Casi primavera en Madrid, casi otoño en Iberoamérica, dos temporadas ideales para sucumbir a la magia de los paseos. Te proponemos el Retiro y su entorno. ¿Demasiado habitual? Seguro que no porque este recorrido tiene una guía singular, seguir la huella iberoamericana. Muchos de sus países nombran ‘el callejero’ del parque, y muchos de sus poetas, escritores, libertadores y hasta cantantes tienen su busto en alguno de sus rincones.

El paseo es uno de los tres que incluye la publicación ‘Rutas artísticas, botánicas e históricas de Iberoamérica en Madrid (Retiro)’, editada por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI), organización municipalista auspiciada por el Ayuntamiento hace cuatro décadas. Su objetivo no es otro que divulgar el acervo cultural iberoamericano común, revalorizando así el espacio público como patrimonio cultural y natural. Y en el Retiro, la huella de ese patrimonio es muy amplia y profunda.

El Olivar, la basílica de Atocha y el Panteón de los Hombres Ilustres

Arrancamos en la basílica de Atocha y el olivar circundante que ya aparecía en el Plano de Texeira, (1656). Allí se acumulan historias. A la virgen de Atocha cantó Alfonso X el Sabio en su Cantigas de Santa María, a sus pies se postraron los Reyes Católicos, por ella sentía devoción Felipe II, a ella le ofreció don Juan de Austria la espada con la que luchó en Lepanto y ante ella se casaron numerosos monarcas.

Pero lo que la hace imprescindible en este paseo es la figura de fray Bartolomé de las Casas, el fraile dominico, primer obispo residente de Chiapas (México), vinculado con el nacimiento mismo del concepto de los derechos humanos ya que anticipó la defensa y el reconocimiento de los derechos y de la dignidad del hombre.  De las Casas se alojó en aquí, el único convento dominico por aquel entonces en Madrid, y en lo que era la capilla mayor de la basílica fue enterrado en 1566.

Aquí también vivió y murió otro dominico, continuador de la labor de Bartolomé de las Casas, fray Luis López, y en el interior del templo está el Santo Niño de Atocha, una figura, cuya devoción nació en México, se extendió por toda Iberoamérica, llegó incluso a Filipinas y hoy es parada obligada para muchos de los iberoamericanos que visitan Madrid.

La estatua de la Libertad madrileña

¿Sabías que Madrid tiene su propia estatua de la Libertad? Está en el patio del Panteón de los Hombres Ilustres, construido junto a la basílica entre 1892 y 1899 por Fernando Arbós y Tremanti y, desde 1992, Bien de Interés Cultural (BIC).  La estatua, obra de Ponciano Ponzano, forma parte del monumento funerario que acoge los restos de Mendizábal, Argüelles o Calatrava, entre otros. Pero en este singular edificio de estilo neomedieval con ecos de arte bizantino están además los mausoleos de otros de los políticos y militares más influyentes de España como Sagasta, Cánovas del Castillo, Dato, Ríos Rosas o Canalejas.

Las colecciones americanas del Museo de Antropología

Museo de Antropología, imposible perdérselo si quieres acercarte más a Iberoamérica. Situado en plena glorieta de Atocha cuenta con importantes colecciones americanas, con piezas procedentes en su gran mayoría de distintas culturas amazónicas de Perú, Ecuador, Brasil, Colombia y Venezuela: máscaras, armas, equipamiento doméstico e instrumentos musicales de las culturas ticuna, cubeo, karajá o parintintin y una preciosa colección de cerámica shipibo. Quizá de todas las piezas amazónicas, las más espectaculares sean la colección de tocados y adornos de plumaria de las culturas tapirapé, kayapó, karajá y erigpatsá.

También tienes buenos ejemplos de culturas del área andina -máscaras, instrumentos musicales e indumentaria de diversas regiones peruanas, bolivianas y ecuatorianas-, mesoamericana, y del Caribe, con dos colecciones muy singulares en este último caso: la de instrumentos musicales y objetos rituales, la colección sobre vudú (Haití), y la de la Sociedad Secreta de Abakuá o ñáñigos de Cuba.

Entramos en el Retiro por la puerta del Ángel Caído, después de dejar atrás la estatua de Pío Baroja, la entrada de personal del Jardín Botánico, la cuesta de Moyano y una pequeña lápida en recuerdo de Juantxu Rodríguez, el fotógrafo de El País fallecido en Panamá en 1990 cubriendo la invasión del ejército de EE.UU.

