Situado en el distrito de Barajas, el parque Juan Carlos I es el tercer parque más grande de Madrid. Actualmente una veintena de esculturas rodean de arte sus rincones. Te proponemos un paseo por este recorrido, que surgió a través del Simposio Internacional de Escultura al Aire Libre, organizado con motivo de la capitalidad cultural europea de Madrid en 1992. En su primera fase en encargó a 11 artistas de prestigio internacional otras tantas macroesculturas, que fueron el primer paso de un trayecto artístico en el que podrás conectar con el entorno natural y el arte en su forma más abstracta. ¿Te vienes de paseo?
Naturaleza y arte abstracto, de la mano
Nuestro recorrido refleja la unión entre el arte abstracto y la naturaleza que rodea el parque. La obra Paseo entre dos árboles, de Jorge Castillo, está inspirada en los paseos que realizaba el autor en Ibiza. En su embrollo de hierros retorcidos que se asemejan a ramas de árboles caídas, decenas de siluetas de pájaros parecen haber encontrado su casa.
Dentro del lago, Eolos, de Paul de Van Hoeydonck, cuatro figuras de bronce de desecho de los barcos y de distintos tamaños nos recuerdan a una familia de robots flotando en el agua. Al otro lado del estanque, se encuentra Niño Sol, una pieza de gran tamaño del escultor valenciano Juan Ripollés.
Otro gran elemento simbólico es Espacio México, de A. Casillas y M. Gª Cornejo, que representa, por medio de una enorme rueda, una serie de conceptos alusivos a las tradiciones mexicanas más antiguas.
Sobre la colina más elevada del parque se encuentra My sky hole, de Bukichi Inoue, que encarna la unión del cielo y la tierra. En otros promontorios se sitúan Los cantos de la encrucijada, de Leopoldo Maler, compuesta por una monumental pieza en la que aparece la palabra NOS, y Viga, de Jorge Du Bon, en la que la robustez de los materiales y la elevación del terreno dotan a la composición de una presencia rotunda y majestuosa.
¿A medio camino entre la escultura y la arquitectura? Eso parece reflejar Pasaje azul, que evoca la imagen de una fortaleza abandonada uniendo hormigón, ladrillo, tierra y césped. Su autor, el escultor rumano Alexandru Arghira, realiza con esta obra una bella metáfora sobre la naturaleza y el paso del tiempo.
En Viaje Interior, con la combinación de madera natural y acero artificial que tienden a sufrir una alteración progresiva debido al paso del tiempo, su autor, Michael Warren, sugiere una simbiosis esencial entre la naturaleza y la ciencia.
Por su parte, en Manolona Opus 397, construida con materiales ultramodernos -fibra de kevlar, carbono y fibra de vidrio-, Miguel Ortiz Berrocal rememora a las mujeres del pueblo llano madrileño con un diseño ondulante lleno de gracia y feminidad.
En Encuentros, Mustafa Arruf también destaca el contraste de los elementos modernos que aparecen y el paisaje que las rodea. Esta creación se erige como un enorme elemento vertical curvado en su parte superior, sugiriendo un acogedor abrazo como un acto simbólico de concordia y convivencia entre diferentes pueblos y culturas.
Dotada de un expresivo dinamismo, enriquecido con sorprendentes efectos visuales, encontramos Fisicromía para Madrid, de Carlos Cruz Díez. La obra cuenta con una llamativa forma alabeada con colores cambiantes en función de la luz.
Algo más lineal es la obra de José Miguel Utande, Sin título, que sugiere un recorrido infinito mediante la combinación de trazos rectos y curvos. La pieza se apoya sobre tres viguetas de acero cortén que, a su vez, descansan sobre un solado de hormigón.
Esculturas para los más pequeños
En nuestro recorrido hay un par de obras que son un guiño a los más pequeños. Sin título, de Dani Karavan, pretende establecer un diálogo entre el hombre y la naturaleza. Es una obra concebida como elemento de entrada a las plantaciones de olivos, la única especie vegetal original del parque, y tiene además una parte para que los niños jueguen y se diviertan.
Al igual que Dedos, de Mario Irarrázabal, que se ha convertido en un lugar de juego más dentro del parque en donde corretear o esconderse. La escultura representa la parte superior de los dedos de una gran mano abierta.
Siete homenajes en forma de escultura
Siete homenajes forman parte de la senda escultórica de este parque. El Homenaje a Agustín Rodríguez, antiguo alcalde de Madrid, obra de Toshimitsu Imai, es una plataforma que emerge del agua simbolizando lo eterno y espiritual. En el Monumento a la Paz, de Yolanda D’Ausburg, se conmemora la Conferencia de Paz, que tuvo lugar en Madrid en 1991 entre israelíes y palestinos.
Además, están el Homenaje a Galileo Galilei, de Amadeo Gabino Úbeda, y Homenaje a Don Juan de Borbón, de Víctor Ochoa Sierra.
Las víctimas del Holocausto, las del vuelo JK5022 -siniestrado en Barajas en 2008- y las del terrorismo, tienen su recuerdo en esta senda artística como muestra de solidaridad con las familias afectadas.
Tal y como te proponíamos en las propuestas para el nuevo año, recorrer la senda de esculturas del parque Juan Carlos I puede ser un buen plan para que este mes de marzo disfrutes de un paisaje singular en el que confluyen naturaleza y arte.