El Programa de Huertos Escolares Sostenibles del Ayuntamiento de Madrid comenzó en el curso 2005-2006 y en la actualidad, cuenta con 150 centros educativos implicados. Los principales objetivos de dicho Programa son la revitalización de los huertos educativos en los centros escolares, a través de la dotación de materiales, así como fomentar la interacción entre dichos centros a través de la dinamización de una Red Municipal de Huertos Escolares.
Tras más de diez años de andadura, este curso 2016- 2017 desde el Departamento de Educación Ambiental del Ayuntamiento de Madrid se ha llevado a cabo un diagnóstico del estado del Programa de Huertos Escolares,
así como la evaluación de sus objetivos, con el fin de elaborar propuestas de mejora, que permitan avanzar hacia un proyecto educativo más sólido con el que lograr objetivos más amplios en torno a la educación para la sostenibilidad.
Los huertos escolares son una realidad cada día más extendida y diversa en muchos centros educativos de nuestra ciudad. De manera exponencial en los últimos años, muchos centros de todos los niveles educativos, han iniciado
interesantes e innovadores proyectos relacionados con los huertos escolares sostenibles. De hecho, son muchas ciudades las que cuentan ya con su propia red de huertos, como la recién impulsada Red de Huertos Escolares de la
Ribera de Navarra, o las ya veteranas Red de Huertos Escolares de Zaragoza o la Red de Huertos de San Cugat del Vallés. Estas redes pretenden poner en valor y apoyar el trabajo que se está llevando a cabo en todas estas iniciativas,
favoreciendo espacios de intercambio de experiencias y enriquecimiento transversal entre las mismas.
Los huertos escolares: un aula transversal
Los huertos escolares cumplen una profunda labor pedagógica. Se trata de un laboratorio vivo que permite experimentar y profundizar en el conocimiento sobre el medio natural y el entorno rural/ urbano fortaleciendo los
aprendizajes que tienen lugar en el aula. Puede ser también un espacio que facilite la integración del alumnado con dificultades de adaptación a las exigencias escolares, ya que se desarrolla en un ambiente de distensión y
disfrute del aire libre e incorpora ciertas características que están ausentes en el currículo oficial como son la destreza en el manejo de herramientas y el aprendizaje colaborativo. En este nuevo espacio, los niños y niñas pasan de ser receptores (de conocimientos, de cuidados, etc.) a productores, a través de la práctica y la experimentación, lo cual fomenta su paciencia y favorece su autoestima ya que pueden ver y cosechar los frutos de su propio trabajo.
El huerto aspira a ser un espacio en permanente evolución y una influencia activa para la transformación paulatina de los modos de enseñanza y aprendizaje que hemos conocido hasta ahora, que permita formar futuros ciudadanos y ciudadanas críticas, responsables, respetuosas con el mundo que les rodea, capaces de abordar las problemáticas futuras en común. Es más, los huertos escolares pueden servir de catalizador para la generación de procesos comunitarios transformadores en los colegios cuando se abren a la participación del barrio.
En Madrid numerosos centros trabajan contenidos curriculares a través del huerto. No solo los más directamente asociados a las ciencias naturales como la clasificación de las plantas, su reproducción, o la fotosíntesis. También se trabajan las unidades de medida, la poesía, la experimentación con artes plásticas, el desarrollo del método científico y la curiosidad por la experimentación, la psicomotricidad... Hay numerosos centros en los que se desarrollan interesantísimos proyectos que implican a toda la comunidad educativa, implicando a algunos casos también al barrio. Otros centros, por ejemplo en Distrito de Vallecas, han formado una “sub-red” de huertos,
intercambiando problemáticas y experiencias, y buscando colectivamente soluciones a los problemas comunes.
Los huertos escolares visibilizan la necesaria “re-conexión” entre campo y ciudad, y permiten reflexionar en torno a las consecuencias de nuestro actual sistema agroalimentario y las posibles soluciones desde una perspectiva
agroecológica, que incluya todas las dimensiones que intervienen en el sistema agroalimentario. Gracias al huerto el alumnado puede conocer el origen de los alimentos de su dieta diaria y los procesos asociados a su producción, distribución y consumo. Este conocimiento permite extender, más allá del huerto escolar y el propio alumnado, iniciativas transformadoras que tienen como base la ética agroecológica y que implican a toda la comunidad escolar.
Los huertos escolares y la estrategia alimentaria
En Octubre del 2015 el Ayuntamiento de Madrid firmó el Pacto de políticas alimentarias de Milán. Unos de los ejes fundamentales de este Pacto es la sensibilización y la formación de las personas que habitan las ciudades, haciendo especial énfasis en la infancia y los huertos escolares como motor de cambio social.
Los huertos escolares permiten conectar la práctica educativa con el sistema alimentario escolar, que busca la “reapropiación por parte de la ciudadanía (en este caso la comunidad educativa) de la participación en el sistema de producción, transformación y consumo de alimentos", a través de la transformación de los espacios y las dinámicas de los centros escolares.
Los huertos escolares permiten construir una relación directa entre la escuela, la comunidad y el territorio. En esta relación pueden explorarse las interacciones entre las diferentes dimensiones de la agroecología- la productiva/ ecológica, la socioeconómica y la política/ sociocultural.
Poco a poco las lechugas y los tomates van colonizando las aulas de nuestra ciudad y eso, sin duda, son buenas noticias.