En nuestra sección de biococina, esta semana os presentamos una receta de origen muy antiguo, que algunos sitúan en el antiguo Egipto y que forma parte de los platos principales de la cocina libanesa. Eso sí, con un toque diferente gracias a su protagonista, la remolacha.

Su color y textura terrosa, embellece nuestros platos llenándose de ese color tan original y llamativo. El sabor de esta hortaliza es tan atractivo como su color, aportando ese toque dulce distinto, que no deja indiferente. Además, no se quedan atrás sus propiedades nutricionales, está clasificada como una de las hortalizas que colabora en mejorar nuestra salud.

Su origen se vincula a la especie botánica Beta marítima, conocida como «acelga marina» o «acelga bravía”, originaria de la zona costera del norte de África. Se cultiva desde muy antiguo y dio lugar a dos hortalizas diferentes: una con follaje abundante, la acelga, y otra con raíz engrosada y carnosa, la remolacha. En un principio, sólo se aprovechaban sus hojas y la raíz se usaba únicamente con fines medicinales. Se considera, que no fue hasta el siglo XVI, cuando realmente se empezó a incluir en la dieta, como parte comestible, la raíz.

En la actualidad, su consumo está muy extendido. Existen diferentes tipos de remolacha, siendo la variedad conocida como remolacha común o roja, la hortaliza que suele formar parte de nuestros huertos, en sus diversas formas: esférica, larga e intermedia. Es un cultivo agradecido y que no tienen grandes requerimientos. La primavera es una buena época para su siembra directa ¡Anímate a incluir la remolacha en tu huerto! Ya sea en un huerto convencional o en recipiente.

El Garbanzo, es el segundo protagonista de nuestra receta. Tiene el honor de ser considerada una de las pocas plantas agrícolas autóctonas de la península ibérica, junto con el trigo y el olivo. Os animamos a comprar esta nutritiva legumbre a granel, para evitar el sobreempaquetado y a cuidar la calidad, atendiendo a su origen y eligiendo aquellos que procedan de agricultura ecológica.

Desde el CIEA El Huerto del Retiro os recomendamos elegir productos de temporada. Los alimentos tienen mayor calidad, gracias a que conservan sus propiedades nutricionales y organolépticas. Supone un consumo de proximidad, lo que disminuye el impacto socioambiental de nuestra compra y suele cuidar un poco más nuestro “bolsillo”. Aprovecha que la cosecha de las nuevas remolachas ¡está al caer!

No te pierdas esta receta “fusión”, que reúne a uno de los platos tradicionales de la cocina de los países árabes y del Oriente Medio, el hummus, con una de las hortalizas más conocidas de nuestros huertos. Esta original mezcla, de elaboración sencilla, sorprende con un resultado nutritivo, sabroso y ¡qué color!

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Y una vez que lo hayamos terminado, ¿qué hacemos con todos los restos? Los residuos de la remolacha son dos: piel y hojas:

  • La piel, al igual que los demás restos orgánicos de los demás ingredientes, los debemos tirar al contenedor marrón, al de restos orgánicos.
  • Y las hojas, antes de tirarlas ¿podemos aprovecharlas? Seguro que sí. Como hemos comentado antes en origen la remolacha y la acelga son la misma especie. De hecho hasta hace bien poco lo que se provechaba de la remolacha eran las hojas. Pero ¿qué nos aportan las hojas? Aunque parezca mentira son muy nutritivas y tienen diversas propiedades que nos benefician. Las hojas de remolacha tiene zinc, potasio, hierro, magnesio, calcio, proteínas y vitaminas A, K y sobre todo C. Se pueden tomar crudas en ensaladas o cocinadas en cremas y purés. Se trata de un superalimento extremadamente barato ya que viene de lo que hasta ahora se consideraba un residuo.