Situado en el distrito de Barajas, en el barrio cuyo nombre es una alameda que hace mención a los propietarios de este emblemático jardín, El Capricho evoca en cada uno de los “caprichosos” rincones repartidos a lo largo y ancho de sus 14 hectáreas, hermosas sensaciones y misteriosas historias que no dejan indiferente a nadie.
Sus originales edificaciones, a las que se pueden llegar por diferentes y escondidos senderos, junto a sus diversos estanques y a las espectaculares praderas repletas de una frondosa masa forestal y arbustiva como son los bosquetes de lilos (Syringa vulgaris) y de árboles del amor (Cercis siliquastrum), robles (Quercus robur), pinos (Pinea spp.), cipreses (Cupressus spp), tejos (Taxus baccata), cedros (Cedrus spp), plátanos (Platanus x hispanica) o castaños de Indias (Aesculus hippocastanum), suponen un hermoso conjunto lleno de grandeza y singularidad para el visitante. Ofrecen además cobijo y alimento a numerosas aves que viven en el Jardín como el cisne negro (Cygnus atratus), ánade azulón (Anas platyrhynchos), ganso del Nilo (Alopochen aegyptiaca) que cabe recordar es una especie exótica invasora originaria de África, pito ibérico (Picus sharpei), mirlo (Turdus merula), paloma (Columba spp.), petirrojo (Erithacus rubecula), herrerillo (Cyanistes caeruleus), carbonero (Parus major), búho real (Bubo bubo) y a pequeños mamíferos entre los que destaca uno de los habitantes más populares del jardín: la ardilla roja (Sciurus vulgaris).

[Imagen 1: Cisne negro (Cygnus atratus). Fuente: Ayuntamiento de Madrid]
El jardín El Capricho, tal y como lo conocemos hoy en día, fue construido a finales del siglo XVIII y rehabilitado tras la Guerra de la Independencia por los Duques de Osuna según las directrices de la duquesa, doña María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel. A sus órdenes se dispuso un prestigioso elenco de artistas y escenógrafos, como su hombre de confianza Ángel María Tadey, e ilustres jardineros traídos desde los más glamurosos jardines europeos.
La Duquesa diseñó en este espacio un auténtico paraíso artístico y botánico tanto para disfrute propio como para el de sus ilustres invitados, ya que también fue protectora de intelectuales y de artistas de la talla de Goya. El Capricho fue el escenario propicio en el que se entremezclaban la naturaleza, la música, el juego, la seducción e incluso, el misticismo en el que tenían lugar las “folies” que montaba la duquesa.
Tras la muerte de la duquesa comenzó su declive hasta que en 1974 el Ayuntamiento de Madrid compró la propiedad y comenzó su recuperación junto a la Escuela Taller de la Alameda de Osuna, abriendo sus puertas a la ciudadanía cuatro años más tarde.
Declarado Jardín Histórico – Artístico y Bien de Interés Cultural, El Capricho recibió en 2001 el premio Europa Nostra gracias a la rehabilitación llevada a cabo por la Escuela Taller y el Ayuntamiento de nuestra ciudad.

[Imagen 2: Puerta de acceso principal del Capricho. Fuente: Ayuntamiento de Madrid]
Antes de traspasar el umbral de la puerta original del Jardín, cuyo letrero ya nos da alguna pista sobre el estilo de la Duquesa, nos encontramos en una plazoleta en la que, según las crónicas de la época, recibía a sus invitados con una sorprendente corrida de toros.
Entramos al Jardín y continuamos recto por el sendero delimitado a la izquierda por una larga hilera de robles carballos (Quercus robur) y por La Plaza de los Cipreses a la derecha. En este lugar enmarcado por enormes y centenarios cipreses comunes (Cupressus sempervirens) se encuentra El Parterre de los Duelistas. Un par de bustos dándose la espalda sobre dos elevadas columnas de mármol -que se encuentran a cuarenta pasos de distancia entre ellas- representan el momento del duelo justo antes de lo inevitable.
Dejamos atrás el parterre y giramos a la derecha hacia un sendero paralelo flanqueado por colosales plátanos de sombra (Platanus x hispanica). Nos encontramos junto a uno de los invernaderos más antiguos de Madrid. Fue mandado construir a finales del siglo XVIII por la Duquesa, quien como ya hemos comentado, era muy aficionada a la botánica y particularmente, a las especies exóticas.
Dejando a un lado el invernadero continuamos por el paseo de plátanos hasta que llegamos a La Exedra, también conocida como La Plaza de los Emperadores. Se trata de una plaza semicircular rodeada por esculturas de bustos de emperadores romanos, en cuyo centro se ubica un templete con el busto de la duquesa. Esta plataforma era el escenario donde tenían lugar las representaciones teatrales y los conciertos de las veladas nocturnas estivales.

