Legumbres II: aliadas de la agricultura ecológica

La importancia de las legumbres va ligada a los orígenes de la agricultura allá por el neolítico, aunque en los últimos años estamos viviendo un resurgimiento del uso de estos cultivos

 

Desde hace 10.000 años, en Oriente Medio, ya se tenía constancia de técnicas que permitían sucesivos cultivos en una misma parcela sin disminuir la producción, basados en las rotaciones bi o trienales (generalmente alternando cereal y legumbre), con un periodo de descanso o barbecho de mínimo un año. Esta forma de agricultura sostenible con el medio se ha empleado en la mayor parte del mundo hasta mediados del siglo XIX.

 

A partir de los años 1960-1980, la llamada «revolución verde«, trajo consigo un incremento mundial de la producción agrícola a través de monocultivos intensivos, que hicieron necesaria la paulatina incorporación de compuestos químicos mejorantes; lo que provocó desequilibrios en la composición del sustrato y la aparición de plagas y enfermedades vegetales, con la necesidad inherente del uso de herbicidas y plaguicidas químicos.

 

Sin embargo, en los últimos años se ha hecho cada vez más patente que la calidad del suelo es vital para asegurar la producción del mismo. La actividad y diversidad de los organismos del suelo es clave para asegurar la fertilidad del mismo -ya que producen de manera natural fitoestimulantes del enraizado y del crecimiento (hormonas, vitaminas, etc.), además contribuyen a la nutrición – a través de los ciclos biogeoquímicos que facilitan la disponibilidad de determinados compuestos-, y favorecen la protección del cultivo -mediante fenómenos de antagonismo hacia los patógenos de las raíces.

 

En este sentido, las legumbres son clave para asegurar la salud de los agrosistemas, el bienestar humano y la seguridad y soberanía alimentarias.


¿Qué hace tan especial a las legumbres?

 

Son de vital importancia en la alimentación humana por sus características organolépticas (como vimos en la anterior entrada); pero también por la importancia económica derivada de su producción y consumo. A modo de ejemplo, España es el primer importador de soja de la UE, lo que apoyaría la idea de emplear el cultivo ecológico de soja como opción de futuro en la agricultura productiva y sostenible; y algo similar ocurriría con la quinoa, que está empezando a cultivarse por Andalucía y Castilla-La Mancha.

Uno de los aspectos más novedosos de la última reforma de la Política Agraria Común ha sido la introducción de un nuevo pago para prácticas agrícolas beneficiosas para el clima y el medio ambiente – pago verde o greening-; que en España se traduce en promover las legumbres como sustento saludable y cultivo proteico esencial para la alimentación animal.

Y lo que hace de las legumbres una especie más que necesaria en los cultivos agroecológicos son sus características:

  • Son adaptables. Pudiéndose aclimatar desde los trópicos a las zonas templadas y frías, a regiones áridas, a zonas acuáticas, desde el nivel del mar hasta las elevadas altitudes de Los Andes… Presenta 730 géneros y unas 19.400 especies; aunque sólo unas pocas se cultivan para el consumo humano y animal.
  • Mejoran la fertilidad del suelo. Son capaces de fijar nitrógeno atmosférico por sus simbiosis con las bacterias del género Rhizobium, favoreciendo la biodiversidad de suelo a través de los procesos de transformación de materia y energía, a la vez que mitigan los efectos del cambio climático –según datos de la FAO, pueden fijar entre 72-350 Kg de nitrógeno por hectárea y año-. Además, algunas especies son capaces de liberar fósforo en el suelo. Tanto es así, que el compost o vermicompost obtenido a partir de residuos de leguminosas mejora considerablemente sus propiedades organolépticas.
  • Presentan baja huella hídrica respecto a otras fuentes de proteína. Aunque la necesidades varían según hablemos de cultivos de secano (garbanzo, algarrobas, cacahuetes o altramuces) y los de huerta (guisantes, habas o judías), se requieren 50 l de agua por kg de producto obtenido de media (frente a los 4.325 l/kg para obtener proteínas procedentes de pollos o los 13.000 l/kg en el caso de la ternera).
  • Tienen un alto valor proteico. Lo que la convierte en la principal fuente de alimentación para herbívoros (como planta forrajera: trébol, alfalfa, veza…) y omnívoros (incluida la especie humana). Pero, además, ciertas especies como la avutarda, el aguilucho cenizo, el sisón común, la ganga ibérica, la ganga ortega, la perdíz común y la roja… se ven favorecidas por esta planta, de la que se alimentan y usan sus cultivos como zona de anidada. Y, por último, su alto valor proteico las convierte en un alimento indispensable para aquellos países en vías de desarrollo en los que el consumo de proteína animal presenta un coste mucho más elevado.
  • Otros beneficios adicionales. Contribuyen al control de plagas, enfermedades y hierbas adventicias; aportan potasio; mejoran de la estructura del suelo; incrementan la biodiversidad asociada al suelo; reducen la huella de carbono, disminuyen la necesidad de fertilizantes…

