses y tranvías de la Empresa Municipal de Transporte (EMT) en improvisados set de rodaje. Estos vehículos no han sido únicamente atrezo sino que se han convertido en escenarios protagonistas, desde hace décadas, de algunas míticas películas españolas.
En los años 50 y 60 fueron varias las películas que eligieron a los tranvías y buses de esta empresa municipal como acompañantes de los protagonistas. Concha Velasco fue una de las actrices que más momentos compartió, desde ‘Las Chicas de la Cruz Roja’ (1958), bajando de un bus en la plaza de España pidiendo donativos, hasta en ‘El día de los Enamorados’ (1959), dónde se enamoraba de Manolo, un conductor de EMT, interpretado por Tony Leblanc, al volante de los recién llegados Leyland Royal Tiger. En ‘La vida por delante’ (1958) dirigida por Fernando Fernán Gómez utilizaron también un Leyland de piso bajo pero reconvertirlo en trolebús para la ocasión.
Otro conductor ficticio de EMT de renombre fue José Luis López Vázquez en la película ‘No somos ni Romeo ni Julieta’ (1969). Durante el rodaje, al no disponer de extras, no tuvo reparos en conducir el mismo el Pegaso 5022 que le correspondía a su personaje.
Peticiones difíciles y curiosidades de los rodajes
Javier Muelas, jefe del servicio de Publicidad y Desarrollo de Negocio de la empresa, señala que siempre se intenta poner las máximas facilidades al equipo de producción cuando aceptan la petición de un rodaje determinado. “Depende de la naturaleza de la película a veces piden un autobús muy moderno o, todo lo contrario, necesitan uno antiguo, que también tenemos en nuestras cocheras. Hay veces que entran propuestas muy difíciles de atender, por ejemplo hace poco para una serie española basada en un futuro distópico nos pidieron un autobús eléctrico pero viejo y estropeado, y claro, eso era imposible”, explica.
Otras en cambio, aunque difíciles, sí se han podido conseguir. “La película ‘Despido improcedente’ (2017), con Imanol Arias, está ambientada en Argentina pero una parte se rodó en Madrid. Tuvimos que vinilar un autobús completamente para que pareciera uno de Buenos Aires”, cuenta Muelas.
Éxitos internacionales
Otras películas con un bus de la EMT copando el protagonismo en algún momento del metraje han sido ‘Bajarse al moro’ (1989), ‘Átame’ (1990), ‘Aquí el que no corre, vuela’ (1992) o ‘Más que amor, frenesí’ (1996).
Algunos guionistas hasta los transformaron en salas de parto improvisadas, como en ‘Un pan debajo del brazo’ (1984) de Mariano Ozores, dónde Fedra Lorente está a punto de dar a luz en el interior de un autobús, o en ‘Carne Trémula’ (1997) de Pedro Almodóvar, donde una embarazadísima Penélope Cruz se ponía de parto a bordo de un Pegaso 6035 (proveniente de Burgos) de los años 70, en una escena rodada en la plaza de la Provincia.
En los autobuses antiguos, y para poder instalar todos los aparatos que se necesitaban para rodar una escena, a veces había que quitar asientos, para ganar amplitud, o incluso abrir el techo para determinadas tomas. “Eso ahora es mucho más difícil, puesto que los autobuses actuales tienen unos sistemas de anclaje más sofisticados, pero lo cierto es que al final los equipos de producción se adaptan a nuestros requisitos y con su creatividad y nuestra disposición, todo acaba saliendo satisfactoriamente”, afirma Muelas.