La Quinta de los Molinos es una finca-jardín de carácter único en Madrid, ya que a su estética jardinera de gran valor une una belleza para los madrileños exótica, como el de la floración en masa de gran cantidad de almendros en la primavera temprana, y por tanto antes que cualquier otro jardín de la ciudad.

Finca de larguísima historia ligada a la nobleza española, pues fue parte de las posesiones de los Condes de Torre Arias en la zona, su actual configuración se debe a que fue, al parecer, parte del pago que realizó el VI Conde al Arquitecto César Cort Boti, del que además era amigo, por los trabajos realizados en su posesión de la calle General Martínez Campos.

César Cort fue ingeniero, arquitecto, catedrático, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y concejal del Ayuntamiento de Madrid. Era un gran urbanista, de gusto refinado y avanzado a su tiempo, actuando en su nueva finca con celeridad, tanto desde el punto de vista jardinero como arquitectónico. Construyó su famoso palacete con clara influencia de la “secesión vienesa”, en especial de Hoffman, y creó un huerto-jardín de gran interés botánico, inspirado en la vegetación mediterránea de su zona de nacimiento, en Alcoy, en 1893.

La Quinta tiene dos partes claramente diferenciadas: la zona norte de estilo paisajista-romántico, con gran cantidad de especies botánicas, y por tanto amplia biodiversidad por la fauna que siempre las acompaña, y la parte sur, de carácter agrícola, donde destacan sus 1.500 almendros ahora justo en plena floración, en un espectáculo que ningún madrileño puede dejar de disfrutar.

Además de los 1.500 almendros, de diversas variedades y color de flor desde blancas a rosas fuertes, que marcan el carácter diferencial de este parque, en la Quinta se pueden encontrar olivos, viñas, higueras, lilos, mimosas, hibiscos, adelfas, avellanos, pinos, aligustres, bojes, tarajes, retamas, romeros, etc., y algunas especies tan exóticas como eucaliptos, feijoas, azufaifos o paulownias.

Para los más observadores, se puede disfrutar de la presencia de palomas torcaces, mirtos, petirrojos, verdecillos, verderones, gorriones, jilgueros, urracas… y para los más observadores aún, de los preciosos y coloridos escarabajos del grupo de las cetonias, abejorros, y abejas afanados en recolectar polen, y por tanto ayudando a la fecundación de las almendras, así como multitud de especies de mariposas diurnas y crepusculares-nocturnas, pudiendo llegar a encontrarse, si hay suerte, con algún gran pavón, la mariposa más grande de Europa.

La Quinta de los Molinos es siempre, pero más que nunca en esta época, un parque del que seguro se sale con cierta tristeza por tener que dejarlo, pero con la profunda satisfacción que siempre deja el buen hacer y el disfrute de la naturaleza, en este caso, dentro de una gran ciudad.