Sería un 28 de febrero de 1886, domingo de Carnaval… – ¿premonitorio? … si… ¿o tal vez no? ¡Que cada cual lo interprete como prefiera leyendo estas líneas! – cuando el pintor José Gutiérrez Solana vio la luz en la calle Conde de Aranda número 9 de Madrid. A estas efemérides carnavalescas hay que añadir que con apenas 10 años el artista sufrió una fuerte impresión cuando unas máscaras entraron en su domicilio destrozando el mobiliario e incluso se cree que llegaron a agredirle. Este impactante suceso, y algunos acontecimientos familiares luctuosos, contribuyeron a formar una personalidad singular que se verá reflejada en su creación artística.
Solana siempre se mostró interesado por la vida de los bajos fondos madrileños. Conocía los arrabales y los suburbios de la ciudad, que solía frecuentar, trasladando la miserable vida de sus gentes a sus relatos literarios y a su obra gráfica. Con una visión tenebrista, que podemos calificar de realismo mágico, inmortalizará los carnavales madrileños de los años 30. Nada que ver con el glamour de los bailes de palacios y residencias de las clases altas. Sus pinceles captan máscaras y destrozonas, capirotes, animales y gentes con aspecto fantasmagórico e inquietante que bailan sin fin en la oscuridad, en calles apenas urbanizadas en las que parece que nunca han visto la luz. Triste alegría de unas personas que celebran, de forma un tanto irreverente, las otras carnestolendas.
Llegan los carnavales un año más, y con su llegada muchos madrileños volverán a releer sus relatos y a admirar sus pinturas y grabados, que forman parte de colecciones públicas y privadas. Y para quienes todavía no lo conozcan, seguramente Solana no habría escogido momento mejor para mostrarles su obra que el tiempo de carnaval.
La tertulia del café de Pombo y placa conmemorativa
El pintor y escritor José Gutiérrez Solana inmortalizó la famosa tertulia del café en su cuadro homónimo La tertulia del café de Pombo, presidida por el escritor Ramón Gómez de la Serna. El artista madrileño, junto a Daniel Vázquez Díaz, está considerado uno de los pintores más importantes de la Generación del 14. En su creación artística se aprecia la influencia de la pintura negra de Goya.
Inmortalizó las carnestolendas de los arrabales madrileños en obras como Máscaras bailando, El entierro de la Sardina, Máscaras en la Calle, Máscaras bailando cogidas del brazo, el Carnaval de Tetuán, o el Domingo de Piñata en el Rastro. Una visión inquietante de su querido Madrid del que se despidió un 24 de junio de 1945.
En 1990 el Ayuntamiento colocó una placa conmemorativa del Plan Memoria de Madrid en su casa natal de la calle Conde de Aranda.