10 legumbres españolas con calidad diferenciada

 

Las semillas de las leguminosas presentan una alta variabilidad, en función de la especie y de la variedad, pero también del sistema de producción (ecológico o convencional).

 

En nuestro país podemos encontrar diversidad de legumbres; pero existen 10 con calidad diferenciada, por sus características organolépticas, el trato de la materia prima en los procesos de elaboración, etc.

Actualmente, hay 8 Indicaciones Geográficas Protegidas – certificación que ampara a los productos que poseen alguna cualidad determinada o característica atribuible a su origen geográfico, en la cual se desarrolla algunas de las fases de producción-, y 2 Denominaciones de Origen Protegidas – certificación que obtienen los productos con características específicas y diferenciadoras de una zona geográfica delimitada, en la cual se desarrollan las fases de producción, transformación y elaboración-, que quedan reflejadas en la siguiente imagen:


¿Qué son los abonos verdes?

 

Los abonos verdes son especies de vegetales silvestres o domesticadas que se cultivan para ser cortadas e incorporadas (en verde) al mismo suelo donde han crecido.

Con el uso de abonos verdes podemos aportar al suelo entre 2’5 y 4 Kg/m2  de material vegetal, que se transformará en humus; reduciendo la necesidad de aportar abonos animales o químicos.

Las familias más utilizadas como abonos verdes son las leguminosas (Fabaceae), las crucíferas (Brassicaceae) y las gramíneas (Poaceae). Dentro de estas familias cada abono verde tiene unas características propias definidas por su ciclo vegetativo, la cantidad de material vegetal (biomasa) que aporta, los requerimientos en temperatura y disponibilidad de agua y nutrientes, su rusticidad, etc.. Todo esto habrá que tenerlo presente a la hora de elegir un abono verde.

En la actualidad se están realizando diversos estudios (CSIC, Universidad de Vigo…) dirigidas a emplear algunos abonos verdes o especies de leguminosas – como la retama- para el control de las malezas, dado su poder herbicida.


En el campo o en la ciudad… cultiva tus propias legumbres en forma de GERMINADOS

 

Por último te proponemos un sencillo taller para que consumas las legumbres cultivadas en tu propia casa, a partir de germinados.

Diez razones para hacer tus propios germinados caseros:

  1. Es rápido y sencillo. En menos de 1 semana se pueden consumir algunas variedades.
  2. Se pueden hacer todo el año.
  3. Ocupan poco espacio. Con un pequeño saquito o un bote de vidrio bastará.
  4. Son limpios, ya que no requieres de tierra donde plantarlos.
  5. Disminuyes tu huella ecológica, al evitar los impactos ambientales derivados del transporte de la comida.
  6. Es económico. Se pueden emplear envases reciclados para hacer los germinadores y las semillas son económicas.
  7. Es rentable. Las semillas multiplican hasta 15 veces su tamaño, consiguiendo grandes cantidades de brotes.
  8. Aumenta la variedad de productos a consumir, ya que tú decides que especies germinar en cada momento. Las principales semillas empleadas para germinados son: legumbres (lentejas, soja, alfalfa), cereales (trigo, cebada) y también de berro, rábano, calabaza, girasol, lino, sésamo, etc.
  9. Permite tener condimentos frescos en todo momento, con la consiguiente potenciación del sabor. Entre los que destacan: albahaca, mostaza, cebolla…
  10. Beneficios para la salud. Presentan alto valor nutricional y disminuyen la concentración de antinutrientes como los filatos.

Todo esto… y mucho más

Para ampliar la información sobre este tema, desde el CIEA Casa de Campo os invitamos a consultar los siguientes enlaces:

Abonos verdes

Legumbres I: básicas en nuestra alimentación

Ama las legumbres: por una dieta y un planeta sanos