En huecos en fachadas, en un tobogán, en la red de una pista de tenis antes de un partido de Nadal, en el armario de la cocina, en una alcantarilla y hasta en una maleta. Las abejas y avispas hacen de su hogar los sitios más inverosímiles de la ciudad. A veces, los más intrépidos tratan de acabar con ellas por sí mismos cometiendo dos errores graves: porque en primer lugar si son abejas, se trata de un animal protegido que no debe exterminarse; y en segundo lugar, es una práctica muy peligrosa, que puede incluso causar la muerte. Conviene saber que, para esto, también hay que llamar a los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid.
Las abejas tienen un valor natural altísimo. Fundamentales para el ecosistema se encargan del 80 por ciento de la polinización. Productoras de miel, trabajadoras, organizadas… aunque eso sí, a veces desorientadas en sus anidamientos, ya que eligen zonas urbanas donde no son bienvenidas. Con las avispas ocurre algo parecido. Con menor valor natural, en ocasiones también hacen de su hogar cornisas, toldos y falsos techos representando una amenaza para los y las habitantes de esas casas.
Tratar de eliminar estos nidos por cuenta propia es muy peligroso. Pueden ponerse muy agresivas y su picadura masiva puede incluso provocar la muerte o un mal rato. De ellas se ocupan los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, que en 2016 realizaron más de 300 intervenciones de este tipo.
El proceso no es sencillo. Para este trabajo necesitan unos trajes especiales, de apicultura, y dos vehículos también adaptados a esta función del servicio de Bomberos, que no mucha gente conoce. Y es que cuando acuden a un aviso, su principal objetivo es sacar a las abejas con vida y trasladarlas sanas y salvas a un entorno menos hostil. Actualmente las llevan a la Casa de Campo donde una asociación se hace cargo de los enjambres.
Para realizar este proceso, si están anidadas en algún rincón de la vivienda o el edificio, ponen unos cajones con cera e “invitan” a la abeja reina a moverse, por lo que en unos minutos el resto de la colonia la ha seguido. Es un momento delicado, ya que en este caso las abejas defienden su miel. Menos peligrosas son las intervenciones con enjambres “aislados”. Este tipo de enjambres se producen cuando la abeja reina considera que hay demasiada población, deja sus huevos y se marcha, multiplicando así los enjambres. En estos casos las abejas no están defendiendo nada, sólo buscan un nuevo lugar donde establecerse, por lo que no suelen ser agresivas.
Las intervenciones de Bomberos Madrid cuando acuden a alguna de estas llamadas suelen ser largas y complicadas, ya que en muchas ocasiones tienen que preservar el edificio. Ocurre en los casos de edificios protegidos, con valor histórico, donde no pueden picar la fachada, por ejemplo. O en un caso reciente cerca del Retiro, en el que se dieron cuenta de la presencia de las abejas cuando por las paredes, con pinturas murales de gran valor, empezó a gotear miel. En estos casos, la intervención de bomberos se complica porque tienen que preservar tanto a las abejas como el inmueble. Doble reto.
El mensaje de Javier Durán, bombero especializado en abejas y avispas del Ayuntamiento de Madrid, es muy claro: si vuelve de vacaciones y se encuentra un nido de avispas enorme junto a las cortinas del salón, no las rocíe con insecticida, ni las golpee con el palo de la escoba. Sólo marque el 112 y los bomberos se ocupan de ellas.