Contaban los periódicos que don Benito Pérez Galdós había asistido la tarde del domingo, 19 de enero, a la inauguración del monumento con el que la ciudad de Madrid rendía homenaje a uno de los escritores que mejor había “narrado” la vida de sus barrios y sus gentes. Don Benito, sentado en un sillón y muy abrigado, porque andaba con salud precaria, escuchó los elogios que hicieron de su obra Luis Garrido Juaristi, el alcalde de la villa, y Serafín Álvarez Quintero, el dramaturgo que representaba el mundo cultural de la época.
A Galdós le acompañaban también el escultor de su efigie, Victorio Macho, un joven artista que, años después esculpiría otros dos monumentos que se encuentran en el mismo parque: los de Jacinto Benavente y Santiago Ramón y Cajal.
“La estatua representa al escritor sentado en una silla y tapado con una manta. Era la imagen que veía Victorio Macho cuando le visitaba en su casa”, explica un historiador de la Dirección General de Patrimonio del Ayuntamiento de Madrid. “Galdós estaba casi ciego y parece ser que palpó la escultura con los dedos y que se emocionó porque reconoció en ella su propia cara”.
Don Benito es el único escritor que ha conocido en vida su propia escultura. Situada cerca de la confluencia del paseo Fernán Núñez con el paseo de Uruguay (en las inmediaciones de la zona donde se celebra anualmente la Feria del Libro de Madrid), el monumento se costeó mediante suscripción popular. El Ayuntamiento de Madrid aportó el terreno y 3.000 pesetas de entonces. La Real Academia de la Lengua aportó 1.000 pesetas. Y el resto vino de donaciones de amigos, lectores y admiradores de don Benito. Por su parte, Victorio Macho trabajó sin cobrar un sueldo.
Lectura de sus novelas
La estatua forma parte del patrimonio municipal, al igual que todas las demás estatuas del parque de El Retiro. Frente a ella, con una lectura de textos del escritor, comenzó en enero el programa que ha elaborado el Ayuntamiento, en colaboración con diversas entidades culturales, para conmemorar el centenario del fallecimiento del escritor, lo que ocurriría justo un año después de la inauguración del monumento.
Conferencias, placas conmemorativas, itinerarios por los barrios y mapas de localización de los edificios en los que habitó o trabajó, mesas redondas, artículos en la prensa recrean durante 2020 la biografía de Galdós y la transcendencia de los personajes que creó en sus libros.
En realidad los protagonistas de Galdós no han dejado nunca de tener vigencia aunque hayan transcurrido más de cien años desde que se publicaron las novelas que protagonizaban. Madrileños y turistas que cruzan la plaza de Pontejos suelen elevar la vista hacia los balcones del edificio donde residían Juanito Santa Cruz y su esposa Jacinta. Imaginan a Fortunata cruzando la plaza Mayor o entrando en el portal de la Cava de San Miguel donde una placa conmemorativa mantiene su memoria. O a la señora Benina apostada junto al portón de la iglesia de San Sebastián donde mendigaba para comprar alimentos para su señora.
Galdós ha sido nombrado Hijo Adoptivo de Madrid, la ciudad a la que llegó de joven para estudiar en su universidad y en la que se quedó ya hasta su muerte. Sus novelas son imprescindibles para entender la vida de la sociedad madrileña de finales del siglo XIX.
El próximo 2 de mayo el monumento volverá a ser punto de encuentro para los galdosianos. Siguiendo una costumbre iniciada en 2016, se hará una lectura de fragmentos de los Episodios nacionales, en los que se relatan los hechos históricos sucedidos en esa fecha: la sublevación de los madrileños contra las tropas invasoras de Napoléon. El acto cuenta con el apoyo del Ayuntamiento.