Hay que ver Paco, qué conservador es para algunas cosas… ¡y cómo se enrolla! Yo cuando se pone tan institucional y tan formal…, y anda que la bronca que nos ha echado total por cambiar de hora la reunión… ahora ha cogido el tema de las antenas y no veas, cada vez que te pilla te da una conferencia…

¿Y si no fuera por gente como Paco?

Paco Caño, dirigente vecinal de la vieja escuela, la escuela de ciudadanía que fue y es el movimiento vecinal. Una escuela que se forjó haciendo ciudad día a día. Viviendo cada centímetro de barrio, conociéndolo y cuidándolo como si fuera suyo. Porque era suyo, era de ellos.

Que se tuvo que abrir paso en origen a la fuerza, conquistando espacios a pulso, hasta que de ese pulso y ese impulso trajeron también las libertades y los derechos democráticos por los que desde entonces no han dejado de trabajar. Y desde ese entonces hace ya casi medio siglo. Y es que hay novedades, nuevas formas de hacer, que tienen ya un largo recorrido. La exigencia de profundización democrática, de transparencia en el gobierno de la cosa pública, la defensa de los servicios públicos, de lo que nos es común, la conquista de nuevos derechos ligados a la satisfacción de nuevas necesidades… Cuestiones que si bien es cierto que han tomado un nuevo impulso en los últimos años, son patrimonio de una ya larga tradición de compromiso ciudadano.

Formas de hacer, de construir lo común, que a veces se nos presentan como nuevas y que quizá siempre tengan la frescura de lo novedoso, aunque sean el producto de largos años de experiencias en común, forjadas al calor de lo cotidiano.

No es fácil hacer del “agrupémonos todos” una tarea diaria, pero no hay otra forma: a veces en torno a la consecución del polideportivo, del paso de cebra… otras, impidiendo la privatización de un servicio o logrando programas de inversión pública en las zonas de la ciudad más necesitadas. Se trata de una obra casi artesanal, que va tomando forma a base de tejer voluntades, de conjugar diversas formas de entender y plantear los problemas comunes, de poner en común necesidades y soluciones colectivas…

Al final se concretan en procesos reales y los sacan adelante personas de carne y hueso, vecinos que son capaces de encarnarlos, a veces de manera ejemplar. Una de esas personas fue sin duda un vecino del distrito de Hortaleza, nacido en el barrio de las Californias que se llamaba Paco Caño.

Paco fue uno de los que puso en marcha al movimiento vecinal, que organizó la FRAVM de la que fue presidente, y desde ahí el trabajo por el derecho a la ciudad desde una infinidad de batallas concretas a lo largo de décadas hasta el final de sus días.

Pues sí. Hay que ver Paco, cómo se enrollaba, cómo daba mil vueltas a cada asunto e informaba hasta el último detalle a la junta directiva o a la asamblea. Y cómo se ponía de institucional a veces, porque a veces había que ponerse formal y saber estar en los despachos negociando y en la calle, reivindicando y organizando. Y por eso era importante ser rigurosos a la hora de organizar, porque era importante dar ejemplo y ser capaz de dar una conferencia sobre el tema del que uno es responsable. Tesón y rigor sin concesiones. Formalidad, lealtad con lo colectivo que le hacían (y nos hacían) interlocutores fiables y de referencia. Ni un gramo de pusilanimidad y mucha firmeza. Respeto. Pero también capacidad para hablar idiomas, para dar cabida y organizarse con otros muy diferentes y construir espacios comunes desde la diferencia, a veces irreductible. Saber ceder, saber insistir, saber corregir la marcha. Todas esas novedades de la vieja escuela vecinal de la que Paco fue un maestro.

Precisamente estos días, en los que el Canal de Isabel II ha vuelto a ser materia de actualidad, recuerdo el papel de Paco en la organización de las redes ciudadanas que se resistieron a la privatización del patrimonio público. Fue aquella una movilización en la que otra vez la gente de nuestros barrios encarnó la decencia, la responsabilidad y el compromiso ciudadano frente a quienes desde el poder se dedicaban al saqueo del bien común.

Otra pelea desigual, en la que los vecinos y vecinas de Madrid, sin embargo, contaron con algunos de los ingredientes de esa poción mágica que les hace invencibles y de la que Paco Caño y otros viejos rockeros del movimiento vecinal eran conocedores: tesón, paciencia, rigor, organización, honestidad y otras muchas cosas que aún nos siguen pareciendo nuevas, pero que son parte imprescindible de lo mejor de nuestro patrimonio, nuestra historia y nuestro futuro en común.

Paco es para mí un modelo de honestidad y de compromiso con lo colectivo. Un dirigente vecinal de quien, aprendí muchísimo –en ocasiones desde el debate y el desacuerdo-, que me sirvió de ejemplo cuando participaba de manera directa en el movimiento vecinal, y que sigue siendo una referencia a seguir ahora que participo en el gobierno de la ciudad.

Pero sobre todo, un compañero al que recordaré con respeto y cariño.

 

(Imagen: Paco Caño -izquierda- y Nacho Murgui en una fotografía de archivo, cedida por la FRAVM)