Desde los tiempos remotos el ajo se cultiva en Grecia, Roma, La India e incluso en algunos países del oriente.

Si existe un remedio universal eficaz, para infinidad de dolencias y al alcance de todos los bolsillos, ese posiblemente sea el ajo.

A pesar de sus lejanos orígenes resulta un excelente condimento y complemento para numerosas recetas típicas de la cocina mediterránea (alioli, pollo al ajillo, gazpacho, sopas de ajo, paella valenciana, salmorejo, bacalao al pil-pil…) y para multitud de sofritos.

Además de sus múltiples usos culinarios, las ventajas terapéuticas del ajo son innegables en numerosos trastornos de la salud: combate infecciones de nariz, garganta o pecho; ayuda a reducir el colesterol, mejora los problemas cardiovasculares como la tensión alta, reduce el nivel de azúcar en sangre, controla los daños causados

por la arteroesclerosis y el reumatismo… incluso se usa para combatir parásitos intestinales. De acuerdo a los efectos medicinales buscados, varía la forma en que deben ser ingeridos, ya que el ajo posee diferentes propiedades crudo o cocido.

Ajo, cebolla y limón y déjate de inyección

Contiene varios aceites esenciales volátiles que le otorgan su aroma inconfundible. Aporta vitaminas de los grupos A, B, C y E y minerales como el co

balto, el manganeso, el selenio, el sílice y el yodo.

Además es un excelente remedio para el control de plagas y enfermedades. Pudiendo emplearse para la elaboración de maceraciones, decocciones e infusiones. Si quieres conocer más sobre el cultivo de esta magnifica y versátil hortaliza y como preparar una maceración de ajo para el control de plagas y enfermedades te invitamos a seguir leyendo.