El 4 de septiembre de 1987 se produjo un incendio en los Almacenes Arias de la calle Montera, en el que murieron 10 bomberos del Ayuntamiento de Madrid. Fue un trágico suceso que quedó en la memoria de la ciudadanía madrileña no sólo por el propio incendio, sino porque las labores de desescombro para recuperar los cuerpos de los compañeros fallecidos duraron cuatro días y porque se abrieron muchos interrogantes ¿Por qué cuándo se había dado por controlado el fuego se desplomó el edificio? ¿Qué pasó para que no se pudiera prever este hecho?

Pedro Ruano en la emisora municipal M21, donde fue entrevistado con motivo del 30 aniversario del incendio de Almacenes Arias

Pedro Ruano lleva 35 años en este cuerpo pero cuando sucedió el incendio llevaba apenas 5. Él, que  estaba en aquel momento de vacaciones, se enteró por su padre, también bombero, y las suspendió, presentándose voluntario el día siguiente al siniestro.

Ahora, tres décadas después, Ruano es suboficial Jefe de Área del Parque Quinto de Bomberos, en Santa María de la Cabeza; jefe del Parque Décimo, en Villaverde del Ayuntamiento de Madrid, y tiene una amplia experiencia en las tareas de prevención que lleva a cabo este cuerpo en los edificios.

Pedro, tras varias horas de estar luchando contra el fuego, el techo de los almacenes se venció y parece que una de las razones fue que los bomberos no tenían toda la información necesaria para pensar que se podría pensar en un derrumbe. ¿A qué se debió esta falta de información?

 

Tras el suceso, los informes de los peritos de la comisión de investigación del ayuntamiento señalaron que había numerosos defectos en el edificio y que la licencia que se había aprobado para realizar las obras no reflejaba lo que estaba construido realmente. Además otro informe de un prestigioso arquitecto de la época señaló que el nuevo edificio tenía una licencia de 1965 pero lo construido no se correspondía con lo corregido en la licencia posteriormente, y que hubo muchas variaciones en el número de las crujías (el espacio comprendido entre dos muros de carga). Además a esto había que añadir que se detectaron defectos en la ejecución de uniones y soldaduras de la estructura, y este hecho tuvo mucho que ver con el derrumbe de la estructura. Es decir, que los bomberos tenían informes que no correspondían con el edificio real.

Este desconocimiento afectó lógicamente a las tareas de extinción …

Claro. Además, se da la circunstancia de que este edifico, en gran parte de estructuras metálicas, tenía 6 plantas y dos sótanos y desde ahí accedían al edificio colindante, que era de madera, y que se usaba como una especie de almacén. Este otro edifico estaba como compartimentado en pequeños huecos, entre los muros medianeros, con los suelos a diferentes alturas. Esto convirtió el edificio en un laberinto  puesto que estos huecos no se reflejaban en los planos. Pero además la estructura metálica de la escalera no estaba revestida de productos ignífugos, como se hacen ahora, y eso, unido a las altas temperaturas que se registraron pues hizo que la escalera, de más de 7 toneladas, cayera.

Imagen de archivo de Bomberos Madrid

 

Pedro, se dice que hubo un antes y un después en el cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento tras este hecho ¿en qué cambiaron las cosas?

Para empezar, se mejoró mucho la ordenanza vigente.  En 1993 se confeccionó la primera Ordenanza de Prevención de Incendios de Madrid, en la que se especificaron 12 usos y cada uso determinaba las condiciones del local: sistema de protección contra incendios, detección automática, protección de las estructuras metálicas existentes, etc. También se mejoraron las normas de edificación, porque existía una norma de 1991 pero luego se amplió y mejoró con una de 1996 que apoyaba la primera ordenanza de prevención de incendios.

 

Imagen de archivo de Bomberos Madrid

¿Qué acciones de prevención actualmente lleváis a cabo principalmente en la ciudad de Madrid?

Ahora disponemos de un departamento que genera unos pre planes de intervención de edificios singulares antes de su apertura: centros comerciales, industriales, edificios de gran altura, etc. Ese plan marca por ejemplo el punto de encuentro en caso de intervención, contempla el plan de evacuación, dónde están los aljibes; los sistemas de megafonía, los sistemas de extinción, etc.  Además, hacemos tareas de revisión de edificios de forma continua y control de la edificación, desde el sótano hasta la azotea.

Ahora, cuando salimos del parque, aunque la forma de intervenir sería parecida, tenemos mucha más información: sabemos la anchura de la calzada, la altura del edificio, a qué está destinado el uso del local … son muchos datos básicos para una adecuada intervención que garantice la seguridad tanto de las personas como de los bomberos que intervienen en la extinción.

Pedro Ruano, que ha intervenido en otros incendios de gran magnitud, como el de la Torre Windsor, en 2005, siempre recordará este incendio “porque era más joven, tenía menos experiencia, fallecieron compañeros y, sobre todo, porque mi padre sí estuvo en las primeras tareas de intervención. Hasta que no llegué y vi que estaba bien, pasé mucha angustia”. Pedro, como tantos otros bomberos, es uno de los héroes anónimos que velan por la seguridad de la ciudadanía madrileña.