Las actividades de educación ambiental en centros escolares combinan los aspectos didácticos y lúdicos, haciendo partícipes a niños y niñas en el cuidado del medio ambiente. Concienciar y promover en ellos comportamientos favorables a los valores de sostenibilidad y protección ambiental, además de recuperar y poner en valor los espacios verdes de nuestra ciudad, es uno de sus propósitos.
Y qué mejor manera de involucrar al público infantil en esta tarea, que plantando árboles. Se nos ocurren tantos argumentos positivos cuando pensamos en los árboles: abrazar un árbol, sestear a la sombra de un árbol, el frescor que proporcionan en verano, cuando las hojas de los chopos mecidas por el viento componen una música especial. Quizá por ello, el poeta Federico García Lorca les dedicó estos versos: “¡Árboles! / ¿Habéis sido flechas caídas del azul? / ¿Qué terribles guerreros os lanzaron? / ¿Han sido las estrellas?”
La actividad de plantación en la que participaron alumnos del Colegio Público Martínez Montañés, perteneciente a la Red de Huertos Escolares Sostenibles, estuvo organizada por el departamento de Educación Ambiental, adscrito a la Dirección General de Sostenibilidad y Control Ambiental del Ayuntamiento de Madrid, se realizó en un día espléndido del mes de abril. Con esta labor, las educadoras ambientales explicaron a niños y niñas conceptos básicos relacionados con los vegetales: sus partes, ciclos y procesos vitales. Las diferencias entre sustrato y arena. Tutor, cepellón o alcorque resonaron como palabras nuevas en las cabecitas de los peques.
Jugamos y plantamos árboles en un espacio verde frente al cole
Cerca de medio centenar de alumnos de los cursos quinto y tercero de primaria del CEIP Martínez Montañés colaboraron en la tarea. En todo momento, estuvieron dirigidos por las educadoras ambientales, que explicaron a los pequeños cómo se planta un ejemplar de árbol adulto. Los jardineros municipales habían preparado ya los hoyos y el abono para acoger a sus nuevos habitantes. Gracias a su labor, este espacio dentro de un tiempo tendrá una vegetación más tupida.
Los talleres comenzaron con una primera parte dedicada a una charla sobre la importancia de los árboles. Niños y niñas participaron en la elaboración de un gran dibujo de un árbol caduco. En la segunda parte, los peques escribieron sus mensajes dirigidos a los árboles sobre unas cartelas recortadas con forma de hojas. Después, añadieron un cordón para colgarlas de las ramas de los árboles subiéndose a una escalera para poder alcanzarlas.
La inspiración de niños y niñas alcanzó un alto nivel, llegando a crear aforismos que bien podrían haber sido una cita de algún personaje célebre. Flavia nos cautivó con un precioso mensaje: “El arte y la naturaleza siempre lucharon por conquistarse el uno a la otra”. Otros peques agradecían el cuidado que proporcionaban los árboles a la especie humana y también que los árboles daban color a nuestro planeta.
Coníferas y árboles del amor
Las variedades elegidas fueron cercis y coníferas, de las que se plantaron cerca de una decena de ejemplares.
El cercis siliquastrum, se le conoce también como el árbol del amor por sus flores rosas y hojas con forma de corazón, es una especie de la familia de las leguminosas. Es un árbol esencialmente mediterráneo, introducido en la Península ibérica, que se encuentra normalmente en pendientes áridas a lo largo de las riberas de los ríos. Es muy resistente al frío y la sequía.
Las coníferas son una familia de especies arbóreas de gran importancia forestal, capaces de colonizar terrenos muy áridos y/o con escasa vegetación. En estos lugares, con frecuencia constituyen la única cubierta vegetal. Entre ellas, destaca el pino típico de las costas y laderas erosionadas del Mediterráneo, la especie del género Pinus más extendida y que mejor se adapta al clima madrileño.
¿Sabías que el pino carrasco es capaz de secuestrar las emisiones de 30 coches que hagan una media de 10.000 kilómetros al año? O sea, el equivalente a la contaminación generada en ocho viajes de ida y vuelta de Madrid a Barcelona.
La importancia de los árboles en los ecosistemas
Los árboles son fundamentales para combatir el cambio climático, por lo que contribuyen significativamente al beneficio de las generaciones presentes y futuras. No obstante, pese a los increíbles beneficios ecológicos, económicos y sociales que nos brindan, la deforestación continúa a un ritmo sin precedentes. Debemos combatir este fenómeno con un consumo y una producción sostenibles. No olvidemos que este material nos ayuda a proveer alimentos y agua libres de bacterias, construir muebles, reemplazar el plástico, tejer nuevas fibras y, a través de la ciencia y la tecnología, formar parte de la medicina o la carrera espacial.
Ya lo dijo Whitney Brown: “Planta árboles. Nos dan dos de los elementos más cruciales para nuestra supervivencia: Oxígeno y libros”. Y no va desencaminada, porque, en efecto, los árboles son los agentes que más secuestran CO2 actuando como purificadores de la atmósfera, además de ser soporte de toda nuestra sabiduría.
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