Paso a paso, mujeres que han destacado en la ciencia, las artes, la música, o por haber alcanzado hitos laborales están dando nombre a numerosos rincones urbanos en el distrito de Retiro. Las dos últimas han sido Estrella Aranda, la primera conductora de Metro de Madrid, y Blanca Catalán de Ocón, primera botánica española. Estrella Aranda se puso a los mandos de un tren de Metro en 1983 tras presentarse a las pruebas y superar muchas dificultades administrativas. Entre ellas, el requisito de haber realizado el servicio militar que le fue imposible acreditar entonces, puesto que ‘la mili’ quedaba sometida solo a la población masculina. Su recurso, en virtud del artículo 14 de la Constitución Española que establece que “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, abrió la puerta a otras muchas mujeres que posteriormente han seguido su camino. Actualmente Aranda continúa en la empresa como puesto de mando.
En homenaje a su logro y en reconocimiento a todas las mujeres que desarrollan esa labor en el transporte público madrileño, la zona verde situada en la avenida de Cavanilles 56, pasa a denominarse jardín de Estrella Aranda, una zona verde de 5.943 m² que se extiende en el antiguo solar de Metro junto a la Nave de Motores de Retiro.
La otra zona verde recientemente bautizada se ubica en la calle Saliente 12, una parcela de 2.240 m2 metros cuadrados, encuadrada entre las calles de Mateo López, Saliente y Vaquerías, que lleva el nombre de Blanca Catalán de Ocón, la primera botánica española que logró incluir su nombre en la nomenclatura científica universal en 1880.
Blanca Catalán de Ocón y Gayolá nació en Calatayud el 22 de agosto de 1860 en el seno de una familia aristocrática. Desde su infancia manifestó un gran entusiasmo por la botánica inculcado por su madre. Durante su juventud pasó largas jornadas en la sierra de Albarracín que le sirvieron para elaborar su primer herbario con plantas apenas conocidas en su tiempo.
Desde esa apartada localidad, mantuvo correspondencia con el sabio Mauricio Willkomm, que desarrollaba por entonces los trabajos sobre la flora española a quien enviaba algunas de las especies por ella recolectadas y que, en algún caso, resultaron ser especies nuevas para la ciencia de su tiempo. Willkomm consideró a Blanca como la primera botánica española. También se la relacionó con otros botánicos como Loscos, quien se haría eco de los trabajos de la naturalista en su Tratado de plantas de Aragón, Pau o Castell, que también publicaron sus citas y dieron el nombre de Blanca a alguna nueva especie.
Todavía se conservan dos herbarios de Blanca Catalán de Ocón: Recuerdos de la Sierra de Albarracín. Herbario de botánica de plantas raras de Valdecabriel y Souvenir des Aigues-Bonnes. Herbier de Botanique des plantes rares de la Vallée d’Ossau.
La vida de Blanca Catalán de Ocón ha servido también de inspiración a Claudia Casanova, miembro de American Historical Association, para la publicación de su novela Historia de una flor (2019).
Desde hace cuatro años, en el distrito de Retiro, todos los nombres asignados a espacios municipales de nueva creación han recibido nombres de mujeres ilustres. El objetivo no es otro que minorar el déficit de nombres de mujeres en cuanto a denominación de espacios se refiere y destacar el valor del papel de la mujer en la sociedad española. Así, la nueva escuela infantil de la calle Cavanilles, 48 tomó el nombre a la científica Margarita Salas; la plazuela situada entre las calles de Valderribas y Abtao se bautizó con el de Gabriela Morreale, química italoespañola, precursora de la endocrinología moderna; los jardines anejos al Centro de Mayores Pérez Galdós, situados en la avenida de la Ciudad de Barcelona número 182, recibieron el nombre de la cantante Elisa Serna, vecina del barrio de Pacífico y referente de la canción social española, y, por último, la zona verde situada en los números 50 y 52 de la calle de Juan de Urbieta, entre las calles de Conde de Cartagena y Antonio Díaz-Cañabate tomó el nombre de Concepción Arias y Arimón, una de las primeras mujeres que escribió sobre agronomía en el siglo XIX.