Los campos de cultivos agrícolas han demostrado ser un hábitat perfecto para innumerables especies de plantas silvestres comestibles.

Estas plantas adventicias completan su ciclo antes o al tiempo que las plantas cultivadas y producen gran cantidad de semillas que pueden permanecer latentes en el suelo agrícola hasta que se den las condiciones necesarias para su germinación, por lo que “compiten” con nuestros cultivos hasta el punto de considerarlas malas hierbas.

El desarrollo de los herbicidas sintéticos ha afectado a muchas de estas especies, que han pasado de ser comunes y abundantes a volverse raras y escasas.

Estas mal llamadas “malas hierbas”, competidoras de los cultivos tienen utilidades muy diversas que abarcan desde el campo de la medicina popular hasta la alimentación humana y animal. Por ello las hierbas que se “escardaban” en los huertos eran apartadas y seleccionadas según el uso al que fueran ir destinados.

El ejemplar que os presentamos esta semana es el cenizo (Chenopodium album), del que se aprovecha todo. Los tallos y hojas pueden consumirse tanto crudos como hervidos. Las semillas, mezcladas con harina, se han usado para hacer pan. Con sus raíces frescas machacadas se obtiene un sustituto del jabón por su alto contenido en saponinas.

En el huerto sus potentes raíces ayudan a recuperar nutrientes de las capas más profundas del suelo.

¿Sabías que en algunas zonas esta hierba se aprovechaba para alimentarse?

Aquí te sugerimos una rica receta para aprovechar el cenizo y hacer un paté con aguacate.