Jaidy y Michelle juegan en el ordenador a ser diseñadoras como las personas mayores mientras Ignacio ayuda a cocinar a un chef virtual indicándole los ingredientes necesarios para preparar el menú del mediodia. Todo bajo la atenta mirada de Clara y Maddi. En otra aula, Adrián uno de los educadores sociales trabaja con el grupo de los más mayores en un taller de papiroflexia. Están construyendo un conejo y un gato y ya hay varios barcos de papel que se amontonan esperando para navegar en la mesa.
En el CSC Tetuán no hay tiempo para aburrirse, 30 niñas y niños entre 3 y 12 años han pasado parte de las vacaciones de la Semana Santa (entre el lunes y el miércoles) en una ludoteca organizada por el CSC Tetuán. Se trata de un servicio impulsado por el distrito de Tetuán para facilitar la conciliación de la vida en aquellas familias que no tienen vacaciones en los días de descanso del calendario escolar. La adjudicación de plazas se realiza por sorteo y la solicitud se presenta unas semanas antes en la secretaría del centro.
Los profesionales de la educación son un referente y los que intentan poner un poco de orden ante la alegría y el griterío infantil. Tal como nos indica Clara, una de las educadoras: «se trata de sacar lo mejor de cada uno de ellos y ellas respetando los intereses personales. Si los padres nos los piden no separamos a las hermanas y hermanos y favorecemos que puedan estar juntos las personas que se conocen de otras ediciones». Las actividades son muy variadas y pasan como mínimo por tres espacios: el aula de informática, la sala de gimnasia que se suele convertir en una improvisada clase de baile o de zumba y el taller de manualidades. Para facilitar el seguimiento se trabaja en grupos pequeños de entre 10 y 12 alumnos cada uno, y con edades comprendidas entre 3 y 6 años, 7 y 9 años y los mayores entre 10 y 12 años.
«No es ningún colegio y no hemos de olvidar que los peques están de vacaciones pero también educamos en valores» insiste Clara. «En la ludoteca aprenden que tienen que esperar y respetar las necesidades de las y los otros peques. Trabajamos en la inclusión y en esta edición una de las niñas tiene una enfermedad degenerativa muscular pero está totalmente integrada en el grupo y procuramos que pueda seguir todas las actividades».
La mañana finaliza con una divertida coreografía impulsada por Clara en la que bailan felices. Es el momento en el que los 30 niños y niñas se reúnen y comparten juegos y nuevas experiencias. Queda todavía un día de ludoteca y unos cuantos más para empezar las clases.