El cultivo del ajo en nuestro huerto

Este mes hemos cosechado los ajos del Huerto del Retiro siguiendo los principios de agricultura ecológica, es decir, trabajando el tema de las asociaciones y rotaciones de cultivos.

Algunas variedades las hemos tenido asociados a acelga, repollo y lechuga en el mismo bancal. Según la bibliografía también hubiera combinado bien con tomates, fresas, frambuesas y menta.

En esta ocasión han estado regados mediante el riego por goteo cuya red abarca todo el huerto. El riego es conveniente pero siempre que hemos estado atentos para evitar encharcamientos y al ser por goteo nunca se han mojado las hojas. El riego lo interrumpimos en la última fase, antes de la recogida.

En el Huerto del Retiro este año hemos plantado las siguientes variedades:


Llama la atención el Ajo elefante por su tamaño, con dientes de hasta 7 cm de largo.

Además este año hemos colaborado con la Red de Huertos Escolares y Sostenibles de Madrid en su programa de Guardianes de Semillas que empezó en 2020 mediante el cual distintos colegios plantan variedades interesante con el fin de obtener semillas para luego compartirlas con el resto de Centros al año siguiente. En nuestro caso la variedad con la que hemos trabajado es un Ajo de Chinchón proveniente del Banco de Semillas del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA). Es un organismo público de investigación de carácter autónomo que realiza I+D y otras actividades tecnológicas y de promoción para apoyar el desarrollo agrario, de la industria asociada y de los sectores del mundo rural vinculados con el medio natural.

Las cabezas de estos ajos cosechadas se han devuelto al IMIDRA con el fin de mantener su Banco de Semillas. La dificultad a la que se enfrentan estos proyectos es doble. Por un lado que tienen la vocación de ser un punto de distribución de semillas de variedades locales, con lo que anualmente distribuyen semillas de manera altruista a quien se comprometa a usarlas y así fomentar que se estén usando variedades locales vinculadas a un territorio concreto. Y por otro que con el tiempo las semillas van perdiendo potencial germinativo. Por estos dos factores estos proyectos precisan de un retorno de semillas. En el caso de los ajos lo que hemos devuelto son las cabezas, es decir, una reproducción vegetativa a partir de cada diente plantado, por lo que no hemos tenido que tener cuidado con posibles hibridaciones con otros ajos plantados en otros bancales.

El cultivo del ajo en España

España es uno de los principales productores de ajo a nivel mundial. Se cultiva en casi todo el país, pero en la zona norte es más bien a nivel familiar y en la Meseta y Sur de la Península con explotaciones comerciales.

El cultivo de ajo en España está en un momento complicado. En el último año la superficie dedicada a su producción ha descendido en torno a un 20% pasando de 29.300 hectáreas el año pasado a 23.500 este año. Hace 30 años había 36.000 hectáreas. Esto se explica por la falta de relevo generacional pero principalmente por la bajada de la demanda. ¿Estamos comiendo menos ajos? En realidad no. Lo que ocurre es que el 80% de los ajos que se producen se exportan a países europeos. Y en este último año los costes de producción se ha incrementado en más de un 35%. Al repercutir esta subida en el precio del producto los importadores optan por comprar ajos provenientes China, que es de menor calidad y tiene deficiencias en la seguridad alimentaria.

 

¿Qué podemos hacer como consumidores?

  • Comprobar que el ajo que consumimos es nacional. No tiene mucho sentido que se consuma ajo de importación con todo lo que eso implica en cuanto a emisiones de CO2 y destrucción de mano de obra local siendo un país eminentemente productor.
  • Optar por variedades locales siempre que sea posible. Las variedades locales adaptadas a un territorio en principio son más rústicas y están mejor adaptadas a ese clima y ese suelo, por lo que tendrán menos demanda de insumos y de riego.
  • Priorizar aquellos ajos que vengan de Agricultura Ecológica. Este sistema de producción no utiliza fertilizantes de síntesis química, no utiliza pesticidas y tiene un manejo respetuoso con el suelo y con el agua. Todas ellas prácticas compatibles con la defensa de la Biodiversidad y la seguridad de los trabajadores/as del campo.

Estos tres consejos que os damos suelen implicar un pequeño aumento del precio respecto a ajos cultivados con sistemas convencionales, que implican uso de pesticidas y fertilizantes derivados del petróleo, con variedades híbridas cultivadas en otro continente y traídas en barco o en avión. ¿Y con todo esto salen más baratos? ¿Cómo es posible? Sólo es posible a costa de reducir mucho los costes de producción lo que implica  no cumplir normas básicas de protección del medio ambiente, protección de los trabajadores y condiciones dignas de trabajo. Cuando hacemos algo tan sencillo como comprar ajos, estamos provocando un impacto local y global en la economía y en el medio ambiente.  Sabiendo esto quizá esos céntimos de más que nos puedan costar aquellos productos que más nos gustan cómo y dónde se producen, no suponga tanto.