Según cuenta la Asociación de Amigos de los Relojes de Sol (AARS), cuando comenzó la rehabilitación del barrio de Moscardó, en Usera, se pensó en la idea del barrio como un espacio cotidiano, del paso del tiempo de sus moradores y en el Sol como fuente de vida. De ahí, que se llegara a la idea de la instalación de los relojes de sol como símbolo de ese concepto.

Un proyecto original de Alberto Corazón y Juan José Caurcel que contemplaba la instalación inicial de 33 relojes que posteriormente quedaron en 17 diseminados entre las calles General Marva, Goyeneche, Duquesa de Santoña, Gumersindo Azcárate, Doctor Sanchís Banus o Pintor Lucas.

Estos relojes conforman una de las rutas menos conocidas del distrito de Usera y le confieren al barrio de Moscardó un aliciente más para un paseo por su historia y descubrir rincones desconocidos, además de sus características edificaciones de la Colonia del mismo nombre en la que se ubican o la estética romana de la plaza de Francisco Ruano.

Las horas en las fachadas

Los relojes de sol tienen una estructura sencilla compuesta por una plataforma numérica y un elemento triangular o vertical de distintos tipos y materiales  (gnomon) que es lo que hace sombra y la arroja sobre los números según se va moviendo la Tierra.

Para su funcionamiento perfecto deberían estar orientados al sur, pero en la mayor parte de los casos no ocurre así. Cuando se quiere saber la hora, se mira al reloj, el punto de la hora que marca, y hay que sumarle dos horas en verano y una en invierno.

La ruta incluye relojes de grandes dimensiones como el que cuenta con alrededor de siete metros de alto y dos de ancho, situado en un extremo del barrio, en Calesas, y otros, la mayoría, de dimensiones más modestas y casi escondidos en las fachadas de edificios en bloque o debajo de ventanas prácticamente inexpugnables.

Arte y matemática

El proyecto conjunto lo diseñó el artista Alberto Corazón y el matemático Caurcel se encargó de la gnomónica, que es la ciencia que enseña el modo de hacer los relojes solares, porque gnomon se denomina a la barra o forma cuya sombra proyectada indica las horas en un reloj de sol.

En 1982, coincidiendo con la restauración del barrio, se buscó darle una identidad histórica y cultural con estos símbolos astronómicos. En realidad, esta colonia nació con el nombre de Salud y Ahorro en 1929 y fue el primer proyecto de vivienda pública de la ciudad.

En esos años existían ya las conocidas como casas ‘baratas’ y las ‘económicas’, que consistían en viviendas de entre 40 y 45 m2 en edificios de hasta tres plantas, de dos o tres habitaciones, y según el estilo racionalista de la época. Unas edificaciones muy bien conservadas, mantenidas con mimo y características por los pasadizos o travesías que unen las calles Goyeneche y General Marvá. Pasajes que esconden algunos de los relojes de la ruta que hay que encontrar siempre elevando los ojos hacia las edificaciones.

Diversos tamaños

Unas viviendas coquetas en unas calles casi recoletas que se reflejan en los bloques que pueblan esas calles del barrio de Moscardó y que comienzan a surgir con la demanda de gente joven del distrito con propuestas de alquiler y de residencia habitual.

Estos relojes se pueden agrupar por su localización y orientación. Cuatro de gran tamaño se ubican en las fachadas orientales de la calle Calesas y se pueden ver en conjunto a pie de calle.

Vista de los tres relojes de la zona de la calle Calesas
Vista de los tres relojes grandes de la zona de calle Calesas

Los relojes son iguales dos a dos, con unas dimensiones de 8 x 4 m y de 4 x 2,5 m, respectivamente, y con colores ocres, marrones y grises. Todos tienen dibujado un Sol en la parte superior y su gnomon es un trapecio recortado en chapa de aluminio pintado. Al cuarto reloj hay que verlo desde la calle de Mirasierra, junto al centro de salud que casi lo mantiene oculto de las miradas ajenas.

Hay dos relojes más junto a las ventanas en las fachadas laterales en la calle de Bernardino de Antequera. Son de tamaño menor (de 3,5 m de ancho y de 2 m de alto), están colocados en una tercera planta y tienen colores más claros, lo que hace, a veces, casi imperceptible su ubicación, ya que apenas resalta el beige y el teja sobre las fachadas casi del mismo color.

El conjunto de los 11 relojes restantes de dimensiones más reducidas se ubica en las fachadas de las casas y los pasajes de las calles Gumersindo Azcárate, Doctor Sanchís Banús y Ramón de Madariaga, así como de la plaza del Pintor Lucas y General Marva.

Estos son de colores a juego con las fachadas de la zona, que van de amarillos a fucsias, mientras que casi todos los que se enmarcan en el interior de los pasadizos son azules y blancos.

Pasadizo entre calles Goyeneche y General Marvá

Diseño contemporáneo

Estos relojes se han convertido en iconos del diseño dentro de la obra de Alberto Corazón, uno de los artistas y diseñadores más importantes de España durante las últimas décadas, creador de logos y marcas tan conocidas que ya son icónicas como los de Cercanías, Biblioteca Nacional, Junta de Extremadura, Teatro de la Zarzuela, Casa del Libro o la UNED.

Símbolo de la democracia y del diseño de vanguardia, Corazón incluye los relojes dentro de su prolífica trayectoria y obra. A este conjunto casi desconocido de Usera, se puede unir la escultura de piedra y hierro del reloj sol-lunar ubicado en la Puerta de Toledo.

Pero eso es otro relato y otro paseo.