Se considera sobre todo docente porque ha tenido una larga carrera como profesora, de la que se siente orgullosa. Y se considera andaluza de pura cepa porque nació y creció en Sevilla y no ha perdido nunca ese acento que denota su procedencia. Pero María Galiana tiene también una brillante trayectoria como actriz de cine y de teatro y una biografía que la liga a Madrid desde sus años de estudiante.
“Tengo mi casa aquí desde hace 20 años por motivos de trabajo pero yo conozco Madrid desde siempre. Cuando era joven venía con frecuencia, unas veces para investigar en la hemeroteca para mis estudios de Historia y otras con mis amigas a ver teatro. Cogíamos el tren, que tardaba toda la noche en llegar y entre el sábado y el domingo nos daba tiempo a ver hasta tres funciones en diferentes teatros”.
La oferta cultural de Madrid era un gran atractivo para una universitaria que adoraba el arte escénico y hacía ya sus pinitos sobre las tablas. También le gustaban sus rincones históricos, los barrios antiguos, la actitud de la gente que la recibía.
“Yo le decía a mi madre cuando volvía a casa: oye, mamá, es que en Madrid nadie se mete con nadie. Porque los madrileños sois muy respetuosos con los que vienen de fuera. Cuando yo veo que hay tanta gente de fuera, como yo, que vive en esta ciudad como si fuera la suya… Eso no pasa tan fácilmente”, opina María.
Su afición al teatro no se interpuso en su vocación docente. María estuvo casi cuatro décadas impartiendo clases de Arte e Historia en diversos institutos de Sevilla. Nada hacía presagiar el futuro que le esperaba frente a las cámaras o sobre los escenarios. Hasta aquel verano de 1985, cuando se prestó a colaborar, invitada por uno de sus alumnos, en una película que estaba rodando un grupo de jóvenes sevillanos aficionados. Esa película, titulada Made in Japan, le abrió de par en par las puertas del cine.
“A finales de los ochenta aparecieron por Sevilla José Luis García Sánchez y Juan Diego. Estaban buscando una señora andaluza que hablara de una manera normal, o sea, que no querían una castellana que imitara el acento andaluz. Así que vieron la película de mis alumnos y me contrataron para Pasodoble”.
Del aula al cine
Durante los siguientes diez años, María Galiana tuvo pequeños papeles en otras películas de García Sánchez y también intervino en obras de Fernando Aranda, Jaime de Armiñán y Gutiérrez Aragón. La profesora aceptaba trabajos que no le impidieran seguir dando sus clases, porque nunca se planteó pedir una excedencia. Sin embargo, lo mejor estaba por llegar.
En 1998, cuando ya la quedaban poco más de un curso para jubilarse, Benito Zambrano la eligió para hacer el papel de madre sufridora en su ópera prima, Solas, una película que obtuvo el premio del Público en la Berlinale de 1999 y que fue galardonada con tres estatuillas en la gala de los Goya del año 2000. María recibió una de ellas, el premio a la mejor actriz de reparto.
Unos meses después, una productora de televisión llamó a su teléfono para ofrecerle un papel de cierta relevancia en una serie sobre la vida de una familia media en la España de finales de los setenta. María se convirtió en Herminia, la abuela entrañable, correcta y tradicional de Cuéntame, una producción que alcanza en estas fechas los 367 capítulos.
“Yo entonces estaba viviendo en Madrid porque en el año 2000, después de jubilarme, me habían ofrecido un papel en una obra de Sebastián Junyent y me tuve que alquilar un apartamento mientras hacía la obra. Pero cuando me llamaron de la serie, yo les dije a mi marido y a mis hijos que yo quería estar en una casa mía, con mi colchón, con mis estanterías y mis libros, con mis cosas. Primero cogí un piso pequeño en Puente de Vallecas pero cuando mi marido se jubiló y se vino conmigo, nos buscamos un piso para los dos en el barrio de Moratalaz”.
En este barrio madrileño, María Galiana se encuentra cómoda, con sus aceras amplias, sus zonas verdes, sus autobuses para ir al centro de la ciudad, “además, me viene muy bien para ir a Pinto, que es donde vamos a rodar la serie. No pillo nunca atascos”.
“Me gusta Madrid, sí que me gusta. Yo me siento como en casa. ¿Mis lugares preferidos? Me encanta esa zona que hay detrás de la plaza de la Villa, donde está la iglesia de San Miguel, donde estaba la hemeroteca en los tiempos en que yo era estudiante, la calle Mayor… el Madrid de Galdós, esa zona me es particularmente querida”.
Durante este mes de marzo, María estará en el Teatro Español donde estrenará Diálogo del Amargo, un texto de Federico García Lorca en versión de Manuel Tirado y Francisco Suárez, que dirige el montaje.