Berenjena (Solanum melongena)
Familia: Solanáceas
La berenjena es una hortaliza que no pasa desapercibida en el huerto, debido a su curioso aspecto y coloración, y sobre todo, a sus múltiples aplicaciones en la cocina.
La berenjena tiene su origen en la India, expandiéndose posteriormente a otras regiones de Asia, como China, hasta llegar hasta nuestras tierras en la Edad Media con la llegada de los pueblos árabes. Desde entonces, es una hortaliza indispensable en nuestra gastronomía, llegando a ser icono de la cocina en algunas regiones de Andalucía, ¿quién no ha probado las famosas berenjenas con miel?
Para poder disponer de berenjenas en nuestro huerto, al igual que sucede con otras muchas hortalizas típicas de verano, tendremos que elaborar semilleros en condiciones de calor y riego frecuente a finales de invierno, para poder trasplantarlas una vez entrada la primavera. Una vez que tengamos nuestros plantones con unos 20 cm de tamaño y unas 4 o 5 hojas verdaderas, si las temperaturas no son muy bajas, podremos trasplantarla. Para ello, tendremos que tener en cuenta que las berenjenas, al igual que el resto de las solanáceas, tienen requerimientos nutricionales elevados, así que conviene abonar, remover y airear la tierra antes de su traspaso al huerto.
Para que nuestras plantas crezcan y florezcan con éxito, tenemos que tener en cuenta que necesitan una alta exposición al sol, riegos frecuentes y abundantes, y si podemos, aplicar fertilizantes líquidos en las últimas fases de desarrollo para contribuir a la fructificación. Podemos añadir fertilizantes caseros como los lixiviados resultantes de la generación del humus de lombriz de nuestras vermicomposteras, infusiones plátano o de patata ricas en potasio.
Al igual que los tomates, estas plantas, crecen bastante, y debido al peso de sus frutos, en ocasiones sus tallos pueden caerse. Por ello, podemos instalar unos tutores que guíen su crecimiento y las ayuden a sostenerse cuando empiecen a aparecer los frutos. Esta forma de crecimiento, nos permite aprovechar el espacio entre cada pie de planta para cultivar otras hortalizas como la lechuga, la zanahoria o la cebolla.
Además, la berenjena es uno de los cultivos más susceptibles a ser atacados por plagas, como por ejemplo, la mosca blanca, así que conviene revisar el envés de las hojas frecuentemente. y sobre todo, prevenir su aparición mediante la asociación con plantas compañeras tales como los tagetes, la caléndula, la albahaca o la capuchina.