Nombre científico: Cynara cardunculus

Familia: Asteracéas o Compuestas

 

El cardo aparece de forma habitual en los huertos durante el invierno, aunque actualmente, resulta frecuente que desconozcamos sus cuidados o sus propiedades y utilidades. Al parecer, su origen está en la región Mediterránea, donde crecía de forma espontánea, extendiéndose su cultivo durante la Edad Media por países como España, Italia y Francia. Posteriormente se introdujo en Argentina, donde se adaptó y creció con rapidez en las grandes plantaciones de la Pampa.

 

Se trata de una hortaliza perenne cuya recolección comienza en los meses finales del otoño y que se prolonga durante todo el invierno. Aunque esta especie ha sido durante siglos una verdura muy preciada por sus pencas carnosas, que la hacían ideal para acompañar carnes y pescados, en las últimas décadas,  su consumo ha descendido y cada vez son menos quienes la incluyen como un alimento más en su dieta

El cardo requiere una posición soleada o de semisombra y soporta bien la sequía, pero en estos casos, su producción se verá reducida. Lo que no le viene bien son las heladas, así que es recomendable protegerlos obre todo cuando hayamos hecho los trasplantes en otoño. El cardo prefiere suelos profundos trabajados y removidos con anterioridad, con buen drenaje y ricos en humus. Cuando lo sembremos/trasplantemos, será conveniente respetar los marcos de plantación, ya que es una planta que crece mucho, dejando unos 80cm entre planta y planta.

 

Uno de los cuidados recomendados es “blanquear” sus tallos mediante el aporcado (al igual que el puerro), para que sus tallos no queden expuestos al sol y sus pencas sean más carnosas y más ricas. Normalmente se blanquean (usando por ejemplo cartón) unos 20 días antes de su cosecha.

 

Como hemos dicho, el cardo es un alimento que hemos ido perdiendo en el día a día de nuestra gastronomía, pero que ocupó un lugar muy importante hace unos años en nuestra alimentación. En este enlace podéis aprender cómo se hace cardo a la riojana…