Profesor de psicomotricidad y músico, Manu Rubio, líder de Yo soy Ratón, ha publicado su tercer álbum, de nuevo con letras transgresoras, de conciencia y reivindicativas, alejadas eso sí de tintes políticos, que hace que su club de fans aumente día a día. El pasado 29 de mayo sonaba en una calle de Bravo Murillo que cambiaba los coches por las familias que celebraban el Día del Niño. Por supuesto no podía faltar el gran éxito escatológico CACA con el que el público infantil siempre ríe, porque hay una edad en la que nada causa más diversión que palabras como esa.

CACA fue una canción espontánea nacida con grandes papeletas para ser un hit.  “Nos abrió las puertas de las casas y a que se escuchasen el disco entero. Es nuestra punta de flecha en canción protesta, pero hay un mensaje más profundo además del escatológico. Hay un momento para las cosas y ellos marcan sus tiempos. Deciden el cambio a la vida sin pañales”, nos contesta un Manu Rubio ajetreado y rumbo a Cádiz. El vídeo de CACA en un año tuvo un millón de visualizaciones y, al mes, Yo soy Ratón registra 21.000 oyentes.

Todo empezó en una escuela del barrio madrileño de Las Tablas. Allí era profe de psicomotricidad donde las aulas de estimulación marcaron el cambio de su música. “Los bebés en libertad consiguen su movimiento y su verticalidad boca arriba en el suelo. En esa posición lo blandito no ayuda, es en la firmeza del suelo como consigues levantarte. No tenemos que crear una burbuja en torno a nuestros hijos”, nos cuenta en una charla en la que no faltó la emoción: “Mi madre me crió sin padre. Su presencia me hizo grande pero su ausencia también”. Es precisamente a ella a quien va dirigida Hembra alfa. “Es la historia de mi madre, pero también de los padres que sacan solos a una familia”, dice.

Todos y cada uno de los álbumes incluyen algún tema serio a nivel social. “Hacemos música infantil diferente. No hay que escatimar ni pensar que no van a ser capaces de entender. Hay dos lenguajes: música y letra. En algún momento pasarán de la palabra caca a darse cuenta de que es un himno por su poder de decisión”. Lo mismo ocurre con No soy un muñeco, la canción que da nombre a su segundo disco en 2018.

La infancia pide ser tomada en cuenta. “En la primera etapa de vida, tus padres son tu mundo, tu dios. Si les damos voz en las cosas pequeñas, que para ellos son cosas grandes, si les respetamos y lo que dicen de pequeños se ha considerado importante, de adultos cuestionarán si su pareja les humilla, su jefe les explota o los políticos les mienten. Si les damos la palabra, nunca nadie les podrá callar”.

Única ideología, la rebeldía infantil

Insiste en que sus canciones no tienen tintes políticos. La única ideología política que se escucha en sus canciones es “la rebeldía infantil, su identidad y su protesta. No hay política con mayúsculas en mis letras”. Pero sí se aleja de la música infantil en cuanto a letras y en cuanto a los arreglos de Paul Castejón, el productor musical de Asfalto. Se escucha el sintetizador, la guitarra…  pero también el trío de cuerda de violón, violonchelo y viola. “En los conciertos les digo que cojan su guitarra imaginaria y que muevan las cabezas. Los adultos que han sido metaleros lo disfrutan y ver a tu padre o a tu madre gozar con la música que tú escuchas a 1,20 de altura… valida el mensaje”.

En sus temas hay canciones con mucho peso que pretenden abrir el debate en casa. Por ejemplo, Soy una Niña Trans que tantos quebraderos de cabeza está dando en el mundo adulto. “Esto no es música política. Solo pretendemos que nuestros peques sepan que hay otras realidades y también validar las emociones y sensaciones de aquellos niños y niñas que se sientan identificados al escucharla”, aclara Rubio, lamentando tanto lío en torno a un tema.

Porque sus canciones son para protestar en su mundo infantil, en casa. Y para jugar y sentir y bailar. No música repetitiva ni ratonera, sino música ratona. Y ratones en la infancia hay unos cuantos, el Ratón Pérez, Jerónimo Stilton, la ratita presumida o el de la Susanita de Fofó y compañía. “El nombre del grupo es la suma del yo que se adquiere a edades tempranas con un animal que, mientras a los niños les parece entrañable, a los adultos nos chirria. Yo soy Ratón pregunta en su misma presentación: ¿Y tú quién eres?”

Es precisamente la construcción de ese yo lo que se reclama en sus conciertos. “Un grito de los niños y niñas pidiendo que los adultos bajemos a su altura y les ofrezcamos un entorno comprensivo y amoroso sobre el que puedan ir construyendo su propio yo”.

Si a la máxima del poeta y filósofo Khalil Gibran Tus hijos no son tus hijos, unimos las nuevas corrientes educativas  (Waldorf, Montesori o Reggio Emilia), que respetan los tiempos de cada cual, sin necesidad de completar etapas en determinados plazos, el resultado es, por ejemplo, Su futuro no nos pertenece, último tema de su último álbum, una “charlita” a los progenitores para que no hagan de sus hijos su proyecto. “Es muy tentador que nuestros hijos continúen nuestro legado. Mi primer disco Canción Protesta salía en 2014, el año en que nacía mi hija y mi música va unida a su crecimiento. Pero no podemos pretender que lleguen donde nosotros no hemos llegado. Son pura magia y emoción. No son nuestro proyecto sin terminar”.

Hasta aquí Yo soy ratón. Y tú, ¿quién eres?