Daniel Doña (Granada, 1977) es uno de los referentes de la danza española contemporánea. Ha formado parte del Ballet Nacional de España y ha participado como bailarín solista de las compañías Antonio Márquez, Rafaela Carrasco, Teresa Nieto o Rojas y Rodríguez. Entre otros premios ha sido galardonado con el Premio MAX de las Artes Escénicas a la mejor coreografía por De Cabeza (2009) y el Premio El Ojo Crítico de Danza en 2016 por su coreografía Habitat. Es compañía residente en el Centro Cultural Eduardo Úrculo desde donde prepara sus trabajos y proyectos. Este viernes 28 de mayo empieza en el Centro Cultural Eduardo Úrculo la VIII edición del Certamen Coreográfico del Distrito de Tetuán. Por segunda ocasión se podrá ver en streaming desde esta página web
¿Cuáles han sido los retos de preparar nuevamente este certamen con la pandemia de la COVID?
Con la crisis sanitaria, todos los protocolos de medidas de seguridad han sido muy complicados. Contamos con la experiencia del año pasado, que fue como realizar un máster. Siguen surgiendo, nuevos retos que hemos ido solventando poco a poco. Incluso las compañías han tenido que sortear el no tener espacio para poner a punto sus piezas y han tenido que buscar nuevos lugares donde poder crear y ensayar. Hay mucho amor, buen hacer e intencionalidad por seguir siendo una plataforma de exhibición para la nueva creación a nivel nacional e internacional ya que contamos con compañías extranjeras. Así que estamos felices por haber superado todos los impedimentos.
Hablando de compañías, ¿cuántas se han presentado a esta octava edición?
Hemos recibido cerca de 140 trabajos entre danza contemporánea, española, flamenco y también piezas para espacios abiertos o de calle. Hemos sido muy selectivos. La línea de exhibición, que llevamos defendiendo ocho años, es calidad artística, calidad interpretativa y discurso coreográfico y esas han sido las claves. Finalmente, han sido 13 compañías las seleccionadas: cuatro de danza en espacio abierto, tres de danza española y flamenco y seis de danza española y contemporánea.
¿Ha sido difícil hacer la preselección para las dos semifinales?
Siempre es muy difícil porque uno intenta ser lo más justo posible y también consciente de que todo lo relacionado con el arte es muy subjetivo. Hay un equipo de selección que lleva conmigo desde los inicios del certamen, que tiene la capacidad de ver la proyección de cada pieza mucho más allá de los espacios donde se representa. Es difícil porque se queda mucho talento fuera. Cada año constatamos que hay muy buen nivel de creación nacional e internacional y que hay gente maravillosa haciendo trabajos impresionantes y no pueden estar todos. Pero intentamos ser lo más justos posibles. Esta es una plataforma que mima, cuida y mira todos los trabajos al detalle. Los más interesantes, los menos, los regulares se ven desde el principio hasta el final. Estamos dos semanas de selección, ya que los valoramos mucho. En una primera fase se eligen entre 35 y 40 trabajos. Después, se vuelve a hacer otro visionado donde ya se escogen alrededor de 15 o 20 y de un tercer visionado salen las finalistas. Se trata, por tanto, de un proceso muy elaborado y minucioso para intentar mostrar lo mejor de cada casa.
¿Te ha sorprendido alguna propuesta coreográfica?
Sí, siempre sorprenden los trabajos, sobre todo este año, que estábamos muy sensibilizados por las condiciones en las que han creado las compañías. Es verdad, que hay algunas obras con las que conectas más y otras que te sorprenden por otros motivos. Yo, como como director del certamen, siempre intento quedar un poco fuera de lo que es la preselección. Cuento con este comité de valoración que siempre está muy pendiente. Yo siempre estoy de orientador porque a muchos de los participantes los conozco o los sigo o he estado en contacto con ellos. Siempre tengo como información privilegiada que a ellos les puede inspirar y ayudar. Pero es este comité de selección el que elige a los finalistas.
¿Qué se va a encontrar el público este año?
Fundamentalmente, un espectáculo de danza, porque esa es otra de las premisas que tenemos muy clara a la hora de seleccionar una propuesta. No nos olvidamos de qué es un certamen coreográfico pero que aunando todas las piezas, relacionándolas las unas con la otras, conseguimos crear un espectáculo muy variado. Hay danza española, flamenco, flamenco tradicional, flamenco de investigación, danza contemporánea más tradicional, coreografías con tintes europeos. Van a ver mucha variedad y mucha calidad con la creación entre hombre y mujeres muy equiparada. Estoy muy contento con el resultado. Y también es fundamental contar con ese nuevo soporte que es el streaming. Desde el distrito se hace un esfuerzo económico importante para que el certamen llegue a todos los lugares del mundo. El año pasado nos vieron en Lituania, Bélgica, Francia, Holanda, Alemania e Italia. Y eso se ha notado este año ya que, precisamente al tener esa visibilidad, se han presentado muchos trabajos de estos países.
¿Cuáles son las novedades de este año? ¿Qué aporta la nueva sección Territorios?
La primera edición de ‘Más territorios’ es la gran novedad. Es un ciclo nacido con la intención de llevar danza a distintas partes del distrito. Este año empezamos en el Parque Rodriguez Sahagún. Desde el principio del certamen hemos recibido piezas pensadas y creadas para espacios no convencionales o abiertos. No teníamos esa plataforma de exhibición y, por eso, siempre hemos estado mucho más receptivos a los trabajos diseñados para sala. A excepción de una edición, todos los años habíamos dejado fuera de la selección las propuestas para espacios no convencionales. Lo propuese de cara a esta octava edición. Era necesario. Primero, porque tenemos infraestructura para hacerlo; después, porque es una rama de la danza que necesita impulso y visibilización y, además, porque muchas de las piezas que nos llegan son de altísima calidad. La junta municipal consideró que era una idea maravillosa. Y se decidió hacer esta extensión del festival. Aún es pronto para saber si se volverá a repetir en el Rodríguez Sahagún o si se buscarán nuevas localizaciones dentro de Tetuán para que la gente que no está muy acostumbrada a acercarse al teatro, a consumir cultura, pueda encontrarse con estos impactos de danza. Lo hacemos desde el convencimiento de que seguramente serán en un futuro públicos para la danza.
Ya por último, ¿cuáles son tus proyectos para este 2021?
Ahora mismo estoy inmerso con una coproducción con los Teatros del Canal que estrenaré en octubre. Es un espectáculo de gran formato que se llama Entre hilos y huesos. Y, en pequeño formato, Nå (ahora en noruego) que lo estrenaré en el Centro Cultural Paco Rabal. Y estamos también dentro de Madrid en Danza con nuestro espectáculo Retrospectivas 2.0. En junio visitamos tres festivales: el FAM de Tenerife, el día 4, Cádiz en Danza (día 14), y el 29 y 30 de junio, Bolonia, en el Teatro di Vita, donde representamos Campo Cerrado, que es el que llevo actualmente de gira para espacios no convencionales. Se presenta un veranito movidito. Me siento muy afortunado porque estoy viendo situaciones muy difíciles. No puedo más que agradecer al universo que la compañía siga trabajando y pudiendo hacer cultura en momentos tan complicados.