Si seguimos las definiciones de la RAE, algo excepcional tiene las cualidades de extraordinario o privilegiado. Así que, sin duda, María Goyri fue una mujer excepcional a la que podemos aplicarle además la consideración de extravagante, como apunta el diccionario, representando algo excesivamente original, extraño o que se aparta de lo común.
María Goyri, o más bien María Amalia Vicenta Goyri, nacida el 29 de agosto de 1873 en Madrid, donde murió el 28 de noviembre de 1954, fue escritora, investigadora en literatura española, filóloga, profesora e incluso fotógrafa. Se convirtió además en la segunda estudiante oficial de Filosofía y Letras de la Universidad Española, detrás de Matilde Padrós, siendo una de las 33 mujeres universitarias españolas que se licenciaron en el siglo XIX. Formó parte de la vanguardia de defensoras de los derechos de la mujer. Sus estudios sobre el romancero español, junto a su marido Ramón Menéndez Pidal, han sentado las bases de la investigación en este campo.
Toda esta trayectoria poliédrica y multidisciplinar se reflejan en la exposición María Goyri: Abriendo camino que se muestra en la Casa del Lector hasta el 10 de septiembre y que nos invita a recorrer las etapas vitales de esta extraordinaria mujer, a través de las palabras de la artista que se articulan como un hilo conductor y que nos lleva por un recorrido tanto biográfico y temático.
Organizada en conmemoración del 150 aniversario de su nacimiento, por la Fundación Ramón Menéndez Pidal y la Casa del Lector, y con la colaboración del Área de Cultura, Deportes y Turismo, Acción Cultural Española y Fundación Ramón Areces, la muestra cuenta con la participación de una gran cantidad de artistas como Mara Catalán, Eduardo Scala, Mariana Laín, Alberto de Guillermo, Ana Musma, Juan Pablo Chipe, Javier Olivares, Antonio Areán y María Catalán que rinden homenaje a esta mujer y su legado a través de nuevas obras y composiciones.
Multifacética y aventurera
Goyri era hija de soltera de Amalia Goyri, que a su vez era hija de soltera de Juana Vicenta Goyri y Barrenechea. Este fue un hecho que la marcó durante toda su vida porque esta condición le imposibilitaba tener segundo apellido y forjó una marca vital que configura una de las etapas de esta exposición.
La madre de Goyri educó a su hija sin importarle demasiado las costumbres de la época y ya a los 12 años la inscribió en un gimnasio y la matriculó en la Escuela de Comercio de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, donde obtuvo los títulos de Comercio en 1888 y de Institutriz en 1891 y compartió pupitre con María Lejárraga.
Estos primeros años se articulan en las paradas o estancias de la muestra que ha enumerado los paneles para generar un hilo expositivo que de extiende por varios de las estancias en fotografías y montajes de gran formato.
Con 16 años empezó a estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras como oyente, sin matricularse, pidiendo autorización al Ministerio de Fomento para abrir una matrícula femenina. Se le concedió para el curso siguiente con excepciones y se licenció en 1896 y se doctoró en 1909.
Conoció a Ramón Menéndez Pidal, de quien fue alumna en la Escuela de Estudios Superiores, y con el que se casó en 1900. Su viaje de novios fue por los pueblos castellanos siguiendo las de rutas del Cid y recogiendo versiones de romances hispánicos de tradición oral. Un recorrido sentimental que han reflejado los artistas Mara Catalán y Alberto de Guillermo con fotografías en blanco y negro de gran formato y composiciones artísticas a modo de collages que enmarcan un lugar destacado en este homenaje artístico.
La mayor fan de Lope de Vega
Una de las labores destacadas de Goyri fue también la Pedagogía. Ya en 1916 formó parte del Protectorado del Niño Delincuente, cuyo propósito era evitar que los menores de dieciséis años estuvieran en cárceles. Su trayectoria como profesora comenzó en 1894 en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer donde enseñó Literatura y elaboró los programas pedagógicos de las asignaturas Lengua Española y Literatura para niñas de 8 a 10 años.
De 1916 a 1920 impartió literatura en la Residencia de Señoritas, creada en 1918. Junto a María de Maeztu, redactaron los programas de enseñanza del español para niños y se encargó de la dirección y el seguimiento de los programas de Lengua y Literatura Española en el Instituto-Escuela.
Estas etapas vitales también se destacan en María Goyri: abriendo camino de la mano de artistas plásticos como Ana Musma que ofrece sus dibujos y versiones del sentir del Romancero y sus protagonistas; los collages de Juan Pablo Chipe o las combinaciones gráficas y tipográficas de Eduardo Scala.
Su tesis doctoral fue un estudio de literatura comparada sobre el folclore popular entre el romance, el teatro y la novela. Gran parte de sus estudios posteriores fueron sobre Lope de Vega, que marcarían el final de su vida y de la que ella misma se declara como su última “conquista”, y el Romancero.
También colaboró en el desarrollo de la Biblioteca Literaria del Estudiante, que era una selección de textos de la literatura española, destinados a ser el complemento necesario para la formación de los alumnos del Instituto-Escuela en sus clases de Lengua Española. La publicación estuvo a cargo del Centro de Estudios Históricos que dirigía Menéndez Pidal, también director de la Biblioteca del Estudiante.
Trabajó en la Institución Libre de Enseñanza y en la Junta para Ampliación de Estudios. Cuando comienza la Guerra Civil, ella y su marido se exilian a Estados Unidos y luego a Francia, desde donde regresarán cuando termine la contienda para dedicarse a la docencia, cuando se lo permiten. Goyri se convirtió en la directora oficial del Colegio Estudio, fundado por su hija Jimena Menéndez-Pidal junto a Carmen García del Diestro y Ángeles Gasset.
Esta mujer singular, madre también de tres hijos, se dedicó hasta el final de su vida a investigar, recopilar y sistematizar las diferentes versiones de romances de la tradición oral para el Archivo del Romancero. Lega una correspondencia con investigadores e hispanistas de todo el mundo, donde indica sus avances y hallazgos, además de sus notas, escritos y artículos inéditos que se custodian en la Fundación Menéndez Pidal, en el Olivar de Chamartín, donde vivió y trabajó desde 1917 hasta su muerte. Fue enterrada en el Cementerio de San Justo, sin lápida. Según su deseo.