El Festival Internacional de Cañada Real ’16 Kilómetros’, que comenzó hace una semana, está en su recta final. Queda el fin de semana, con una programación repleta de contenidos culturales, cinematográficos, recreativos y formativos a desarrollar en varios emplazamientos y para públicos diversos.
Ayer viernes concretamente , se realizaron cinco actividades, tres de ellas simultáneas: Proyección de las películas «Un día más, un día menos», «Cairo 678», con debate sobre igualdad de género en la Casita para el Pueblo del Sector 5 de Cañada; conciertos de Cinesaxcope y ¡Dalanota! en la Asociación de Vecinos y Vecinas del mismo sector; y proyección de las películas «Bansky, salida por la tienda de regalos» y «Somos héroes», con un coloquio en el que participó Boa Mistura, el colectivo promotor de este último título y cuya razón de ser y hacer se basa en la convicción de que el arte es motor de cambio.
Parte del equipo de la Fundación VOCES, de varias entidades y vecinos y vecinas de Cañada implicados en el festival estábamos ultimando los preparativos para la proyección en la Casita para el Pueblo. Un breve chubasco de verano amenazó con dar al traste con nuestros planes y, a punto de cancelar la actividad por cuestiones climáticas, escampó y llegó un grupo de unas cincuenta personas alegres, sin temor al aguacero y dispuestas a disfrutar de la velada. Entre todos y todas nos pusimos manos a la obra para secar las sillas y en pocos minutos todo volvió a estar listo, como si nada. Y es que el festival se trata en gran parte de eso, del espíritu colaborativo que permite que un propósito se cumpla cuando muchas personas creen en él y se mueven para hacer que suceda.
La igualdad de género y la violencia contra las mujeres fueron los temas centrales de la sesión. El corto «Un día más, un día menos», realizado por la Asociación Barró, nos muestró una realidad que, lamentablemente, es aún demasiado común en nuestros días. Asistimos a un relato realista de un matrimonio joven en el que el marido insulta, grita y explota a su mujer. Veta y toma las decisiones sobre su vida y anula su esencia. Ella se resiste, se enfrenta y es aconsejada por una amiga. El desenlace nos auguraba un futuro mejor, o quizás la repetición de ese círculo de la violencia en el que el maltratador agrede, se arrepiente y de nuevo vuelve a agredir.
«Cairo 678», por su parte, nos llevó al contexto egipcio, donde tres mujeres sufren distintas formas de violencia de género, tanto en su entorno familiar, como en el público, en un país con otros patrones culturales y con mucho por recorrer hacia la igualdad de género, pero con cada vez más mujeres empoderadas reclamando sus derechos y oportunidades en condiciones de igualdad. Vimos varias aristas de la violencia de género: la psicológica, física, sexual, institucional y cultural. Y el público se revuelvió en sus asientos porque esas situaciones no le eran ajenas o lo eran demasiado y las detesta.
Entender el mensaje de estas películas es más fácil cuando expertas y expertos en la materia nos dan herramientas. Así sucedió anoche gracias al coloquio en el que participaron Miguel Lorente, Profesor de Medicina de la Universidad de Granada; Marta Arca, experta en género y Gerente de la Junta Municipal de Distrito de Vicálvaro; Berta Ojeda, Secretaria de Igualdad de Género de la Unión de Actores; Francisca Mayoral, mediadora social de la Asociación Barró para la Cañada Real; y como moderadora, Encarnación Pamparas, Secretaria General de la Fundación VOCES. Nos ayudaron a clarificar ideas y digerir lo que vemos, darle un sentido y, ojalá, a hacer germinar la motivación por poner todo de nuestra parte para lograr la igualdad en cualquier plano de nuestras vidas.
Lorente puso énfasis en el crucial papel que juegan los hombres en esta empresa: «Si no cuestionamos nuestra forma de ser hombres, difícilmente conseguiremos que hombres y mujeres tengamos los mismos derechos y oportunidades», razonó.
Berta Ojea, señaló las desigualdades en el ámbito cinematográfico. De cada diez personajes protagonistas, sólo dos son mujeres, existe una gran brecha salarial y discriminación de las mujeres a partir de cierta edad.
Para Marta Arca, el concepto de amor romántico justifica en buena medida la violencia contra las mujeres, ya que los roles y estereotipos asumidos en nombre del amor -tanto por hombres como por mujeres), ponen a las mujeres en situación de desventaja, desprotección y vulnerabilidad.
Por su parte, Francisca Mayoral, mujer y gitana, explicó cómo es consciente de las desigualdades y trabaja cada día para ayudar a superarlas en sus funciones como mediadora.
Todos y todas coincidieron, además, en el peso que tiene la cultura en la definición de los roles de género y en su capacidad como transmisora o perpetuadora de las injusticias; pero la cultura no es estática y, al fin y al cabo, mujeres y hombres tenemos en nuestra mano la capacidad para hacerla evolucionar hacia modelos de sociedades justas y equitativas.