¿Cómo sobreviven las aves al temporal de nieve?

El cielo de un blanco intenso y un frío gélido anuncia la inminente nevada. Empiezan a caer los copos suavemente: la clásica nevada de enero en Madrid. Pero esta vez es diferente. Salvo los meteorólogos, nadie hubiera imaginado lo que vendría después. Las avecillas de ciudad y del campo tampoco.

Nieva fino pero muy constante, no para, copo tras copo, y no sólo cuaja, hay fuerte ventisca y empieza a nevar por rachas. En unas horas, se colapsa la moderna y preparada ciudad de Madrid. Todos se apresuran a guarecerse del temporal invernal. La mayoría lo consigue, pero muchos quedan atrapados en coches, carreteras, paradas de autobús… Alerta roja.

¿Y qué hacen las aves?

¿Cómo pueden soportar nieves, hielos, ventiscas y temperaturas bajo cero?

Pisadas atrevidas se hunden en el espesor de la nieve. Aceras, setos, jardines, muretes, caminos, arbolado y el campo abierto se ocultan bajo un precioso y suave manto blanco. Hermoso y terrible a la vez, ya que muchas de nuestras aves no sobrevivirán. Se enfrentan al reto extremo de sobrevivir cada día.

Las aves presentan una estrategia propia de supervivencia. Gracias a su esponjosa cubierta de plumas, que son un eficacísimo aislante térmico, y a su temperatura corporal media de 40 grados centígrados, se protegen del frío. Pero surgen algunos problemas:

Para mantener ese calor corporal, muy especialmente en las horas nocturnas cuyas temperaturas son mínimas, las aves deben alimentarse diariamente para subsistir. Cuanto más frío hace, más cantidad de alimento requieren, ya que necesitan mayor cantidad de combustible para generar más energía en forma de calor.
Las aves apenas acumulan grasa corporal, ya que el exceso de grasa les restaría agilidad y se convertirían en una presa demasiado fácil para sus depredadores. A diferencia de muchos otros animales, como los mamíferos, ellas no cuentan con ese grueso abrigo de grasa aislante de la que también poder quemar energía.
Al estar prácticamente todo cubierto de espesas capas de nieve y hielo, les es muy difícil encontrar el alimento diario que necesitan (granos, semillas, invertebrados, pequeños brotes), pues éste queda sepultado e inaccesible.

El peligro radica en que, al no obtener las aves el combustible suficiente para generar más calor que de costumbre, su temperatura corporal caiga, y mueran de hipotermia, de frío, especialmente al permanecer quietas durante las gélidas y largas noches. Por desgracia, muchas avecillas no llegarán con vida al siguiente amanecer.

¿Cómo ayudar a las aves a combatir los fríos?

Es verdad que el frío y la nieve afecta más a unas aves que a otras. Algunas aves prevén las olas de frío y se desplazan a otras zonas más templadas mientras duran sus temibles efectos. Otras, como las rapaces, aves depredadoras, consiguen más fácilmente su alimento sobre el terreno nevado (conejos, pajarillos atontados, animales muertos por hipotermia, etc.) Las pequeñas aves, como los paseriformes (gorriones, carboneros, herrerillos, etc.) son las más vulnerables, puesto que consumen por las noches la energía que han logrado acumular alimentándose durante las escasas horas de sol, por lo que los inviernos y olas de frío suponen para ellas un gran riesgo de muerte. Pero, si consiguen alimentarse lo suficiente y mantienen sus plumas secas, sobrevivirán estoicamente a los rigores invernales.

Por eso, os animamos a colocar comederos para aves en un balcón, jardín o alféizar, ya que es algo muy sencillo de construir empleando materiales muy básicos e incluso reciclados. Lo mejor es rellenar los comederos con semillas y frutos secos crudos, sin sal ni azúcar, nutritivos y con alto contenido en grasas, como las pipas de girasol o calabaza, mezclas de semillas, cacahuetes y, junto al comedero, un pequeño recipiente de barro con agua templada para que puedan beber y calentar sus patitas. Esto les ayudará a proporcionarles el aporte energético extra que necesitan.