Medir la violencia en todas sus representaciones. Estadísticas oficiales sobre la violencia que sufren tanto los heridos por armas como las víctimas de amenazas o de abusos. Datos fiables que cuantifiquen el número de personas que no pueden acceder a recursos como la sanidad o la educación porque viven en un entorno urbano controlado por bandas violentas. Conocer la dimensión total de la realidad de los conflictos que se producen en las ciudades. Es el primer paso del largo camino que lleva a la convivencia pacífica. Así se ha reivindicado desde la mesa sobre esta temática celebrada en la segunda jornada del I Foro Mundial sobre Violencias Urbanas y Educación para la Convivencia y la Paz, que ha sido moderada por la portavoz del Gobierno del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre.
A esa demanda, el Comité Internacional de Cruz Roja (ICRC) ha añadido un problema más, la falta de formación específica de los profesionales que prestan servicios en esos entornos violentos (profesorado, personal sanitario, protección civil y bomberos) a quienes ha señalado como la primera línea de intervención y uno de los principales motores del cambio.
Desde la experiencia internacional de Portugal se han remarcado los ventajosos resultados de esta formación a través del ejemplo, expuesto en la sesión, del proyecto “Acción Policial Comunitaria”, desarrollado por la Cámara Municipal de Lisboa. Un proyecto a través del que los agentes de policía local reciben una formación específica sobre el barrio en el que trabajan, intervienen con un enfoque preventivo y escuchan y colaboran con la población vecinal.
Participación ciudadana; acciones preventivas, no sólo punitivas, y respeto a los derechos de las mujeres han sido tres de los motivos señalados desde la experiencia presentada por Nicaragua, como ejemplo del acierto de iniciar esta línea de actuación para una convivencia pacífica en las ciudades. /