Desde su Sagunto natal, su fama se elevó por el mundo, pero siempre tuvo echada el ancla en Madrid. Joaquín Rodrigo, el maestro Rodrigo, se instaló en esta ciudad en 1939, tras el final de la contienda civil, y durante un cuarto de siglo fue vecino de Tetuán. Por eso, la junta municipal ha querido rendirle un homenaje, cuando se cumplen los 120 años de su nacimiento, con una exposición y un concierto en el Centro Cultural Eduardo Úrculo, porque no podía faltar la música en un homenaje a un compositor universal. Te lo contamos aquí.
Joaquín Rodrigo en Madrid. Apuntes de la vida de un genio es un recorrido visual y emocional por la vida y la creación del maestro Rodrigo, que podrás ver desde hoy viernes hasta el próximo día 22.
Comisariada por Javier Suarez Pajares, catedrático del Departamento de Musicología de la Universidad Complutense y presidente de la Sociedad Española de la Guitarra, reúne fotografías, libros, carteles de los conciertos y un buen número de objetos personales que utilizaba para su creación. Entre ellos, la máquina en Braille que el maestro ciego usaba para componer. Los objetos han sido cedidos por la Fundación Victoria y Joaquín Rodrigo, encargada de velar por el legado del autor del Concierto de Aranjuez.
El Eduardo Úrculo era el escenario ‘obligado’ ya que hace 10 años, el Ayuntamiento le rindió otro tributo al músico, asignando su nombre al auditorio de este centro cultural. Un nombre que desde ahora luce en la fachada del centro, ya que se ha descubierto el letrero con la denominación Auditorio Joaquín Rodrigo en la fachada de acceso al espacio cultural. El auditorio del Úrculo ya contaba con esta denominación, pero aún no se había colocado la placa identificativa en la fachada principal del edificio.
Música en recuerdo del gran compositor
Y no podía faltar la música en este homenaje al maestro valenciano que, desde 1975 y hasta su fallecimiento en 1999, residió en nuestro distrito, en la calle de San Germán, 11. Una placa del Plan Memoria de Madrid, instalada en la fachada, así lo recuerda al paseante.
El próximo día 21 de noviembre, un día antes del fin de la muestra, el Centro Cultural Eduardo Úrculo, acogerá el concierto El niño que soñó la música, interpretado por la Orquesta Filarmonía, formación residente en el Úrculo. Será a las 18:30 h. Esta propuesta trasciende a la concepción clásica del concierto para complementarse con una narración a cargo de Herbert Lampka, con guion de Eduardo Moyano e ilustraciones de Teo Puebla y Violeta Monreal. Para poder asistir es necesario recoger previamente la entrada de forma presencial, los martes, miércoles y jueves anteriores al espectáculo, de 10:00 a 13:30 y de 18:00 a 20:00. Si hubiera entradas sobrantes se repartirán el mismo día del espectáculo desde dos horas antes del comienzo del mismo y hasta media hora antes de su inicio.
Nacido en la localidad valenciana de Sagunto en 1901, a los tres años de edad se quedó prácticamente ciego a causa de una infección de difteria. Según él mismo, la pérdida parcial de la vista le colocó en el camino de la música. Inició sus estudios musicales con ocho años, estudiando solfeo, violín y piano. Sus primeras composiciones, Suite para piano, Dos esbozos, Suite para piano y violín y Siciliana, para violonchelo, datan de 1923. Juglares fue su primera obra para orquesta y data de 1924.
En 1927 se trasladó a París, y allí escribió la Sonata de adiós, para piano, en memoria de su maestro Dukas, tras su muerte en 1935. En 1939 se instala definitivamente en Madrid. En 1940 tiene lugar en Barcelona el estreno mundial del Concierto de Aranjuez para guitarra y orquesta, obra que le dará fama universal. Contó, entre otros, con el Premio Nacional de Música de España, el Premio Príncipe de Asturias, Medalla de Oro de Sagunto, la Gran Cruz de la Orden Civil de Solidaridad Social, la Estrella de Oro de la Comunidad de Madrid, el título de Commandeur des Arts et des Lettres por el Gobierno francés, y una larga lista de premios que no hace sino reconocer su enorme categoría como compositor de música clásica.
Ahora Tetuán, su distrito, quiere compartir con los vecinos su recuerdo.