Uno de los monumentos más populares del parque es la Fuente del Ángel Caído rodeada de leyenda y de la que a menudo se dice que es la única estatua de Lucifer en el mundo. No es cierto, la catedral de Arequipa (Perú) guarda al demonio de Arequipa; en los jardines interiores del Capitolio Nacional de La Habana se encuentra la estatua del Ángel Rebelde y en la provincia de Pichincha (Ecuador) se erige el diablo de Tandapi, también conocido como El Poder Brutal.

Rosas madrileñas, orquídeas mexicanas se intercambian cada junio

La siguiente parada es La Rosaleda, que encarna un lazo entre Madrid y Ciudad de México desde 1954, cuando, en un momento en el que no existían relaciones diplomáticas entre España y México, el entonces alcalde madrileño, José María Finat, aterrizó en el aeropuerto de la capital mexicana sin la cuantía necesaria para ingresar en el país. Una situación difícil que solventó la Fraternidad Iberoamericana en México, integrada por mexicanos y españoles. En agradecimiento, el regidor madrileño prometió a la virgen de Guadalupe las primeras rosas del Retiro. Desde entonces, cada junio, las rosas vuelan a México y, desde allí, en respuesta, nos llega una selección de orquídeas del santuario guadalupeño.

Bordeando el palacio de Cristal, en el paseo de Venezuela, eleva la mirada el poeta y humanista venezolano, Andrés Eloy Blanco. Una escultura regalada por el Ayuntamiento de Caracas al de Madrid, realizada por el escultor venezolano Martín Leonardo Funes.

Fauna iberoamericana para el primer ‘zoo’

Más huellas. ¿Sabías que durante el siglo XVIII la mayor parte de la fauna que exhibía la Casa de Fieras, el primer zoológico de Madrid, provenía fundamentalmente de Iberoamérica, enviada por los virreyes, y se componía de guacamayos, tucanes, ocelotes, pumas, guanacos, serpientes, caimanes, monos… además de un elefante regalo del gobernador de Filipinas, que llegó andando a Madrid desde Cádiz, donde lo desembarcaron?

Postal 1911. Memoria de Madrid

Y seguimos deambulando por el callejero del parque de Venezuela a Cuba, Nicaragua, Colombia, Honduras… La fuente de la Alcarchofa, firmada por Ventura Rodríguez, está en la plazoleta de la República de Honduras, donde el paseo de Venezuela se une al de Cuba y a la calle de Nicaragua, dando acceso al estanque del Retiro. Desde la plazoleta, si tomamos el paseo de Paraguay nos encontramos con el monumento al mariscal Francisco Solano López, general paraguayo que luchó por la independencia del país.

El estanque está presidido por el monumento a Alfonso XII, obra que inspiró muchas otras que se presentaron a distintos proyectos como el monumento al general Mitre en Buenos Aires, la del coronel Bolognesi en Lima o el dedicado a Bruno Zabala, fundador de Montevideo.

El paseo de Colombia se convierte en paseo del Estanque y nos lleva directamente al Monumento a la República de Cuba que, autorizado en 1929, por los avatares políticos no se inauguraría hasta 1952.

Relacionado con Cuba y también con México, el general Martínez Campos tiene su monumento, firmado por Mariano Benlliure, en la avenida de Perú y frente a él vemos ya la Puerta de la Reina Mercedes, a la que podemos acceder por el paseo de Panamá, en el que encontramos otro busto, el del cantante y actor mexicano Pedro Vargas Mata, ‘El Rey’.

Última parada, la puerta de la América Española, abierta al inicio de la Segunda República, en 1932, por petición del vecindario del ensanche de El Retiro, para mejorar el acceso al parque desde la avenida Menéndez Pelayo, en la que han vivido personajes ilustres de Iberoamérica, como Gabriela Mistral, maestra y diplomática chilena, Premio Nobel de Literatura en 1945. De hierro y de una sencillez aplastante, sin ningún motivo en su ornamentación nos marca la salida y el fin del paseo.

Pero quizá para recobrar fuerzas, volvamos sobre nuestros pasos a descansar y tomar algo en alguno de los quioscos disfrutando del anuncio de la primavera.