El pasado 29 de septiembre abrió sus puertas el Centro Cultural Casa de Vacas para ofrecer la última exposición del acuarelista y pintor Pedro Cano (Murcia, 1944). Un proyecto expositivo basado en siete temas, siete impresionantes trípticos de una rica y variada escala de grises donde refleja las realidades de la vida. Algunas muy amargas como la emigración o la sobrecarga de la vida, el esfuerzo físico del trabajo, otras reflejan las ensoñaciones del pintor y guiños al mejor cine europeo como el de Visconti e incluso, al gran pintor valenciano Joaquín Sorolla.

Recorremos la exposición de la mano del pintor mientras nos explica el origen, la génesis de Siete: “Me encontré que tenía mucho material porque a mí no me gusta nunca pintar a partir de una tela blanca, me gusta preparar como si fuera aquello un libro o hacer una película: escribo cosas, invento dibujos, preparo cosas en una carpeta. Vi que tenía mucho material para el tiempo que tenía por delante de mí para realizarlo y entonces pensé en hacer de cada historia que tenía preparada, un tríptico. Tres cuadros de cada una de las cosas y esto es la exposición, 7 cosas, 7 trípticos grandes y el principio fue ese”.

Lo primero que observamos son unos dibujos en tinta aguada, acuarela y grafito que se exponen por segunda vez. Son dibujos que el mismo autor define como “de aire antiguo”, que le recuerdan al Renacimiento italiano, basados en historias de hace 33 años, cuando se produjo la llegada de 18.000 albaneses a las costas italianas: “Yo estaba en mi estudio en Roma en aquel momento, fue un verano de un calor extenuante y veía como esta gente se ayudaban entre ellos, todo esto lo saqué de los recortes de los periódicos de entonces”.

Entramos en la sala de la exposición: “Fijate cómo está la sala, la hemos despojado de casi todo para que los cuadros tengan mucha potencia”, exclama el autor. Cada uno de los trípticos que se muestran están colocados de forma distinta. El de la derecha, Bicicletas, consta de tres bicicletas evocando el cine de Vitorio de Sica y la historia que emocionó y desafió entonces al cine comercial americano.

En Cargo aparece la carga cotidiana que nos da la vida. “Otras vidas cargan con fardos humanos que transportan a lugares supuestamente más seguros. Solidaridad y heroísmo que día a día se repiten en lugares que hasta hace poco eran escenarios de cotidianidad y equilibrio”, expresa Cano en su catálogo.

En el siguiente tríptico, Juego, el autor relata que “jugar es el más bello de los inventos humanos para relacionarse, aprender y crecer”, inspirándose en la pintura de Sorolla de los niños que juegan junto al mar, pero alejándose de ella utilizando el blanco y negro.

Estos óleos de Pedro Cano están realizados sobre tablas de gran formato, en los que se puede observar su gran riqueza cromática y veladuras que da carácter a su pintura. En otro de sus tríos, Trabajo, el artista comenta como un joven santón indio de la ciudad de Jaipur le dijo que para ser feliz tenía que seguir tres de sus consejos, el último trabajar hasta que tu cuerpo lo soporte y así lo refleja la temática del tríptico.

Los temas más controvertidos de la exposición son La espera y El salto, explica Pedro Cano, a la vez que lee el texto que acompaña los dibujos de tres hombres tendidos en el asfalto: “Hay que esperar. Todavía no han podido llegar donde se dirigen, aunque a veces el final de viaje no viene indicado porque no llevan billete ni equipaje”. En los otros tres óleos se pueden observar figuras humanas vigilando las celosías que, a modo de cortinas, les separan del objetivo: “Como en una cucaña peligrosa llegaron hasta arriba y desde allí esperan a dar el salto”.

Todas ellas representan la soledad y están acompañadas de un fondo grisáceo cálido, que expresa la amplitud cromática de sus grises: “Yo pinto siempre con mucho color, pero en esta exposición como había siete temas tan distintos, con color hubiese resultado un carnaval, lo bonito ha sido unificarlo todo con el blanco y negro”.

En el último de sus trabajos, Interior, el pintor nos muestra el interior de una casa deshabitada. En uno de los cuadros, una mujer solitaria se encuentra en una habitación, en otro, la mujer, desnuda, contempla la ventana y en el tercer tema, se puede ver una puerta abierta hacia un jardín interior iluminado y a uno de los lados de la puerta, la representación de la mujer con los rostros de Medea y de una de las esculturas griegas de Alejandría.

De salida el autor ofrece al visitante un pequeño “buffet” de dibujos para captar su atención referente al éxodo de personas que se mueven por diferentes problemas: “Aquí puedes observar dibujos incluso de Ucrania, gentes que están saltando, o esperando. Son nueve metros que expresan el dramatismo, pero sin gritos, sin locuras”.

A lo largo de su carrera Pedro Cano ha mantenido una muy estrecha relación con los viajes: “Siempre he tenido una relación con el viaje muy fuerte, he pintado la tercera parte en los últimos 30 años, viajando mucho, en Oriente y al Sur y todo eso se refleja en el movimiento de mis cuadros”.

El último trabajo, que cierra la exposición, representa a la ciudad de Kiev, inspirado en una foto de la II Guerra mundial y colocado a modo de mosaico imitando las pequeñas ventanas del Centro Cultural.

Pedro Cano ofrecerá dos visitas guiadas por la exposición pensadas para que el público interactúe con el artista, le pregunte o charle durante casi una hora. La primera tendrá lugar el viernes 13 de octubre a las 12:00 horas y la segunda el viernes 20 a las 18:00 horas.

La exposición se puede visitar gratuitamente hasta el domingo 22 de octubre de 9 a 21:00 horas en el Centro Cultural Casa de Vacas, situado en el paseo de Colombia, s/n, en el Parque del Retiro./