Madrid Salud (MS) es el organismo del ayuntamiento que se encarga de la gestión de las políticas municipales en materia de Salud Pública y Drogodependencias con el objetivo de hacer de Madrid una ciudad cada vez más saludable desde el enfoque de la salud comunitaria.
Según Javier Segura, subdirector general de Prevención y Promoción de la Salud de Madrid Salud, “la salud comunitaria responde a la idea de que el bienestar, estar más sano, vivir más años y de mejor forma no depende solo de tener acceso a los servicios sanitarios, que de por sí es importante, sino que también tiene que ver con nuestras condiciones de vida habituales, cómo nos organizamos en nuestros ámbitos de referencia, en especial el vecindario, el barrio”.
Desde esa perspectiva, uno de los programas de Madrid Salud es el Programa ALAS: Alimentación, actividad física y salud, dirigida al conjunto de la población de la ciudad en ámbitos como el familiar, comunitario, escolar, empresarial y sanitario. El programa pretende facilitar la realización de ejercicio físico de forma regular y promover una alimentación sana. Los huertos saludables son precisamente espacios creados para contribuir a esos objetivos, así como a promover la socialización. Estos huertos se encuentran en los los centros de la red de Madrid Salud de San Blas, Usera y Villaverde, cada uno se gestiona de manera independiente, aunque este año han comenzado a trabajar conjuntamente y uno de los objetivos para el próximo curso es establecer unos criterios comunes de gestión de los mismos.
Desde el equipo redactor de la Estrategia Alimentaria quisimos conocer de cerca el funcionamiento de estos huertos y para ello nos acercamos a visitar el centro de Usera, donde se encarga del huerto un grupo de personas con diversidad funcional de un centro de día cercano al mismo, y el de San Blas, donde el perfil es muy variado: desde personas mayores a jóvenes con niños y niñas, tanto derivadas desde Madrid Salud como vecinas y vecinos que lo conocen por el boca a boca, junto con personas de Madrid Salud.
Paloma, del centro de Usera, nos comentaba los beneficios del huerto para el grupo que participa, adquiriendo y mejorando capacidades como la socialización, la toma de responsabilidades y decisiones, la autogestión y el aumento de la autoestima, llegando algunos a reducir su medicación. Sus demandas en relación a la mejora del huerto son la necesidad de espacios con sombra y bancales elevados, dado que algunas de las personas usuarias cuentan con dificultades de movilidad.
Víctor, del centro de San Blas, nos contó las motivaciones que expresan las personas participantes: poder conocer gente, aprender a cultivar, la satisfacción de recoger alimentos cosechados por ellas mismas y el gusto por las plantas. Allí, hortelanas y hortelanas junto con personas de MS, se encargan también del cuidado de las zonas comunes: la zona de estar, el semillero, la zona de compostaje y el cuarto de aperos.
En San Blas han contado con colaboraciones externas, como el Centro de Rehabilitación Laboral de San Blas y de Hortaleza, quienes han construido el mobiliario de madera del huerto; y mantienen contacto con el Centro de Rehabilitación Psicosocial y algunos colegios. Las dificultades en el funcionamiento del espacio se derivan de la baja calidad del suelo y de materia orgánica para el abono del mismo, lo que repercute en la producción y genera
algunas frustraciones y la dificultad de incorporar la dinámica asamblearia en el funcionamiento.
En ambos espacios no faltan ideas para aumentar y mejorar el uso de los mismos, conscientes de que los beneficios que generan podrían ser mayores y llegar a más personas y concibiendo los huertos, además de una herramienta que mejora la adquisición de hábitos saludables en nutrición debido a la comprensión de los procesos de cultivo, un lugar para la mejora de la socialización y el desarrollo de una perspectiva comunitaria.