Por segundo año consecutivo, la Feria del Libro de Puente de Vallecas reserva una de sus casetas a los autores que han decidido autoeditarse sus obras, completando todo el proceso creativo, desde la elaboración del manuscrito hasta que el ejemplar está en manos del lector. La coordinación de esta caseta ha recaído en Carmen Bengoechea Bernal, una apasionada defensora de producir de forma autónoma sus obras.

Filósofa de formación y de profesión, cuenta ya con 11 títulos autoeditados. Con una actitud vanguardista y dirigida a la acción, fue pionera en campos como el emprendimiento, creando con otras colegas de profesión una empresa cuya misión era ayudar a las personas a pensar mejor para mejorar sus vidas.

Su visión fue llevar el ‘diálogo filosófico’ a todos los rincones. Para ello pusieron en práctica talleres con diversos colectivos como centros de mayores, colegios, prisiones o casas de acogida y enseñaron a desarrollar un monólogo personal, que posibilitara a las personas reflexionar, ir a las raíces de sus problemas y desarrollar ciertas herramientas que les permitieran tomar mejores decisiones.

Continuamente ejerce como filósofa porque ‘no puede evitarlo’ y su conversación es un continuo estímulo para el razonamiento. Tras escucharla, la conclusión es que todos tenemos un sistema de pensamiento y unos presupuestos basados en diferentes ramas del conocimiento: antropología para el autoconocimiento o estética para los procesos creativos. Por tanto, la filosofía ayuda a vivir mejor, a amar mejor y a disfrutar mejor.

Esta forma de interpretar la vida se percibe también en su obra literaria, sirva como ejemplo su obra ‘Vinosofía’, un pequeño tratado sobre el vino, reflexionando, entre otras cuestiones, sobre cómo beber mejor.

La autoedición como proceso creativo

Dentro de las actividades culturales que se han desarrollado durante la celebración de la Feria del Libro de Puente de Vallecas, el pasado 21 de mayo, Carmen Bengoechea, mantuvo un animado diálogo sobre esta forma de publicar con Pepa Hidalgo, autora que también ha optado por la autoedición, en su caso, de escritura creativa juvenil.

Tanto Carmen, como Pepa, entienden la autoedición como un proceso creativo que les aporta una libertad de elección que no es posible en otro tipo de producción literaria.

Las editoriales tienen sus propios criterios y muchas veces rechazan la posibilidad de publicar un libro por no coincidir con su línea editorial y, sin embargo, el original es un texto magnífico. Así, hay autores que llegan a la autoedición, tras un decepcionante periplo realizado por este tipo de empresas.

Como todo trabajo, convertir un manuscrito en un libro impreso conlleva una serie de procesos, que se traducen en múltiples decisiones a tomar. El primero de todos, es la corrección, que bien se puede hacer de forma personal, o bien, encomendar esta labor a otra persona y, en algunos casos, a un profesional. En el caso de Carmen, ha optado por una lectura cooperativa, analizando y debatiendo línea por línea, si es preciso.

La segunda fase comienza con el diseño y la maquetación del texto, lo que implica la elección de cubierta y contracubierta, fotografías, páginas interiores, tipografía, utilización de recursos gráficos. Todo ello requiere un aprendizaje de las normas de diseño editorial.

Evidentemente, estas normas varían si finalmente se opta por una edición digital, en cuyo sumario cada epígrafe va vinculado a su capítulo correspondiente en el interior. Y si se selecciona un audiolibro, la producción es totalmente diferente.

Una vez tienes la obra, es muy recomendable llevarla al registro de la propiedad intelectual, que proporciona un código para proteger la autoría de la obra.

El siguiente registro es el depósito legal, entidad que protege el patrimonio cultural de nuestro país. Al acudir a este registro, hay que depositar cuatro ejemplares: uno para la Biblioteca Nacional, otro para la Comunidad de Madrid y los otros dos para bibliotecas municipales, lo que te permite acceder a una difusión de masas.

Por último, si se pone a la venta el libro, el Ministerio de Hacienda exige la inscripción de un código ISBN, para tener constancia de la venta de ese título. Además, este número permite la catalogación en bibliotecas y bases documentales.

Todas estas fases fueron analizadas en el transcurso de este diálogo, explicando que el proceso de la autoedición conlleva también la comercialización de libro como producto.

En esta conversación, Carmen y Pepa insisten en explicar que la autoedición supone un esfuerzo creativo y muy personal. Ambas quieren aclarar que la delegación del manuscrito en manos ajenas, pagando por ahorrarse este proceso, se denomina autopublicación.

 

La autoedición en eventos literarios

Aunque no es una práctica nueva, Carmen Bengoechea cree que la presencia de la autoedición en ferias como la de Puente de Vallecas, será un fenómeno en expansión, porque este tipo de eventos literarios sirven de puente entre las personas que hacen posible que el libro exista y el público lector.

Para ella, el texto impreso no es propiedad de las librerías y que la autoedición esté presente en este tipo de eventos es una forma de democratizar la cultura. La existencia de una caseta de estas características permite a las personas que eligen esta opción vender directamente su trabajo, entrar en contacto con la comunidad lectora y dar a conocer a otros autores esta posibilidad.