[Imagen 3: Templete de la Exedra. Fuente: Ayuntamiento de Madrid]
Desde la Exedra y mirando en línea recta, podemos observar el Palacete. Nos dirigimos hacia él adentrándonos en un jardín de marcado estilo francés. Dos inmemoriales tejos (Taxus baccata), un pie masculino y otro femenino, nos dan la bienvenida a este nuevo espacio que recuerda, tal y como pretendía la duquesa, al Petit Trianon de Versalles. Geométricos y simétricos parterres bordeados por perfectamente recortados setos boj (Buxus sempervirens) se extienden delante de la fachada oeste del palacete. En este lugar se halla una pequeña plaza con La Fuente de los Delfines, y como curiosidad comentamos que en este espacio se rodaron algunas escenas de dos películas muy conocidas: “Tómbola” y “Doctor Zhivago”.

[Imagen 4: Fuente de los Delfines y el palacete al fondo. Fuente: Ayuntamiento de Madrid]
El Palacete se está restaurando para albergar un espacio expositivo en la que la Duquesa será la protagonista. No podemos contar más por el momento, tendremos que esperar a que lo abran para resolver este misterio que os dejamos planteado.
La que fuera la segunda residencia familiar de los Duques de Osuna, fue tomada por las tropas francesas como cuartel general durante la Guerra de la Independencia (1808) y, por el bando republicano en la Guerra Civil española (1936).
Como prueba testimonial de esta última contienda, en el lateral norte del Palacete observamos una sólida y semioculta puerta que da acceso al búnker conocido como El Refugio del General Miajas. Este lugar sirvió de escondite al bando republicano al mando del General Miajas durante las últimas batallas de la Guerra Civil.
También en rehabilitación y con el acceso restringido, se encuentra el jardín de la parte más baja y antigua de la finca: el giardino italiano. Ubicado a la derecha según miramos al Palacete, este jardín se compone de frondosos árboles como castaños de Indias (Aesculus hippocastanum) en su mayoría. Colindante a éste se encuentra El Laberinto, hecho a base de setos de laurel (Laurus nobilis) y concebido para el juego de sus célebres invitados; destacar que en su centro tiene un hermoso árbol de júpiter (Lagerstroemia indica) que se encuentra florido en época estival.

[Imagen 5: Laberinto. Fuente: Ayuntamiento de Madrid]
El resto del parque es de estilo paisajista inglés evocando la naturaleza en su estado puro, con abundantes elementos de agua, senderos encubiertos y sinuosos que invitan al paseo y a detenerse en los rincones más escondidos. Rincones como El Templete de Baco, El Abejero, La Rueda de Saturno, La Casa del Artillero, La Montaña Artificial, La Ermita o El Fortín nos sorprenderán tanto por su original construcción como por su significados más ocultos…
En el último de los caprichos señalados, El Fortín, encontramos el comienzo de la ría artificial de medio kilómetro de longitud. La Duquesa hacía subir en unos botes a sus invitados y los llevaba hasta el Casino de Baile. Desde la terraza de este espacio se pueden observar los coloridos arietes de vivaces que componen el hermoso Jardín de Flores.

[Imagen 6: Embarcadero. Fuente: Ayuntamiento de Madrid]
Antes de terminar la visita, nos encontramos con La Casa de la Vieja y su cuidada huerta, que ponen el broche final a este sorprendente y cautivador paseo. Se trata de una construcción que evoca una antigua casa de labranza como homenaje al mundo sencillo de los labriegos y pastores ligado al campo y a la tierra. Los trabajadores del Jardín se ocupan de mantener vivos los bancales de la huerta, rotando los cultivos según la época del año y dando un sentido más auténtico a este último capricho.
El Jardín abre al público los fines de semana y los días festivos, aunque con el equipo educativo de Madrid Ambiental podrás acceder entre semana mediante una visita guiada. Si te interesa puedes inscribirte a través del correo electrónico: proambiental@madrid.es; no dejes de consultar el catálogo de actividades.
“Mantén tu amor hacia la naturaleza, porque es la verdadera forma de entender el arte más y más”
Vincent Van Gogh

