Por San Isidro, cocidito madrileño y unos bailes chulapos. En verano preparan una tomatada con los productos de su huerto. Participan en el certamen de teatro ‘Mayores a Escena’ durante el otoño. En Navidad se entregan con pasión al belenismo. Y en febrero, por carnavales, toca el entierro de la sardina. Los vecinos del Centro Municipal de Mayores El Almendro mantienen vivas las tradiciones en Vicálvaro, especialmente si son divertidas y gratificantes.
Desde hace ya unos cuantos años, a iniciativa de los propios socios de El Almendro, el Miércoles de Ceniza desfila por Valdebernardo un alegre cortejo fúnebre que llora la muerte de la pobre sardina. En la procesión más estrambótica del barrio, que despide el carnaval para dar paso a la Cuaresma, no falta detalle.
Allí están el obispo, la monja, viudas enlutadas y las plañideras, la policía, el cura oficiante, el enterrador… y una sardina gigante como estandarte. El cortejo fúnebre, acompañado de música de dulzainas y tamboril, hace su tradicional caminata por las calles de Valdebernardo. Y por el camino siempre hay quien se ve sorprendido por la fiesta callejera de la sardina y se suma a la celebración.
Porque de eso se trata, de animar el barrio y sus gentes, y de compartir unas risas en buena compañía. Ya de vuelta, dentro del recinto del centro de mayores El Almendro, se lleva a cabo el ritual carnavalesco del entierro de la sardina, con discurso del enterrador. A continuación, los socios del centro de mayores El Almendro siguen la fiesta con baile y sardinas, como manda la tradición.
Este año la cita festiva es el miércoles 26 de febrero con punto de partida desde la calle Ladera de los Almendros número 6 a las cinco de la tarde. Para los amantes de la simbología, esta es una cita imperdible. El entierro de la sardina simboliza la abstinencia de carne ante la llegada de la vigilia de Cuaresma. Pero también, la sardina simboliza el pasado. Y su entierro dejará atrás los malos momentos para recibir a una nueva etapa en positivo.