Nombre común: Allium Sativum

Familia: Liliáceas

El ajo es uno de los cultivos principales en cualquier huerto, también en los educativos. Una de sus principales ventajas es que no necesita prácticamente cuidados y que puede asociarse a casi cualquier cultivo, salvo con las leguminosas (habas, guisantes, judías..)

Se suele sembrar en noviembre…

«Días que pasan de enero, ajos que pierde el ajero»

Y se cosecha a finales de junio

«Por San Pedro (29 de junio), saca el ajo y siembra el puerro».

Como es una planta de origen mediterráneo necesita mucho sol, y un ambiente seco y ventilado para crecer mejor.

Es una planta perenne con hojas planas y delgadas (esto permite diferenciarlo muy fácilmente de la cebolla cuando tenemos ambos cultivos en el huerto), de hasta 30 cm de longitud.

Lo que nos interesa cultivar es el bulbo, o lo que conocemos comúnmente como cabeza. Esta cabeza está formada por varios dientes: dependiendo de la variedad y de la calidad del cultivo,  cada cabeza puede contener de 6 a 12 dientes.

Cada uno de los dientes puede dar origen a una nueva planta de ajo, ya que poseen en su base una yema terminal que es capaz de germinar incluso sin necesidad de plantarse previamente.

Sembraremos pues, un diente por «golpe»: hacemos el agujero, metemos un diente, tapamos y hacemos otro agujero a los 20 cm.

A partir de este momento poca atención habrá que prestarle a los ajos, más allá de observar su crecimiento. A mediados de junio, cerca de San Antonio (13 de junio), hay que anudar los ajos. El objetivo de esta tarea es que la planta deje de enviar los nutrientes a sus hojas, enviándolos al bulbo, que es lo que nos interesa que empiece a engordar. En este vídeo podéis aprender cómo hacerlo.

El ajo es uno de los “imprescindibles” en nuestra huerta de otoño-invierno, ya no sólo por los múltiples usos culinarios que tiene en nuestra medicina y gastronomía de forma tradicional, sino porque podemos emplearlo para realizar preparados antifúngicos (contra los hongos) y repelentes para plagas  y aplicarlos en el huerto.

Por tanto, a través  de la propia siembra y cosecha del ajo, podremos tratar con los niñas y las niñas algunos conceptos interesantes relacionados con fauna auxiliar vs. plagas, fitosanitarios vs. remedios ecológicos, reinos de los seres vivos, etc.

 

Uno de los usos más conocidos y aplicado en el huerto, es la infusión de ajos, que requiere de la cocción de los dientes de ajo en agua y posterior aplicación a las hojas,  para prevenir a nuestras plantas del ataque de pulgón (tutorial de elaboración). Por una parte, el ajo enmascara el olor “natural” de la planta, por lo que los insectos plaga no se sienten atraídos hacia ella. Pero por otro lado, cuando algunos insectos se alimentan de la planta protegida previamente por esta infusión, les genera un trastorno digestivo que frena su alimentación.  Por otro lado, el macerado de ajo aplicado a las hojas de las plantas, ayuda a prevenir la proliferación de hongos actuando como fungicida (tutorial de elaboración).

 

Pero además, el ajo asociado a determinados cultivos ayuda a reforzar su salud. Sembrando los ajos entre las zanahorias, contribuiremos a repeler a la mosca de la zanahoria; entre los tomates, contribuirá a prevenir el ataque de nematodos a la raíces de la planta; cerca de las fresas, prevendrá también de la podedumbre gris, una enfermedad provocada por hongos.