Uno de los productos de limpieza más necesarios es el jabón dedicado a la limpieza de la ropa y los tejidos.

Los detergentes convencionales incluyen entre otros compuestos los famosos tensioactivos y fosfatos. Su función es que produzcan más espuma y limpien más rápidamente. Un tercio de los detergentes llevan colorantes y otros productos tóxicos que contaminan las aguas. Los fosfatos se añaden para suavizar el agua y evitar que las partículas de suciedad vuelvan a depositarse en la ropa. Los tensioactivos son difícilmente degradables por la naturaleza, tienen una vida media muy larga, ¡hasta 160 días!

Estas sustancias incrementan el crecimiento de las algas en toda la red hídrica (ríos, lagos y embalses). El crecimiento de las poblaciones de algas puede provocar que agote el oxígeno del agua en algunas zonas, lo que provoca la muerte de peces y otros organismos acuáticos, acumulándose toda la materia orgánica en el fondo. Este proceso de progresiva concentración de materia orgánica y nutrientes como el fósforo es el que se conoce con el nombre de eutrofización. Se asocia al tono verdoso que tienen algunos lagos y embalses. Para que esa agua sea apta para el consumo humano es necesario un tratamiento muy costoso.

Al ser el detergente de lavadora un producto que se usa con bastante frecuencia, y con un impacto alto en nuestra red hídrica, urge encontrar alternativas más respetuosas con el medio ambiente y ponerlas en valor como solución a una problemática poco conocida.

Se trata de un cambio cultural que tendrá poco impacto en nuestra rutina, apenas que notemos que la ropa ya no sale de la lavadora con olor a suavizante (que en muchas ocasiones viene integrado en el detergente convencional).

Anímate a elaborar esta sencilla receta, deja una huella “más limpia” sobre la ropa, la piel y el medio ambiente.